Uruguay
Con Jorge Chichet
No vamos a regalar los puestos de trabajo |
Impulsado por el
Presidente de la República Tabaré Vázquez, rige
desde el 1 de marzo en Uruguay un decreto del Poder
Ejecutivo que prohíbe fumar en recintos cerrados
públicos y privados. La iniciativa ha generado
polémica ya que, según sus detractores, el decreto
atenta contra libertades individuales, pone en
riesgo la viabilidad comercial de muchos
emprendimientos y amenaza a miles de puestos de
trabajo relacionados con el tabaco, la gastronomía,
pubs, etcétera. Ante esta preocupante realidad Sirel
entrevistó a Chichet, presidente del Sindicato
Autónomo Tabacalero (SAT), organización que está
promoviendo un proyecto de ley para la regulación
del consumo de tabaco en Uruguay.
-¿Qué motivó al SAT a presentar el Proyecto de Ley
para Regulación y Consumo de Tabaco?
-La idea surgió a raíz de un decreto que en primera
instancia contemplaba mediante áreas exclusivas a
fumadores y no fumadores, tanto en los centros de
trabajo como en los de esparcimiento. Eso fue
modificado a raíz de que una agrupación de
comerciantes (CAMBADU)* manifestó que la mayoría de
los locales no contaban con las infraestructuras
necesarias para hacer esas obras, y entonces se
cortó por lo más fácil: no permitir que se fume en
ninguna área cerrada. Es lo que plantea el decreto
que está vigente desde el pasado 1 de marzo de 2006
y que ha determinado una seria discriminación entre
fumadores y no fumadores. La impugnación al decreto
solamente sirve para quien lo impugna, no se
generaliza, por esta razón impulsamos un proyecto de
ley que contempla la zona para fumadores y para no
fumadores, y para locales pequeños la opción para
que el dueño sea el que elija si es para fumadores o
no, a través de una cartelera exterior que lo
anuncie. Así es como se está aplicando en casi todos
los países del mundo, y no con la drástica
prohibición como se acaba de aplicar en Uruguay.
Cuando algo se impone, al principio puede que se
acate, pero con el tiempo produce un efecto
contrario, lleva a que como protesta de la gente se
den situaciones que no son deseables para la
convivencia.
-Desde que se instaló el debate el sindicato ha
planteado que para mejorar la salud ciudadana en
relación con el tabaco, respetando las libertades
individuales, lo mejor es regular el consumo e
instrumentar una campaña de educación y formación.
-Sí, por eso este proyecto de ley tiene base en la
educación y no en la imposición, y también por eso
está siendo bien recibido. En apariencia, que todo
el mundo deje de fumar es una buena idea, pero hay 2
o 3 millones de puestos de trabajo en el mundo que
dependen del tabaco.
-¿Qué receptividad han encontrado en los encuentros
con los parlamentarios?
-Todos los legisladores con los que nos hemos
entrevistado hasta el momento entienden que
hay que buscarle una solución, y que ello no pasa
por prohibir sino por convivir. Para impulsar el
proyecto es necesario que diputados y senadores lo
firmen. Aproximadamente en un mes terminaremos la
ronda de negociaciones, la receptividad ha sido muy
buena, pero queremos ir a lo concreto y que
realmente estén dispuestos a firmarlo. Si tuviéramos
el apoyo de las comisiones de Salud y de Trabajo de
las Cámaras de Diputados y Senadores, el proyecto
entraría rápidamente a considerarse, pero a
nosotros, como sindicato, se nos hace más difícil.
-¿Son optimistas?
-En una primera instancia no lo éramos, pero ahora
la situación se está revirtiendo. Una reciente
encuesta arrojó resultados de 50 por ciento a favor
y 50 por ciento en contra del decreto, cuando en los
comienzos reflejaba 15 a favor y 85 en contra. En
los primeros días de vigencia del decreto el
gobierno salió a decir que el acatamiento era muy
grande. Y es cierto, pero se da por un tema de orden
y de que los uruguayos somos respetuosos.
Actualmente esa correlación está cambiando, se está
fumando en lugares que no están habilitados y ya es
vox populi que hay bares que están cerrando sus
persianas y permiten fumar dentro. Es decir, hacer
un decreto y que después no se cumpla va a causar un
efecto contrario a lo que originalmente se buscaba,
que era disminuir de a poco el consumo de tabaco.
De 35
pesos (US$ 1,4) que es el precio de
venta al público de un paquete de 20 cigarrillos, 23
pesos van para el Estado, 6 para la distribución y 6
para la empresa. El contrabando está en un 30 por ciento del
mercado, y ese porcentaje es límite.
Si se sube el impuesto
y aumenta el contrabando la industria
en el país sería prácticamente inviable.
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-Con su postura CAMBADU radicalizó el decreto. Hoy,
a más de un mes de estar vigente y con las cartas a
la vista, ¿esa organización apoya vuestro proyecto?
-Todavía no hemos hablado con ellos. El principal
obstáculo para esta posibilidad que hoy estamos
planteando lo interpusieron ellos, pero con la caída
de las ventas de entre un 20 y un 30 por ciento –en
el invierno el porcentaje puede ser mayor– están
reviendo su posición. Aparentemente estarían
acompañando, todavía no lo tenemos del todo claro,
pero sería muy importante que expresaran su apoyo al
proyecto de ley.
-¿Manejan alguna cifra respecto al descenso del
consumo de cigarrillos?
-Hace un mes que rige la norma y todavía no puede
medirse en la reposición de mercadería, por lo que
nosotros como sindicato no tenemos cifras. Las
empresas calculan entre un 5 y un 10 por ciento la
merma en el consumo.
-Una baja importante en las ventas pone en riesgo la
continuidad de las tabacaleras en Uruguay ¿Qué
consecuencias traería el cierre de las empresas?
-No creemos que este decreto sea muy eficaz para
mermar las ventas. En cuanto a las fuentes de
trabajo, por la tecnología aplicada ya estamos en el
límite del personal necesario, por lo que en primera
instancia no creemos que pueda afectar muchos
puestos en la industria del tabaco, aunque sí en
otros gremios como el de la gastronomía, baristas y
todo lo que gira alrededor. Pero sí percibimos
serios riesgos en otras medidas que se están
manejando como, por ejemplo, la suba nuevamente del
impuesto al cigarrillo. Con eso sí se puede
complicar el panorama, ya que el contrabando puede
desplazar a toda la industria nacional que está
establecida en el país desde hace 125 años.
-¿Cuál es la carga tributaria que tiene el precio
del cigarrillo?
-El contrabando está en un 30 por ciento del
mercado, y ese porcentaje es límite. Si se aplican
más impuestos el contrabando se va a quedar con todo
el mercado. Al lado de Argentina, de Brasil –primer
exportador de tabaco y cigarrillos del mundo–, más
el cigarrillo que viene de contrabando desde
Paraguay, nuestra industria desaparecerá. De 35
pesos (ndr: 1,4 dólares) que es el precio de
venta al público de un paquete de 20 cigarrillos, 23
pesos van para el Estado, 6 para la distribución y 6
para la empresa. Es claro que si se sube el impuesto
y aumenta el contrabando un poco más, la industria
en el país sería prácticamente inviable.
-Y si se favorece el contrabando, baja la
recaudación impositiva del país; al no pagar
impuestos ingresa un producto muy barato, lo cual
favorece el consumo y no habría control de calidad
alguno. Se puede deducir que el número de fumadores
podría aumentar y que verían más afectada su salud.
-Está clarito. Van a ser productos no controlados,
no van a tener garantías mínimas de calidad y van a
evadir al Estado en más de 100 millones de dólares
que es lo que hoy se recauda anualmente por carga
impositiva. Esta cifra llegó a ser de 150 millones
por año, pero por la incidencia del contrabando bajó
a 100.
-¿Cuántos puestos de trabajo directo genera la
industria del tabaco en Uruguay?
-En total son 2.000 puestos de trabajo directo, casi
1.000 en la industria, 700 plantadores y los
restantes son de distribución.
-¿Cómo se encuentra el SAT ante esta coyuntura?
-Nos encuentra a todos los trabajadores muy unidos y
luchando parejo, cosa que no advertimos de parte de
las empresas. Han manifestado que van a pelear para
que no les aumenten el impuesto, pero que las
dificultades que se pueden generar con los puestos
de trabajo es un tema de los trabajadores y no de
ellos.
-¿Qué acciones tienen previsto desarrollar
próximamente?
-La asamblea de trabajadores con su voto nos ha
facultado para comenzar con las movilizaciones
cuando sean pertinentes. Por el momento entendemos
que hay que agotar la etapa de negociación y de
convencimiento. Si no tenemos receptividad para
nuestros planteos, entonces sí vamos a transitar
otros caminos, porque las fuentes de trabajo no se
las vamos a regalar a nadie. Y sabemos que no
estamos solos, contamos con muchos aliados en esta
lucha, el decidido apoyo del PIT-CNT, de la
Confederación de la Alimentación y de la UITA.
Rubén Yizmeyián
©
Rel-UITA
7
de abril de 2006
* Centro de
Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y
Afines del Uruguay.
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