Uruguay

Avances y limitaciones de los Consejos de Salarios

Algunos empresarios viven en el Novecientos

Casi un mes después de instalados formalmente los Consejos de Salarios, se hace necesaria una mirada global sobre los cambios que han traído sobre las relaciones entre empresarios y trabajadores.

 

Antes de asumir la administración del doctor Tabaré Vázquez quedó de manifiesto que muchos trabajadores estaban dispuestos a asumir un lugar de militancia ante los cambios que el futuro gobierno propusiera al país. Entre octubre y marzo, comenzaron a organizarse sindicatos en numerosas empresas que hasta ese momento no contaban con uno. Fueron momentos difíciles, y nos tocó acompañar más de una situación conflictiva con resultado incierto.

 

Ciertamente faltaba experiencia a los compañeros que asumieron esas tareas, no sólo respecto a las formalidades que deben considerarse en las relaciones con los empleadores y con el Ministerio de Trabajo sino también acerca de cómo organizarse o cómo funcionar en asamblea. En sentido contrario, sobraban decisión y convencimiento de haber sobrellevado buena parte de los costos de la crisis sobre sus hombros y bolsillos.

 

Cuando las nuevas autoridades de gobierno informaron que una de sus decisiones principales iba a ser la convocatoria a los Consejos de Salarios, los esfuerzos de sindicalización se multiplicaron. Todos los días llegaban a nuestro sindicato nuevos compañeros buscando información y apoyo para organizarse.

 

No podemos olvidarnos que esos anuncios incluían una novedad histórica, como era la convocatoria al Consejo de los Trabajadores Rurales, lo que ha exigido de la recién constituida UNATRA* un esfuerzo redoblado.

 

Ha sido un trabajo arduo coordinar y asegurar que ningún trabajador quede sin representación en este período de negociaciones. Los tiempos nos han quedado cortos más de una vez, y la falta de experiencia es un factor muy negativo para lograr acuerdos satisfactorios.

 

Los trabajadores de la alimentación hemos conseguido, en estos meses, concretar un viejo anhelo: constituir nuestra confederación. Desde ella hemos hecho el seguimiento de lo que se está planteando en los diferentes grupos y subgrupos.

 

En algunos sectores –el nuestro, por ejemplo– ya se han logrado acuerdos, y apenas falta la firma del Poder Ejecutivo para que el decreto sea emitido. Se trata por lo general de los grupos con mayor tradición de negociación, en los que no fue necesario recuperar un diálogo interrumpido a comienzos de los 90 sino simplemente retomar una práctica habitual en ese sentido.

 

Otros grupos se encuentran hoy en la mitad de la negociación, habiendo acordado algunas líneas generales y discutiendo aspectos parciales de las plataformas presentadas por los trabajadores. Aunque desearíamos que ya todos los grupos hubieran llegado a acuerdos, tampoco nos preocupa en demasía esta situación, ya que asumimos que luego de más de una década sin negociaciones es mucho lo que ha cambiado de la realidad de las empresas y de las condiciones de trabajo.

 

Pero, y esto sí es realmente preocupante, hay grupos que no consiguen avanzar porque las representaciones empresariales no muestran voluntad alguna de avanzar en la negociación.

 

Sectores de pequeñas y medianas empresas tienen a la mayoría de los trabajadores en negro, y por lo tanto no reconocen ninguno de los beneficios a los que éstos tienen derecho, o lisa y llanamente plantean rediscutir derechos que están laudados desde las primeras décadas del siglo pasado. En uno de los sectores, la delegación empresarial impugnó el acuerdo firmado por su representante, sin que hasta el presente haya quedado claro cuáles son los argumentos esgrimidos para solicitar la reapertura de lo ya acordado.

 

Pero esta situación no se ha planteado únicamente en los sectores donde las cámaras empresariales nuclean casi exclusivamente a empresarios nacionales que se reparten el mercado en pequeñas porciones. En más de un caso estas actitudes entorpecedoras de las negociaciones son promovidas o amparadas por empresas trasnacionales con una muy fuerte presencia en el mercado, cuando no son directamente monopólicas.

 

Poco antes del inicio de las negociaciones, en una charla sobre los Consejos de Salarios que contó con un público mayoritariamente vinculado a las empresas, el doctor Oscar Ermida Uriarte planteó que una de las diferencias con las convocatorias anteriores radicaba en que, en 1985 por ejemplo, ante cualquier problema en las negociaciones el Ministerio de Trabajo convocaba a José D’ Elía por el PIT-CNT y a José Villar por los empresarios para destrabar la situación. Hoy el movimiento sindical, más allá de los matices y de la saludable diversidad de su conformación, mantiene su unidad, pero las cámaras empresariales parecen encontrarse muy distantes unas de otras y sin una estrategia consistente en común.

 

Algunos parecen salidos del túnel del tiempo. Un empresario de un sector con fuerte presencia en las exportaciones del país comentaba que habían hecho una cámara nueva porque con sus colegas no se podía hablar ni llegar a acuerdos; otros han comprendido que el camino de la negociación y del reconocimiento de los derechos de los trabajadores no es contradictorio con el buen resultado de sus negocios. Pero hay otro grupo que parece apostar a generar una situación de bloqueo, quizás por aquello de que a río revuelto ganancia de pescadores.

 

Confiemos en que a corto plazo el sector empresarial abandone definitivamente las actitudes decimonónicas que subsisten en su seno y podamos cerrar este ciclo con negociaciones serias en todos los grupos.

 

 

Gerardo Pereira

Vicepresidente del Sindicato Autónomo Tabacalero (SAT)

19 de julio de 2005

 

 

* Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines.

  

  

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