La depredación del ecosistema
marino está alcanzando cotas de una destrucción global irreversible a plazo
fijo. La pesca intensiva y la captura sin control de bancos de peces no ha hecho
más que aumentar año tras año, a pesar de los llamamientos de alerta
de la comunidad científica internacional sobre el agotamiento de especies,
desequilibrio del sistema y degradación del fondo marino.
Un ejemplo de esto es la situación del atún rojo, ya en
peligro de extinción.
La comunidad científica pide
ampliar las zonas de reserva marina y limitar las capturas de esta especie a un
máximo de 10.000 toneladas al año. Pero la Unión Europea ha preferido
optar por la cifra de 30.000 toneladas, es decir, una cantidad tres veces
superior a la recomendada y además, las capturas reales ascienden a más de
60.000.
A esto hay que sumarle las
actividades de engorde de especies y la cantidad de pescado desechado tirado
muerto al mar después de una pesca no selectiva.
Siguiendo en este camino, para
el 2050, el medio marino estará degradado con gusanos y placton que significará
que el mar tendrá el futuro igual de negro que la tierra.
Así pues, es urgente una
alternativa global donde la UE y la ONU lideren las medidas
asumiendo las propuestas científicas.
Por otra parte, hay que establecer una política
global de zonas de reserva marina que permita la regeneración activa de los
mares. La opción sería pasar del actual 1 por ciento de reserva a un 20 por
ciento global empezando por las zonas más amenazadas y empobrecidas donde la
población autóctona queda sumida en la miseria y a fenómenos de piratería. Este
20 por ciento implicaría una inversión de 12.000 millones a repartir entre la
comunidad internacional.
Los Verdes
www.verdes.es
26 de febrero de 2010
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