La medida
implicaría dejar las actuales factorías gallegas, donde trabajan 12.000
personas, para productos de mayor calidad y especialidades innovadoras en el
campo de los alimentos preparados.
El sector conservero gallego está al límite de su
capacidad de aguante. Con una facturación que ronda los mil millones de euros,
la rentabilidad media de los cinco grandes grupos, que enlatan casi el 80% de la
producción nacional, apenas ronda el 3%. La salida a esta crisis, provocada por
un aumento de costes mayor del previsto y por la creciente competencia oriental,
solo ofrece dos vías de escape. Una, subir los precios de las latas de atún, que
significan casi el 63% del total de conservas fabricadas en España. Y
dos, desviar una buena parte de la producción hasta los países del sureste
asiático, donde los costes laborales son hasta diez veces menores que en
Galicia.
El lobby conservero gallego mantuvo ayer una
reunión secreta en el Club Financiero vigués para valorar su futuro. Directivos
de
Jealsa-Rianxeira,
Calvo,
Frinsa,
Alfageme,
Garavilla y la patronal nacional del sector, Anfaco, debatieron
durante más de tres horas una estrategia coordinada en lo que ellos mismos
calificaron como «encuentro rutinario ante la generalizada preocupación del
sector».
Los asistentes negaron que el grupo esté
«pactando precios» y se limitaron a subrayar que la subida de las conservas de
atún es «inevitable» para «corregir el actual desfase» entre el coste de
elaboración del producto y su posición en el mercado. En octubre, el Congreso
Mundial del Atún auguró subidas entre el 15 y el 20% para estas latas. Las
empresas gallegas, líderes del mercado europeo, creen que esos porcentajes «son
insuficientes».
Pero la auténtica amenaza llegará a medio plazo.
Las industrias han comenzado a valorar la posibilidad de trasladar producción a
los países del sureste asiático (Tailandia, Filipinas,
Indonesia, Malasia, Vietnam, sur de China y Corea).
Consideran este proceso «imparable» y cifran el desvío en un máximo del 54%,
justo el volumen actual de producción de las denominadas marcas blancas.
Europa no atiende las súplicas del sector y prevé abrir la mano a la entrada
de atún producido en Asia. En la actualidad, estas latas pagan un 25% de
arancel en Europa, y aún así se venden más baratas que las producidas en
España. La UE y la OMC quieren reducir hasta el 7% el arancel en
un plazo todavía no acordado, pero que podría oscilar entre los 5 y los 10 años.
Ese es el calendario que ayer las empresas estimaron como «oportuno» para su
desembarco en Asia. «Si nos mueven el terreno de juego, nosotros también
nos moveremos», señaló un portavoz.
La medida implicaría dejar las actuales factorías
gallegas, donde trabajan 12.000 personas, para productos de mayor calidad y
especialidades innovadoras en el campo de los alimentos preparados. La conserva
gallega produce y pesca ahora desde Latinoamérica, Europa y
África. El vuelco en Asia será la «próxima revolución».
Miguel Á.
Rodríguez
Comfia*
28 de noviembre
2007
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