Los
estragos medioambientales causados por la actividad del hombre agotan el tiempo
para cambiar de rumbo. En palabras del biólogo experto en mares, Daniel Pauly,
“El futuro de nuestra civilización se decidirá durante los próximos diez años”
En la
actualidad, el 30 por
ciento de la pesca mundial es ilegal y el agotamiento de los recursos no es una
previsión. ¿Se están extinguiendo los recursos de nuestros mares? A
partir de 1950, el consumo de pescado se ha quintuplicado en el mundo y no
parece que la falta de recursos disminuya la pesca industrial.
Algunas ONG
hablan del abuso de los mares.
La que la protección de los océanos no llega ni al 1 por ciento. Pauly denuncia la forma en la que los Gobiernos
intervienen en la gestión marítima pues permiten prácticas no controladas.
El biólogo
califica a la Política Pesquera Común Europea como “una farsa” por la gran
cantidad de subvenciones y el bajo precio del combustible. Según la Organización
de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), el 19
por ciento de los recursos están sobreexplotados. Esta sobrecapacidad de la
flota se debe reducir a escala internacional en lugar de contar con millonarias
subvenciones como hasta ahora. De lo contrario, “del mar sólo podremos sacar
medusas y sopa de plancton”, asegura Pauly.
Detrás de estos
problemas hay intereses económicos y sociales. China no parece estar
interesado en ceder de su puesto de “gran pescador del planeta”
con 17 millones de toneladas de
producción pesquera que, con la acuicultura, suman 51 toneladas.
La pesca
industrial disminuye la riqueza del los océanos. El biólogo norteamericano
defiende la pesca artesanal, así como del consumo de especies más pequeñas y
abundantes, como la anchoa o la sardina, a los que además cataloga como los
“peces del futuro”.
La pesca incluso
contribuye a la emisión de los gases de efecto invernadero, lo que altera los
ecosistemas marinos con el crecimiento sin control de algas, algunas muy
peligrosas. A veces, este crecimiento se da en zonas donde no hay oxigeno, unas
zonas muertas vinculadas a las actividades pesqueras.
El pescado se ha
convertido en un alimento cada vez más popular, pero a la vez muy escaso en los
últimos tiempos. El mar no puede responder la gran voracidad del hombre;
prácticas como la pesca de arrastre dañan el medio marino y afectan de manera
directa a otra fauna marina como los cetáceos, tiburones o tortugas.
La desaparición de especies marinas perjudica a otras porque
contribuye a la pérdida de grandes depredadores como el atún o el tiburón,
indispensables para el ecosistema y su equilibrio en la cadena trófica.
La pesca
industrial es como una guerra contra los peces. Ganar esta guerra significa que
los peces van a desaparecer, al igual que el medioambiente que conocemos, afirma
Pauly.
La “crisis” en
la que el sector pesquero se encuentra puede cambiar la forma de ver el panorama
marítimo y abrir la posibilidad de repensar la pesca en todo el mundo.
“Puede que el calentamiento
global represente una oportunidad para rehabilitar el planeta y parar la
destrucción; para ello tenemos que aprender a coexistir con la naturaleza”,
concluye el biólogo norteamericano.
Karla
Alejandra Rojas Armijos
CCS
4 de agosto de 2009
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