Uruguay

Con Antranic Adourian

 Presidente del Sindicato de Trabajadores de Coca Cola (STCC)

“No debemos dejar solo a ningún gremio”

 Veterano y activo militante sindical uruguayo, Adourian repasa en esta entrevista su trayectoria, que remonta a los años cincuenta, y aborda los logros recientes de su gremio en un contexto de crisis económica  y social durísima como el que ha vivido su país en los últimos años.

Antranic Adourian

 

-Nací en Montevideo el 15 octubre de 1942 en el barrio del Cerro, donde aún vivo. Cursé hasta sexto año de escuela. Empecé a trabajar a los 14 años, después que murió mi padre, en la empresa de jabones BAO,  luego estuve en la Fábrica Uruguaya de Alpargatas (hasta 1968) y después ingresé en Montevideo Refrescos S.A. (Coca Cola), donde permanezco hasta hoy. Cuando entré a Coca Cola había alrededor de 1.500 trabajadores, y la empresa contaba con tres plantas en Montevideo y otras en Colonia, Salto, Paysandú y Canelones. Hoy tenemos solamente una planta en Montevideo y en el resto del país sólo quedan depósitos de distribución.

 

-Contanos tu larga historia sindical.

 

-Comencé mi militancia en 1957-58, en BAO formando la Comisión Juvenil de la empresa. Cuando ingresé a Coca Cola aún no estaba instalado el sindicato como tal. Ayudé a conformarlo junto a compañeros como “el negro” Adelino Dago, Leonardo Bolsi, Jorge Balparda y un grupo importante. En 1969 logramos formar el CGCC (Centro Gremial de Coca Cola). Nos integramos a la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB) y en 1972 a la Convención Nacional de Trabajadores, CNT, la central única. Allí integré la Mesa de Montevideo y diferentes comisiones.

 

-¿Cuántos trabajadores de aquellos 1.500 se afiliaron al sindicato en sus inicios?

 

-En aquel tiempo existían los mismos o peores temores de los que existen hoy a nivel de los trabajadores. Para integrar el sindicato, formarlo y lograr llegar a la Federación de la Bebida, evitando represalias, que eran muy comunes, hicimos una operación en la que algunos aparecían oficialmente afiliados y a otros los afiliamos en forma clandestina. Luego que, a partir de la acción  y de las movilizaciones, demostramos que era posible hacer un sindicato, se integró casi la totalidad de los trabajadores, tanto de ventas, administrativos como personal de producción.

 

-¿Cómo fueron tus años durante la dictadura?

 

-Yo integraba en aquel momento la Secretaría de Conflictos de la FOEB a nivel nacional y era el secretario general del sindicato de Coca Cola, lo que varias veces me llevó a ser citado a reuniones con los diferentes mandos militares en representación de la CNT. Me reuní, por ejemplo, con el coronel Néstor Bolentini y con el coronel Ramón Trabal. La primera reunión en que participamos fue después que se levantara la huelga general del 73. Fuimos citados por el Servicio de Inteligencia del Ejército, donde nos recibieron algunos tenientes, coroneles y capitanes que conformaban el Comando de Represión de Ilícitos Económicos (CRIE). Querían conocer información de las empresas, pero no pudimos aportar datos. Al finalizar este interrogatorio se nos advirtió que a partir de allí el sindicalismo quedaba fuera de lugar y que cualquier reclamo debía ser formulado ante el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. De inmediato les respondimos que nosotros teníamos nuestros organismos y que debíamos consultarlos para ver si aceptábamos esa determinación.

 

Durante la dictadura, el gremio de Coca Cola tuvo alrededor de 60 compañeros presos. Yo  fui detenido luego de la gran manifestación antidictatorial del 9 de julio del 73. Fui llevado, junto a un grupo de compañeros de Coca Cola, al regimiento noveno de Caballería, donde nos encapucharon y nos torturaron durante 20 días. Fuimos liberados con la advertencia de que volveríamos a ser llamados y detenidos, ya que no estaban convencidos de que además de militancia sindical teníamos otro tipo de militancia. Se nos acusaba de cualquier situación.

 

Posteriormente siguieron cayendo compañeros. Yo, como consecuencia de las torturas recibidas, debí ser hospitalizado y posteriormente salí hacia Argentina. Éramos un grupo de 7 compañeros que tuvimos el mismo destino, Buenos Aires, en 1973. Desde Argentina continuamos trabajando para reorganizar al movimiento sindical en Uruguay, pero ya estaba operando la Alianza Anticomunista Argentina y yo figuraba en sus listas. Debo remarcar la solidaridad de los compañeros de Argentina, fundamentalmente de los trabajadores, y de FATAGA y SUTIAGA en particular. Gracias a ellos conseguimos trabajo en Coca Cola en Buenos Aires durante un año.

 

Denunciados como activistas sindicales por un gerente de la empresa en Montevideo, ya instalada la dictadura en Argentina, estuvimos a punto de ser capturados. Logré colocarme bajo la protección de Naciones Unidas, que me consiguió, junto a mi familia (mi mujer y dos hijos chicos, de cinco y dos años) asilo en Suecia, donde viví nueve años. Allí trabajé en diferentes empresas, entre ellas Saab Scania, SKF, Volvo, y milité en actividades de solidaridad con Uruguay. Integré la Coordinadora de Solidaridad de la CNT, junto a los compañeros Félix Díaz, Ernesto Goggi, Ignacio Huguet, Sixto Amaro, Ricardo Vilaró y Luis Romero, que vivíamos en distintos países de América, de Asia y de Europa. En Suecia, los sindicatos nos apoyaron activamente, en nuestro caso la LO/TCO igual que sucedió en España, Holanda y otros sitios.

 

-¿Cuándo y cómo se reorganiza el sindicato de Coca Cola?

 

-Cuando tuvimos que exiliarnos el sindicato funcionó un tiempo y luego dejó de hacerlo. Desde el exilio nos dedicamos al apoyo a los presos y a la reorganización del movimiento sindical, a través de la coordinadora y a través de la Tendencia Combativa, que agrupaba a varios gremios. Paralelamente, participamos en varias conferencias de la OIT junto a compañeros sindicalistas llegados de Uruguay, como Richard Read y Juan Pedro Ciganda, que permitieron cerrarle las puertas a los intentos de conformar un sindicalismo Amarillo por parte de la dictadura. Más tarde, en 1982, y sobre todo a partir de 1983, empiezo a tener comunicación directa, por carta, con los compañeros de Coca Cola, que estaban intentando de organizarse. En 1984 me convocan para integrarme a las acciones que se estaban desarrollando. Cuando volví al país, en 1985, una vez caída la dictadura, me reintegré al trabajo.

 

-¿Cómo aprovechó la empresa esos años de inexistencia de organización sindical?

 

-Hasta 1981-1982 mantuvo un diálogo muy limitado con los trabajadores. De todas maneras la empresa respetó algunos acuerdos con el sindicato hechos en el 73. Por ejemplo, siguió pagando el 100 por ciento del salario vacacional, cosa que nuestro gremio fue uno de los primeros en lograrlo.

 

En 1985 Coca Cola es de las primeras empresas que decide retomar al personal que había sido arbitrariamente despedido. A partir de allí como sindicato tuvimos una fuerza muy importante, con mucha cohesión, mucha fortaleza. En 1986 hay un cambio gerencial: ingresa gente más joven que no había tenido que ver con la situación anterior y con la cual se establece un largo, fluido y productivo diálogo que condujo a  muchos avances. Logramos que se respetara al sindicato en las diferentes plantas de la empresa y a sus delegados, que se respetara la obra gremial, toda una serie de elementos que hasta el día de hoy el sindicato disfruta.

 

-Estos últimos años han sido durísimos en lo económico en el país. Ustedes han tenido algunos conflictos, pero 2004 lo cerraron satisfactoriamente, ¿verdad?

 

-Nada surge por generación espontánea, todo es parte de un proceso generado en primera instancia por el sindicato, por los trabajadores, y a partir de la movilización y la negociación sensibilizamos a la empresa y logramos por ejemplo el convenio que acabamos de firmar y que para nosotros marca un punto de partida trascendente. Los años 2001 a 2003 el país vivió una crisis enorme y nosotros tuvimos una situación conflictiva. Más de 40 trabajadores fueron despedidos, algunos negociaron su despido, otros que no quisieron irse recibieron igualmente despidos incentivados. A partir de esa situación replanteamos nuestro accionar a través de muchos días, muchas horas de reflexión y discusión entre muchos compañeros. Si bien aceptábamos que habíamos sido duramente golpeados no pensábamos que estábamos muertos y mucho menos que la herramienta sindical hubiera perdido validez. Nos pusimos a trabajar para remotivar a la gente, nos abocamos a elaborar una propuesta reivindicativa acorde con el momento de carácter reestructurador en que estábamos. En 2003 el sindicato comenzó a dar signos de una nueva fortaleza, lo que nos habilitó a llamar a elecciones y en una lista unitaria conformada por compañeros de todas las orientaciones y todas las visiones, contó con el apoyo del 87 por ciento de los trabajadores.

 

Una preocupación  importante fue acercar a los compañeros que habían sido tercerizados en las áreas de limpieza y seguridad, que tenían miserables salarios y pésimas condiciones de trabajo. Se trataba de 65 trabajadores que logramos incorporar a los beneficios del sindicato. Fue una tarea difícil, porque habían sido sometidos a hostigamientos y tienen muchos temores. En muchos casos carecen de posibilidades de acceder a otro tipo de trabajo. Hoy el 90 por ciento de los intentos de conformación de sindicatos son reprimidos, arrasados y lamentablemente dejan secuelas.

 

Sabemos que estos sectores de trabajadores de limpieza, de guardias, son aquellos en que se dan las mayores represalias y en los que existen mayores temores. En Coca Cola logramos organizarlos y este es el primer mensaje que queremos dar. Esto no surgió por casualidad, detrás de esa voluntad organizativa existía la solidaridad. A través de dos vías: la solidaridad para con el hermano trabajador afectado por esa situación, y también la solidaridad con nosotros mismos, evitando de que sean objeto de explotación.

 

La lucha que elegimos fue a través del diálogo, la formulación de propuestas y su concreción, elevar el nivel de conciencia y la responsabilidad. Y dio sus frutos. Sabemos que negociar es un aspecto importante siempre y cuando se tenga potencialidad de movilización. Solamente negociando no creemos que se llegue a buen puerto, está demostrado también que la lucha por la lucha, sin propuestas, sin alternativas, sin acción negociadora no llega a ningún lado. Debemos convencer, lograr la adhesión de los trabajadores y al mismo tiempo darles la seguridad de que no están solos, de que nos movilizaremos en la circunstancia que sea.

 

La mayor enseñanza que extrajimos de esto es que no se debe dejar a ningún gremio solo. Si hay represalias, si hay injusticia, debemos asegurar a los compañeros que nuestra voluntad no será solamente teórica sino que acompañaremos asumiendo todas las consecuencias. También debemos plantear a quienes brindamos esa solidaridad que esa acción no significa asistencialismo, que no estamos haciendo favores, que estamos haciendo algo que nosotros mismos necesitamos, como sindicato, como pueblo, como trabajadores, como uruguayos. Si queremos construir una patria nueva, una patria para todos, una patria justa, tiene que partir de esa base. Sabemos que hemos cometido errores y algunos de ellos han sido teorizar demasiado, plantear excelentes propuestas por escrito, en la televisión y en la radio pero sin posibilidad de concreción. Las patronales reaccionarias, que no son todas aunque sean muchas, a veces se ven alentadas por nuestra pasividad.

 

Sucede aquello que decía Berthold Brecht: hoy llevan a un cura, pero no me preocupa, yo no soy cura, hoy llevan a un estudiante, no me preocupa, yo no soy estudiante, hoy llevan a un obrero, no me preocupa, yo no soy obrero, hasta que llega el momento en que me llevan a mí.

 

El principal logro es que ahora la gente tiene confianza, y agrademos la posibilidad que nos da UITA de trasmitir una experiencia invalorable como fue la de Coca Cola. Y como también lo fue la de Pagnifique, donde militantes jóvenes lograron constituir un sindicato y ven que es posible luchar, que es posible organizarse, que es posible negociar, contando con la solidaridad y la acción de gente veterana como nosotros. Han derrotado la frustración.

 

-¿Cuántos trabajadores tiene hoy Coca Cola y cuántos integran el sindicato?

 

-Coca Cola tiene 500 y algo de trabajadores y el sindicato está conformado por 450 trabajadores. Hoy no son afiliados los jefes, los gerentes. De los trabajadores un 90 por ciento están afiliados.

 

-¿En qué situación se encuentran los distribuidores?

 

-También nuestro trabajo organizativo, solidario y representativo abarca a los 80 trabajadores ayudantes de fleteros del sindicato de transportistas. Son parte filial del sindicato de trabajadores de Coca Cola, como hoy lo es el sindicato de limpiadores y los compañeros de los depósitos del interior, que suman más de 80. En total los afiliados al sindicato superamos los 600. Los trabajadores de seguridad participan de los beneficios del sindicato, pero  por resolución conjunta no se han integrado al gremio. Eso sí, si en algún momento necesitan de nuestra solidaridad el sindicato va a estar con ellos.

 

-Cada logro es importante, pero ¿cuáles destacarías del nuevo convenio colectivo firmado hace pocos días?

 

-Primero y ante todo el respeto a la organización sindical por parte de Montevideo Refrescos y también de los empresarios que brindan los servicios tercerizados. En el  Código de Ética Empresarial que se dio Coca Cola está definida la no discriminación, no permite el trabajo infantil, el trabajo forzado, no permite ningún tipo de acción represiva, reconoce el pago de todas las horas trabajadas, sean comunes o extras. A 2 años de haber comenzado una nueva etapa del sindicato no hemos tenido reestructura, hemos mantenido cierta estabilidad laboral, que no está escrita pero que se respeta. También tuvimos algunas conquistas de carácter económico que no son secundarias. Este convenio le da fortaleza y unidad al sindicato, y eso se ve en las relaciones con los compañeros de la Confederación de la Alimentación, con los trabajadores de la Federación de la Bebida, con la central sindical PIT-CNT. Siempre nuestro gremio ha estado junto a los trabajadores de la salud y de todos aquellos que necesitan nuestra solidaridad, con acción, con movilización, con dinero.

 

-El 1 de marzo se instalará por primera vez en Uruguay un gobierno de izquierda. ¿Cómo deberá posicionarse el movimiento sindical?

 

-Siempre hemos dicho, y lo hemos practicado, que tenemos independencia de clase y nos sentimos orgullosos de representar y dirigir a la clase obrera. Algunos de nosotros hemos contribuido a ese cambio político, pero otros trabajadores que tienen otra visión, no. Creemos sí que va a haber un diálogo mucho más fluido entre los trabajadores, los sindicatos y el gobierno y que tenemos que hacer un muy buen uso de ese diálogo porque pensamos que la herencia que va a recibir el nuevo gobierno es una herencia que el pueblo uruguayo viene padeciendo desde hace largos años, de un desgobierno total, de miseria, de hambre, de desocupación y que esperamos revertir al más corto lapso posible.

 

-Antes recordabas la solidaridad recibida en Argentina durante el exilio. Hace pocos días ustedes mantuvieron un encuentro con la gente de FATAGA en Buenos Aires.

 

-Los compañeros de FATAGA siempre estuvieron junto a nosotros. Cuando comenzamos a reconstruir el sindicato en locales de la UITA allí empezó a germinar la nueva organización sindical, entre ellas la nuestra. En este momento es voluntad de la mayoría de la dirección del sindicato de Coca Cola integrarnos a UITA, a esa organización que conforman los compañeros de FATAGA y también compañeros de Brasil, del CONTAC, con los que hemos tenido fluidos contactos, experiencias y solidaridad. Pensamos que en el inicio de este 2005 nuestro gremio también estará acompañando  la organización de UITA. Recuerdo igualmente en estos momentos la lucha de los trabajadores de Coca Cola de Guatemala allá por el año 1980, en la que participé desde mi exilio en Suecia conjuntamente con los hermanos suecos, para contribuir a que cesara la malvada y atroz represión que se había desatado sobre la directiva del gremio. Hoy tienen un sindicato libre y democrático. Todo esto se consiguió a través de esta organización y pensamos también integrarnos a ella.

 

-Dados estos avances, ¿se puede concluir, como aquel viejo eslogan de la compañía, que todo va mejor con Coca Cola?

 

-Todo va mejor con los trabajadores de Coca Cola, de Pilsen, de Salus, de Norteña, de la alimentación y con todos los trabajadores uruguayos que tienen la buena voluntad de ser solidarios y justos.

 

Rubén Yizmeyián

© Rel-UITA

5 de enero de 2005

 

 

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