Colombia - TLC - Lechería  

 

La lección de Stiglitz a Hommes, a propósito del TLC con la Unión Europea

 

 

Hace seis meses alguien dijo en Bogotá, delante de Stiglitz, para defender los TLC: “Hay que hacer la apertura agropecuaria para volver productivo al campo”. El Premio Nobel respondió: “Los tratados de libre comercio no se negocian, los imponen”.

 

Rudolf Hommes, presente en esa ocasión y poniendo sordina a tan autorizado concepto, repite, con motivo del TLC con la Unión Europea, el caballito de batalla aperturista contra los agricultores nacionales. Y no sólo eso; se olvida que en 1990, cuando abrió la Caja de Pandora de la apertura, las importaciones agropecuarias eran de 1,1 millón de toneladas, y veinte años después superan los 10 millones. El libre comercio ha consistido en remplazar el trabajo colombiano por el extranjero.

 

El TLC europeo tiene cláusulas tanto o más dañinas que el estadounidense, pero el debate recayó en las relacionadas con la cadena láctea.

 

No es para menos: cuando se suman los volúmenes de leche extranjera pulverizada como queso o lactosuero -fruto de más de 5 TLC, que ingresarán sin aranceles en 2011- equivaldrán casi a 300 millones de litros y, si se agregan los contingentes adicionales por tasa de cambio y menores tarifas, alcanzarían a 500 millones de litros.

 

Esa cantidad, que es la que las vacas colombianas producen en un mes, vendrá de Europa, USA, Uruguay, Argentina, y quién sabe de dónde más, se incrementará con el tiempo.

 

Muchos de esos países subsidian los lácteos. Jack Thurston, en www.farmsubsidy.org, concluye que al año “En la UE los productores de leche reciben algunas subvenciones directamente, pero gran parte del dinero va a procesadores y exportadores”, que capturan el 28 por ciento de todas las ayudas agrícolas europeas.

 

Una vaca suiza cuesta 2.800 euros en subsidios anuales. Una firma francesa de quesos, Herbignac Cheese, recibe 9,2 millones de euros; Nestlé cerca de 50 millones de euros. Entregan 1,07 euros por kilo de mantequilla exportada.

 

El gobierno juega sucio en el debate sobre este TLC. El ministro Luis Guillermo Plata Páez burla los debates en el Congreso, pero dice falsedades en entrevistas y artículos de prensa y sabe que los lecheros colombianos no resistirán tan desleal competencia.

 

Esto lo conocen Hommes y también Santos y Mockus, que respaldan el Tratado.

 

Álvaro Uribe intenta engañar con paliativos de última hora y con un documento Conpes para suprimir la leche en cantina. La UE, como cuando canjeaba espejos por oro, promete ayudar al sector con 17 millones de euros, 1,7 por ciento de sus subsidios lácteos. ¡Cuánta generosidad!

 

Este balance reitera la justeza de la protesta ganadera del 19 de mayo y comprueba tanto las tesis de Stiglitz como las falacias neoliberales.

 

 

En Bogotá, Aurelio Suárez Montoya

Rel-UITA l Salvación Agropecuaria
20 de mayo de 2010

 

 

 

 

 

 

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