Los miles de despidos
se suman al desastre ecológico y social provocado por el virus ISA, según los
sindicatos. Dirigentes del sector buscan apoyo estatal, hasta ahora
infructuosamente.
Recientemente, dirigentes sindicales de las regiones de Los
Lagos, Aysén y Magallanes, junto a representantes del Observatorio Laboral y
Ambiental de Chiloé (OLACH) expusieron ante las comisiones de Trabajo y
de Pesca de la Cámara. Exigen a los parlamentarios “medidas concretas ante la
crisis detonada por la expansión del virus ISA”. Se reunieron con el
subsecretario del Trabajo y el cuestionado coordinador del Grupo de Tareas del
Salmón, Felipe Sandoval. Los parlamentarios se comprometieron a solicitar
a los ministerios de Economía y Hacienda implementar un “Plan de emergencia
contra la cesantía de las regiones de Los Lagos y Aysén”.
Pasividad del
gobierno
Según la Confederación Nacional de Trabajadores del Salmón (CONATRASAL),
“ya
son 17 mil los puestos de trabajo que se han perdido en la industria y el
gobierno no ha hecho nada al respecto. Hace dos años que hemos estado
solicitando al gobierno que tome medidas concretas.
Según el subsecretario,
en el transcurso de estos días entregarán un plan específico sobre lo que
realmente están haciendo para paliar la cesantía en la industria salmonera”.
Durante los diez últimos años el gobierno ha
traspasado millones de dólares a las empresas salmoneras por concepto de
“bonificación a la mano de obra”.
Los diputados se comprometieron ante los dirigentes sindicales a
“trasparentar esos montos”. La propia presidenta Michelle Bachelet
destinó hace poco 450 millones de dólares a las salmoneras, dinero que, según
los trabajadores, no llegó hasta ellos y ayudó a mitigar las pérdidas de los
empresarios del salmón.
La crisis de la industria salmonera se agravó a mediados de
2007 tras la aparición de los primeros brotes del virus ISA, provocando
miles de despidos. “Sin embargo, el gobierno no ha implementado ninguna medida
en el ámbito social y laboral para paliar los efectos de esta crisis que no está
asociada a la financiera mundial, y no puede ser tratada como tal”, dice
Fundación Terram. Algunos parlamentarios socialistas han condicionado su voto a
la Ley de Pesca “a la presentación de un proyecto que aborde la problemática de
la salmonicultura y que se haga cargo de la cesantía en el sector”.
Persecución
contra trabajadoras embarazadas
Recientemente, la salmonera Cermaq/Mainstream, de
capitales noruegos, ha sido denunciada por discriminación, hostigamientos y
malos tratos contra trabajadoras embarazadas. La empresa intenta desaforar a 14
trabajadoras embarazadas que laboran en su factoría de Calbuco, al sur de
Puerto Montt, en la región de Los Lagos.
“Estamos
siendo discriminadas. Nos sacaron de la línea de empaque y querían
llevarnos al patio a hacer trabajo pesado que siempre han realizado
los hombres. Así nos llevan de un lado a otro, no tenemos puesto
para trabajar”. Testimonio de Gladys Maldonado |
Una de las políticas de Mainstream en Chile es
que no existan mujeres embarazadas en su empresa.
Junto con presentar la demanda para conseguir el
desafuero, Mainstream solicitó la “separación provisional sin goce de
sueldo”. El tribunal de Calbuco rechazó esta petición, pero la empresa apeló. “En este sector
productivo es recurrente la vulneración de las normas de protección a la
maternidad,
de hecho, se han creado mesas de trabajo tripartitas
para abordar el tema y conseguir compromisos por parte del empresariado
salmonero, sin resultados positivos hasta ahora. Una situación lamentable
considerando que se estima que el 70 por ciento de
la mano de obra de esta industria son mujeres”,
señala el Centro
Ecoceanos.
Mainstream
es parte del holding Cermaq y opera en
Canadá, Escocia, Noruega y Chile.
Con excepción de Chile, los estándares
laborales en esta empresa son altísimos.
El Estado de Noruega posee una
importante participación como accionista de la empresa, que produce unas 120.000
toneladas de salmón anualmente.
El Centro Ecoceanos recogió el testimonio de varias
trabajadoras afectadas, entre ellos el de Gladys Maldonado, de 33 años,
con tres hijos y un cuarto en camino. Con cinco meses de embarazo denunció los
maltratos sufridos por parte de la empresa noruega:
“Yo estoy súper mal. Imagínese cómo
nacerán nuestras guaguas con todo lo que estamos pasando. Cuando tenemos control
médico, no nos quieren dar permiso, mis exámenes han salido todos mal. No tengo
ganas de comer, sólo tengo ganas de llorar”,
relata Gladys.
La mujer denuncia que ha recibido maltratos verbales por
parte de los jefes: “No nos quieren ver, nos dicen que no servimos para el
trabajo”. Agregó que “estamos siendo discriminadas. Nos sacaron de la línea de
empaque y querían llevarnos al patio a hacer trabajo pesado que siempre han
realizado los hombres. Así nos llevan de un lado a otro, no tenemos puesto para
trabajar”. Gladys denunció que el jefe de Personal de la planta de
Calbuco, Luis Araya, y el jefe de Producción, Pedro Martínez, la
obligaron, junto a otras dos mujeres embarazadas, a firmar un documento porque
de lo contrario se les impediría el ingreso a la planta. “El documento pretendía
hacer creer que las obreras tenían un contrato a plazo fijo”, señaló.
Otra trabajadora, Carolina Soto, de 25 años, tiene
cinco meses de embarazo. En su testimonio relató que
“Desde que presenté los papeles que
decían que estaba embarazada empecé a ser discriminada. He tenido complicaciones
en mi embarazo, me ha afectado sicológicamente. Al saber de mi embarazo me
sacaron de la sección de empaque porque es muy helado y hace mal al bebe, pero
ahora de nuevo me enviaron a empaque. Todas las mujeres embarazadas están en
esta sección con temperaturas bajas, porque argumentan que no hay más puestos de
trabajo”,
denunció.
Para Tatiana Guzmán, que con 20 años espera su primer
hijo, la experiencia no ha sido buena. “Me ha afectado sicológicamente porque
todo el día estoy pensando en que puedo perder el trabajo -dice-. Tenemos
problemas para conseguir los permisos para ir al baño y también en los turnos
para tomar la leche, no podemos tardarnos un minuto porque de inmediato somos
cuestionadas. Nos sentimos vigiladas”, afirmó.
En Chile las salmoneras producen anualmente más de 2
mil de millones de dólares.
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