República
Dominicana
Los TLC y la producción lechera
De la desprotección al abandono
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La historia se
repite en toda la región: decisivos acuerdos comerciales son
negociados a espaldas de la gente y de los productores, bajo
el sofisma de que los alimentos subsidiados controlarán la
inflación. La pregunta es: ¿quién los comprará si acaban con
el empleo y el sector productivo?
Miles de productores lecheros de la República Dominicana
viven en la inminencia de tiempos complicados: a pesar de
sus reclamos, el gobierno no modifica su actitud displicente
y autista. La protección de la producción de leche, pollo,
habichuelas, cebolla, ajo, arroz, azúcar y maíz, venció en
diciembre de 2004. Ahora el país “tendrá que tomar una
decisión
sobre la rectificación técnica ante la Organización Mundial
del Comercio (OMC), en el marco de la entrada en vigor del
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y
Centroamérica, que por principio derrumba todas las barreras
arancelarias”1.
Ante esta
situación se dibujan dos posiciones: una que representa los
intereses de la industria (léase transnacionales),
contrarios a que el acuerdo con la OMC, vigente desde 1994,
se mantenga. En tal sentido, el 5 de abril pasado han
remitido una carta al embajador Ortega Tous, coordinador
jefe del Gabinete de Negociaciones Comerciales. Los
productores, por su parte, han hecho sentir su voz para que
el país no denuncie el acuerdo y que mantenga la actual
cuota de las 32 mil toneladas métricas de leche en polvo que
ingresan a la República Dominicana pagando un arancel de 20%
desde Europa.
Ábrete, que
yo me cierro
El sociólogo panameño Raúl Leis dice con acierto que “los
países desarrollados tienen más responsabilidad sobre los
problemas que existen, tienen más recursos y tecnología para
ayudar al mundo a resolverlos”, sin embargo su política
neocolonialista no deja de impactar negativamente en las
naciones pobres. Esto sucede mientras se nos quiere
convencer de que todos somos iguales ante el fenómeno de la
globalización, en un mundo cada vez más segmentado entre
“globalizadores y globalizados”. Y al tiempo que desde
Estados Unidos se catequiza sobre el libre comercio, el
imperio protege su producción y preserva su soberanía
alimentaria.
Algunos estudios revelan que el TLC con Estados Unidos podría
provocar la pérdida de 521 mil empleos directos y 2 millones
de empleos indirectos. Inequívocamente la gente que perderá
su empleo, se sumará al flujo migratorio que padece el país
desde los años 70. Luego de Santo Domingo, la capital del
país, Nueva York es la ciudad donde se concentra la mayor
cantidad de dominicanos. ¿Qué escenario podemos imaginar?
Como ahora lo hacen la Guardia Nacional, el Ejército y
paramilitares en la frontera con México, tal vez dentro de
un tiempo la Marina de Estados Unidos y mercenarios
neofascistas controlarán el Canal de la Mona, principal paso
de los dominicanos a Puerto Rico, primera escala al país del
Norte.
Cuando en la República Dominicana deberá decidir si continúa
protegiendo su producción agropecuaria, Estados Unidos
destina casi 87 millones de dólares diarios a subsidiar la
producción de trigo, cebada, oleaginosa, algodón, azúcar,
granos, arroz y productos lácteos
En Europa, de donde llega materia prima a República
Dominicana, la situación no es muy diferente a la de Estados
Unidos. En 2002 se indicaba que los ciudadanos europeos
apoyaban a la industria láctea invirtiendo más de 16
billones de euros cada año. Esto equivale a más de dos euros
por vaca al día, mientras que la mitad de la población
mundial sobrevive con menos de esa cantidad. Un estudio
realizado por Oxfam Internacional, señala que en
relación a la industria de productos lácteos, los
beneficiarios directos son las grandes industrias de
procesamiento y comercio, que reciben más de un millón de
euros anuales por concepto de subsidios a las exportaciones.
Dentro de los beneficiarios se encuentran compañías como
Nestlé y Arla Foods.
En una
extensa entrevista, Cesáreo Contreras,
presidente de la Asociación Dominicana de Hacendados y
Agricultores, manifestó al
SIREL que:
“Ningún gobierno responsable permite que su producción
nacional sea destruida porque aparezcan productos más
baratos en el mercado internacional. Ahora mismo estamos
viendo cómo los países desarrollados se comprometieron a
abrir sus mercados agropecuarios a la competencia exterior
eliminando las barreras arancelarias y los subsidios, pero
en la realidad en vez de cumplir con ese compromiso, cada
día cierran más sus fronteras a la competencia exterior y
aumentan sus subsidios. Esta es una situación que no va a
cambiar. Ningún país desarrollado va a poner en juego la
soberanía y seguridad alimentaria de su población ni tampoco
va a permitir arruinar a la población que tiene como medio
de vida la producción agropecuaria. Y eso es lo correcto. Lo
es en los países desarrollados, donde apenas el 3 por ciento
de la población depende de la agropecuaria, con mayor razón,
y lo debe ser más aún en países como el nuestro en donde el
40 por ciento de la población tiene como único sustento la
agropecuaria.”
De no proteger la producción lechera nacional, está claro que
no sólo perderán los productores del sector, también los
trabajadores de la industria láctea dominicana tendrán sus
días contados. Será tarea de todos.
Gerardo Iglesias
©
Rel-UITA
16
de mayo de 2006 |
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Modesto
Rodríguez. Listín Diario
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