La reciente extinción de la compañía
eléctrica Luz y Fuerza del Centro
agudizó la crisis social en México,
dejando a unos 40.000 trabajadores sin
empleo y evidenciando el irrespeto
presidencial hacia el Estado de derecho.
Las protestas se han incrementado en los
últimos días, mientras organizaciones
sociales denuncian que tras el decreto
de extinción de la compañía se asoman
intenciones claras de privatización.
El pasado 10 de octubre el país fue
testigo de cómo el presidente Felipe
Calderón anunciaba repentinamente la
extinción de la compañía eléctrica de
Luz y Fuerza del Centro, argumentando
ineficacia y corrupción dentro de este
organismo público.
Por órdenes del Ejecutivo, anunciando
una inminente indemnización para los
aproximadamente 40.600 trabajadores, se
desalojaron las diversas oficinas de la
compañía, utilizando efectivos de la
Policía Federal Preventiva (PFP).
“En un hecho sin precedentes en la
historia de México; se violentó
el Estado de derecho”, han señalado
reiteradamente analistas políticos y
representantes de diversos sectores
sociales.
Con esta medida se ha dado un duro golpe
al sindicato más antiguo de México:
el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME),
que en un comunicado ha dejado clara su
posición:
“Demandamos de manera urgente al
gobierno federal derogar el decreto de
extinción de Luz y Fuerza del Centro, la
salida inmediata de la PFP, la
devolución de nuestras instalaciones y
la instalación de una mesa de
negociación para establecer acuerdos de
carácter financiero y técnico, que
restablezca la legalidad constitucional
de Luz y Fuerza del Centro”.
El comunicado denuncia que el decreto ha
empujado a México a una
polarización social “de proporciones
monumentales”, y afirma que “la paz
social de los mexicanos se encuentra en
peligro”.
El descontento producido por la
repentina medida hizo que el pasado 15
de octubre el Zócalo capitalino, la
plaza más grande de México, se
colmara de manifestantes que llegaron
por millares para gritar un “¡No están
solos!”, en solidaridad con los
electricistas.
El centro histórico ha permanecido desde
entonces en medio de un flujo continuo
de protestas que siguen denunciando el
atropello ocurrido contra Luz y Fuerza
del Centro, a pesar de que la agenda
mediática poco a poco ha ido
disminuyendo la cobertura del tema.
Esta empresa abastecía a 25 millones de
usuarios en la capital y sus
competencias fueron trasladadas a la
Comisión Federal de Electricidad.
“Tras esta medida -aseguró el secretario
general del SME, Martín
Esparza- se esconden intenciones de
concesionar el transporte de energía a
través de fibra óptica a la empresa
WL Comunicaciones, de accionistas
españoles y mexicanos”.
Un 30 por ciento de la generación
de la electricidad ya está en manos de
privados.
Asimismo, Esparza denunció que
las tarifas de Luz y Fuerza del Centro
ya beneficiaban a los industriales,
mientras se recargaba a los usuarios
domiciliarios.
En su comunicado, el SME insiste
en que lo ocurrido “es un gravísimo
atentado a las conquistas históricas del
pueblo mexicano, demuestra palmariamente
la actuación de facto, como la hacen los
militares golpistas de cualquier parte
del mundo. Eso se llama fascismo”.
Rosa,
esposa de un trabajador de esta empresa
y madre de otro, explicó a Sirel
la dura crisis familiar que han
provocado estos despidos, en primer
lugar porque a su marido le faltaban dos
años para jubilarse y su hijo solamente
tenía dos meses de haberse incorporado
al sistema productivo del país.
“Somos trabajadores, no empresarios”,
asegura Rosa, mostrando
preocupación ante el hecho de que no
están capacitados técnicamente para
empezar un negocio con la indemnización.
La cantidad otorgada, dice, solamente
les servirá para “aguantar” unos meses.
Para ella, el decreto de extinción posee
también otro sentido oculto: generar a
través de las indemnizaciones un flujo
mayor de consumo, en una época de aguda
crisis económica.
“Cuando fuimos a traer la indemnización,
ahí estaban todos los de los bancos,
para recomendarle a la gente cómo
invertir. Los trabajadores iban a
recoger su cheque y lloraban, mi marido
lloró”, recordó Rosa con encono.
El gobierno, por su parte, no ha dado
visos de querer negociar de manera
efectiva, puesto que como condición pone
que los trabajadores acepten las
indemnizaciones.
Por su parte, juristas y abogados
denuncian la inconstitucionalidad del
decreto, y se prevé que las protestas
continúen.
México
sufre su peor debacle económica en 70
años. Este país cuenta con alrededor de
100 millones de habitantes, de los
cuales 51 millones son pobres, 20
millones sufren hambre y existe un
millón de nuevos desempleados, según
reportes del Instituto Nacional de
Estadísticas y Geografía.
“Con el decreto que disuelve Luz y
Fuerza del Centro, se abre una nueva
etapa en la lucha de clases, la cual
debemos tomar con mucha seriedad”, dijo
recientemente Marcos Tello, del
Movimiento de Liberación Nacional (MLN).
Mientras tanto, el Sindicato Mexicano de
Electricistas pide que el pueblo de
México defienda la industria
eléctrica nacionalizada.