Uruguay
Proteger la salud sin matar el trabajo |
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Como en el 1º de mayo de 1983 los
trabajadores
del tabaco buscando soluciones |
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El
presidente Tabaré Vázquez, la ministra de Salud
Pública María Julia Muñoz, y otros funcionarios del
gobierno uruguayo han expresado recientemente su
voluntad de impulsar medidas concretas que apunten a
una disminución del tabaquismo en la sociedad. El
fundamento de esta acción es la convicción de que el
consumo de tabaco puede provocar graves problemas en
la salud humana y proviene de la ratificación del
convenio marco promovido por la Organización Mundial
de la Salud (OMS) en la pasada administración de
gobierno, situación que desde hace cinco años el
Sindicato Autónomo Tabacalero (SAT) viene analizando.
Los
trabajadores y trabajadoras de la industria del tabaco
coincidimos completamente con la preocupación de las
autoridades por las consecuencias del tabaquismo,
especialmente para los no fumadores puesto que su
opción es, precisamente, no exponerse a los riesgos
del consumo de tabaco. Coincidimos también en que los
avances más profundos y duraderos en la lucha contra
el tabaquismo se producirán en el marco de las
campañas de educación de niños y jóvenes, quienes
deben recibir una mayor y mejor atención formativa que
apunte a enfrentar, además de la del tabaco, todas las
otras adicciones igualmente o más peligrosas.
La
ministra Muñoz también hizo referencia en sus
declaraciones a las “500 familias que viven del
tabaco”, aludiendo exclusivamente a las que plantan el
tabaco en Uruguay que, en efecto, llegan
aproximadamente a esa cantidad. Si bien para muchas de
ellas el tabaco no es su actividad principal, se trata
de un complemento imprescindible en su ingreso
familiar para asegurar la rentabilidad mínima de sus
predios. En casi todos los casos, además, se trata de
pequeños productores con escasas posibilidades de
sustentar por sí mismos un cambio abrupto de rubros en
su esquema de producción.
Pero
no se debe olvidar a los 2.000 puestos de trabajo que
reúnen los centros locales de acopio adonde llegan las
hojas secadas y se efectúa una clasificación inicial,
y la propia industria del tabaco. Estos centros de
acopio, además, se encuentran en los departamentos de
Rivera y Artigas, zonas muy empobrecidas y masivamente
golpeadas por el desempleo.
Por
otra parte, reconocemos la procedencia del convenio
marco promovido por la Organización Mundial de la
Salud, que limita severamente la publicidad del tabaco
en los medios de comunicación, y obliga a incluir en
los productos las advertencias sobre el riesgo que
implica el consumo del tabaco. No obstante, no debemos
pasar por alto que los principales países productores
de tabaco, como Estados Unidos, Japón, China, Brasil,
Argentina, Turquía, entre otros, no han ratificado ese
convenio. Estos países mantienen políticas de
protección y amparo a sus industrias tabacaleras y a
sus productores de tabaco.
Estimamos, sin embargo, que la propuesta de
incrementar la carga impositiva sobre el tabaco, sea
por la vía de aumentar el Impuesto Específico Interno
(IMESI) u otros gravámenes, provocaría una grave
distorsión en el mercado interno porque desprotegería
a la industria uruguaya en relación con las industrias
de la región, como las de Brasil y Argentina. Estamos
convencidos de que una medida de ese tipo acarrearía
el cierre casi inmediato de una de las empresas
afincadas en el país, al tiempo que generaría una
fuerte corriente importadora de tabaco más barato, en
principio de la región, y después posiblemente también
de otros orígenes donde, al contrario que en Uruguay,
la industria goza de ventajas impositivas.
Como
es lógico, esta reconfiguración del mercado no sólo no
estaría combatiendo el tabaquismo sino que eliminaría
fuentes de trabajo en nuestro medio y, aspecto no
menor, crearía una nueva línea apetitosa para el
contrabando, que ya ronda el 27 por ciento del
mercado, evadiendo al Estado 30 millones de dólares
cuando las empresas establecidas en el país aportan
100 millones de dólares anuales por concepto de IMESI
y llegaron a exportar por otros 50 millones de
dólares. El contrabando, además de arriesgar fuentes
de trabajo, estará exponiendo al público a consumir
productos de mucho menor calidad que los actualmente
comercializados en nuestro medio. Esta situación
crearía la paradoja de suprimir empleos en Uruguay,
amenazar la industria local y favorecer la misma
actividad en otros países, sosteniendo fuentes de
trabajo en el extranjero y promoviendo mayor
afectación a la salud pública en nuestro país, porque
ingresarán cigarrillos a un precio mucho menor al
actual y por consecuencia incrementará el consumo.
En
definitiva, el incremento del IMESI favorecerá a las
compañías transnacionales o a las industrias
nacionales, que buscarán rápidamente atender la plaza
uruguaya con la producción de alguna de sus plantas
ubicadas en la región.
De
alguna manera esto ya ocurrió con el ingreso al
Uruguay de la empresa British American Tobacco (BAT),
que se instaló sin respetar los acuerdos y convenios
colectivos que existen entre la industria y los
trabajadores, logrando así una ventaja comparativa en
detrimento del salario y las condiciones de trabajo de
sus empleados. Esta empresa no demoró mucho en hacer
lo que aparecía como obvio: importar cigarrillos a
menores precios que los producidos localmente.
Nuestro sindicato está muy dispuesto a estudiar
proyectos sensatos y a colaborar en la elaboración de
programas serios para luchar contra el tabaquismo,
especialmente con los que enfaticen en el aspecto
educativo, ya que la experiencia acumulada en este
tema ha demostrado que los resultados de las campañas
de represión del consumo son absolutamente
insatisfactorios cuando se los compara con las
acciones de educación.
Estamos, también, completamente dispuestos a discutir
la reconversión de los trabajadores y trabajadoras que
nos desempeñamos en esta industria, partiendo del
principio de la participación activa del sindicato en
la discusión de la sustentabilidad de la capacitación
o reciclamiento de los trabajadores y trabajadoras, ya
que algunas de las experiencias hasta ahora ensayadas
dejan muchas dudas acerca de su eficacia real en un
país con un índice de desocupación tan alto como el
que tenemos en la actualidad.
Mario de Castro
Secretario General del Sindicato Autónomo Tabacalero
(SAT)
13
de mayo de 2005
NOTA: Documento avalado por la Comisión Directiva y el
Consejo de Delegados.