Es secretario gremial
de la Asociación Argentina de Patrones de Pesca y secretario de Pesca de la
Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina
(FEMPINRA). Haciendo énfasis en el cuidado del recurso y la defensa del empleo
de los argentinos, el dirigente gremial analiza la crisis de la pesca, la
situación de las flotas, la relación con las empresas y busca un espacio para
los trabajadores en los centros de decisión de las políticas pesqueras del país.
–El año se inició con una
fuerte crisis pesquera, ¿cómo evalúan esto los capitanes de pesca?
–Con mucha preocupación, pero esto ya viene de años
anteriores y es correlativo a la historia de la explotación de este recurso. No
es novedoso, y los altibajos se demuestran por los ciclos propios de cada
especie y también por la mano del hombre. En determinadas épocas lo ha explotado
más que en otras, y eso ha marcado la realidad del caladero.
–Se habla desde una
sobreinversión en flota hasta un mal manejo por parte de la administración.
–Los factores son diversos, pero el más visible es, sin lugar
a dudas, el crecimiento de la flota. La industria pesquera evolucionó
vertiginosamente desde 1970, cuando la pesca todavía se practicaba con pequeñas
flotas, tanto en tamaño como en cantidad. Hoy la realidad muestra un cuadro
totalmente opuesto, las flotas han crecido en dimensión, en tamaño de buques y
capacidad de pesca, y también en el número de buques que operan sobre el
caladero. Como contrapartida, a mayor cantidad de buques menos espacios para
reproducción.
–¿En esto habría
responsabilidad de la administración?
–Absolutamente. Aunque la responsabilidad es compartida por
todos los actores de la actividad, por supuesto que unos más que otros. Y ya no
hay tiempo para señalar culpables de manera acusatoria, ahora hay que pensar en
cómo se soluciona esto de la mejor manera, porque no sólo hay que darle solución
al recurso ictícola sino también al recurso social, a la gente. La fuente de
trabajo que podía proveerse en algún momento ya no es la misma. A esta base de
trabajadores hay que darle una respuesta, tampoco se le pude decir sencillamente
que no hay más trabajo.
Hay que buscar salidas. Si se eligen soluciones drásticas,
hay que pensar en subsidios y otras medidas, porque a la gente no se la puede
dejar en la calle deliberadamente. Otra opción sería pensar en una metodología
que paulatinamente haga decrecer esta población, y que los trabajadores y los
inversores, porque también hay gran cantidad de inversores que no provienen
originalmente de la pesca, puedan ir reubicándose en otras actividades.
–Una reconversión de inversores
y trabajadores hacia otro sector.
–Sería un retorno a lo que se hizo en algún momento. Insisto,
la actividad recibió inversores y trabajadores de otros sectores, cuando lo pudo
hacer lo hizo, hoy eso debe ser a la inversa, y también se deben generar los
espacios para que se reubiquen en otras actividades que les permitan subsistir.
Si no le damos un respiro al caladero vamos a terminar sin trabajo para nadie.
Estamos frente a una crisis
social que, como siempre, los que más la van a sufrir son los de abajo,
los que tienen margen pueden buscar opciones, porque sabemos que el capital
permite buscar inversiones alternativas, pero el trabajador depende sólo de su
empleo, y más en esta actividad. Un pescador que lleva 20 o 30 años en lo mismo
difícilmente pueda iniciar una actividad nueva.
–Las empresas pesqueras han
pedido el acompañamiento de los trabajadores para obtener algunas mejoras en su
rentabilidad, como por ejemplo reintegros o reembolsos, y los trabajadores
también tienen sus reclamos, como el impuesto a las ganancias. ¿Se pudo hacer
funcionar una alianza al respecto?
–No, porque de hecho nunca existió. El trabajador lo que
necesita es empleo, e institucionalmente, cuando se ha planteado ir con un
reclamo en conjunto, en los documentos que se elaboraron para presentar al
gobierno no figuraban las necesidades pendientes de los trabajadores, como el
impuesto a las ganancias, o el tope a la obra social que lesiona directamente la
atención médica de los trabajadores, o el problema de la jubilación que es
incongruente con lo que se percibe en actividad.
Estos puntos básicos nunca aparecieron en los documentos,
entonces la alianza nunca se concretó. Hubo una intención de ir juntos a
plantear cosas al gobierno para mejorar el desarrollo de la actividad, pero
después cada uno ha ido por su lado; no se logra una acción en conjunto porque
hay intereses diversos.
–Sin embargo, los trabajadores
colaboraron suspendiendo los reclamos por una recomposición salarial.
–Se ha actuado de distintas maneras, de acuerdo a las
circunstancias. Hay períodos en los que se puede presionar más e imponer el
reclamo, y otros en los que tiene que haber una disminución de la lucha porque
ya se está sobre la acción productiva. Cuando la actividad se inicia, como en el
langostino o el calamar, no podemos presionar porque se va a un conflicto
directo. Y el trabajador no quiere esto, y nosotros como sus representantes
tampoco creemos que sea el momento de realizar paros. Actuamos en función del
desarrollo de la pesca; hay momentos, cuando dan los márgenes, que se puede
presionar, y otros en los que hay que permitir que la actividad se desarrolle.
En ningún momento dejamos de decir que el sector tiene
planteos para hacer y que deben ser solucionados, pero tampoco se puede arreglar
todo de un día para el otro.
–¿Cómo es la relación de un
gremio especializado en esta actividad, como la Asociación de Capitanes de
Pesca, con los otros sindicatos del sector?
–La relación con las tripulaciones siempre es buena, porque
para ser capitanes primero fuimos marineros, entonces hemos pasado todas las
etapas de lo que es estar embarcados en la pesca. Conocemos la idiosincrasia
desde el aprendiz de marinero hasta el capitán. La relación es siempre buena y
respetuosa, con las tripulaciones y con las organizaciones gremiales también. En
la búsqueda de que haya una unidad entre los trabajadores del sector, esta
conducción apuntó desde el inicio a tener una buena relación con los distintos
gremios de la actividad.
–A mediados del año pasado la
Asociación de Capitanes advirtió sobre la peligrosidad del Dispositivo de Escape
de Juveniles de Peces en las redes de Arrastre (DEJUPA), ahora son las Cámaras
las que lo plantearon. ¿Qué pasa con esto?
–Necesariamente debemos reaccionar. Lo hicimos en su origen,
participamos en la presentación del DEJUPA allá por 2000 y marcamos
algunas consideraciones que no fueron escuchadas. Apostamos a cualquier proyecto
que implique la conservación del recurso, pero no pueden invocarse soluciones
mágicas.
Reaccionamos porque somos los primeros en ser sancionados.
Tenemos la responsabilidad total a bordo, de cualquier resultado de la actividad
que realizamos, de la tripulación, del buque, de la captura o de la normativa.
Todas las responsabilidades recaen en el capitán. Y con respecto al DEJUPA,
reaccionamos porque los compañeros han manifestado mediante actas que existe
peligrosidad en su utilización con respecto a los tripulantes, y son los mismos
marineros quienes informalmente nos preguntan quién se va a hacer responsable si
ellos se lastiman con el dispositivo. A partir de ahí, se enciende una luz roja
que nos dice que prestemos atención. Por eso, más allá de que no haya
antecedentes, no podemos esperar hasta que pase algo. Todo lo que se pueda
implementar para cuidar el recurso será bienvenido, probémoslo, y si es efectivo
nadie se va a oponer a usarlo. El pescador es el primer interesado en preservar
el recurso.
–¿Cómo se está avanzando en la
concreción de un nuevo Convenio Colectivo de Trabajo?
–Si hablamos de la actividad fresquera, administrativamente
las paritarias están abiertas desde 2000. A raíz de la crisis de 2005, con la
resolución 254, se retomaron las conversaciones con un poco más de énfasis, se
han planteado las voluntades nuevamente con la Cámara, allí han cambiado los
dirigentes o al menos los puestos, entonces parece que la voluntad de
aggiornar un Convenio Colectivo útil para la actividad está más acentuada.
Veremos si en las próximas reuniones del Ministerio podemos ir cerrando al menos
algunos de los artículos que están plasmados en un anteproyecto que fue
discutido con los afiliados y aprobado en asamblea de fin de año. Si podemos
avanzar va a ser bueno para la actividad. Insisto: no hace falta hacer el
gran Convenio Colectivo de trabajo, pero sí tener una base para poder
desarrollarlo e ir mejorándolo paulatinamente.
–Varios termómetros indican que
la temperatura de la pesca en Mar del Plata está subiendo. ¿Cómo lo aprecian
ustedes?
–Los trabajadores embarcados somos cautos en este tipo de
lobby que se organiza ante las necesidades de plantear reclamos. Nosotros sólo
queremos trabajar, entonces somos cautos para no ser utilizados para este tipo
de jugadas. Entendemos que puede haber una necesidad del sector empresario, pero
la primera señal la tienen que dar ellos. Y si hay cosas que arreglar, lo
primero que hay que hacer es organizar la actividad. Reducir el pago en negro es
una necesidad imperiosa, y es lo que más se contradice con la posibilidad
caminar junto al sector empresario por algún reclamo.
Por ejemplo, hay empresas que cuando se debió recurrir a un
aporte voluntario por parte de los trabajadores para la obra social lo señalaron
como que los dirigentes le metíamos la mano en el bolsillo al trabajador y
algunas inclusive todavía no les hicieron las retenciones, pese a que el aporte
lo hace el trabajador y no la empresa. Sólo con la intención de generar
conflicto entre el trabajador y sus representantes.
Información proporcionada por
FEMPINRA
18 de abril de 2008
|