-¿Cuántos años hace que estás
relacionado
con este sector?
-Desde comienzos de 2001.
-¿Cómo lo describirías?
-Es un sector que tiene áreas
características que lo definen: es uno
de los principales exportadores de
productos agroindustriales en
Colombia y, por otro lado, concentra
un número muy importante de trabajadores
y trabajadoras.
-¿Estamos hablando de cuántas
personas
en total?
-Más de 100 mil trabajadores directos y
unos 200 mil indirectos.
-¿Cuántos por hectárea?
-En promedio, entre 14 y 16 trabajadores
por hectárea. La floricultura es quizá
el sector agroindustrial con mayor
concentración de trabajadores por unidad
de área. Pero también donde se vive la
más agobiante explotación. Un sector
ligado a importantes transnacionales…
-Un sector muy débil sindicalmente…
-Es así. Por regla general, cada vez que
se ha formado un sindicato se pone en
marcha toda una serie de mecanismos para
terminar con la organización. Pero, a su
vez, es un sector donde se puede crecer
sindicalmente, y en eso estamos.
-¿Un camino difícil?
-¡Muy complicado! El problema es que hay
una cultura antisindical enorme, que en
muchos casos ha permeado en los propios
trabajadores. Por otro lado, el 65 por
ciento de la mano de obra son mujeres, y
entre ellas predominan aquellas que son
jefas de hogar, que lo único que tienen
para el sustento de la familia es ese
empleo…
-De todas formas, la gente se anima y
esto da una idea de las deplorables
condiciones de trabajo que presenta el
sector.
-Están en condiciones pésimas, con una
excesiva carga horaria, expuestos a una
batería de agrotóxicos muy nocivos. Hay
una política generalizada de
incumplimiento en los pagos,
fundamentalmente de las prestaciones
sociales. En el sector es común la
violación sistemática de la legislación
laboral en relación al pago de horas
extras, trabajo en días festivos,
dominicales, etc.
-En el sector puedes encontrar un
empleo, pero muy pocas veces un derecho.
-Sí, las dos cosas no van juntas.
-Cuéntanos un poco sobre el proceso de
producción de flores.
-En
Colombia
se producen
esencialmente
rosas, claveles y astromelias. Ese es el
grueso de la producción.
Las semillas, en su mayoría holandesas,
germinan en invernadero y después viene
el proceso de trasplante. Luego los
tratamientos dependen de la variedad,
los claveles tienen un proceso de un
año, las rosas de hasta cuatro años, y
durante su crecimiento hay una serie de
labores: se enmalla la flor, la “empiolan”,
la “encauchan”.
Además del área de cultivo de la flor,
está el área de clasificación, que es un
trabajo muy duro porque el ambiente es
muy inhóspito, muy frío y muy húmedo,
donde permanentemente se está regando el
piso para mantener el frío.
Sabemos de algunas empresas donde en las
jornadas de pico, como las previas a San
Valentín, por ejemplo, se llega a
trabajar las 24 horas corridas.
Concentración en pocas manos
-¿Cómo en otros segmentos, la
concentración es una característica en
la floricultura?
-En los últimos años se está observando
un cambio profundo.
Un importante número de empresas,
principalmente pequeñas y medianas, han
cerrado sus instalaciones, mientras que
sólo dan muestras de poder sobrevivir
las ligadas a conglomerados en buena
parte de capital internacional, que
participan prácticamente en toda la
cadena, desde la producción hasta la
distribución sobre todo en
Estados Unidos,
hacia donde va el 80 por ciento de la
producción.
El sector genera ventas anuales por
1.000 millones de dólares, y las
transnacionales se quedan con un 70 por
ciento de ese monto.
Junto a este fenómeno, crece el
deterioro de las condiciones laborales y
de vida de la inmensa masa de
trabajadoras y trabajadores.
-¿Qué ha ido cambiando?
-Los
capitalistas han optado por descargar
sobre las trabajadoras y trabajadores
los aspectos que afectan a sus
ganancias: la devaluación del dólar y el
incremento de los costos de los insumos.
Por eso los despidos son cada vez más
frecuentes y se da una mayor
concentración de tareas en menos
operarios. Y como lo señalaba antes, a
esta situación hay que sumarle la
subcontratación, la supresión de todo
beneficio y la aplicación de métodos
inhumanos como el banco de horas o los
horarios flexibles.
-¿Esa intensificación del trabajo se
traduce además en un deterioro creciente
en términos de salud?
-Por supuesto. Ello explica por qué un
número creciente de trabajadores está
perdiendo su capacidad laboral a una
edad cada vez más temprana, agobiados
por dolorosas enfermedades como el
síndrome del túnel carpiano, bursitis,
tendinitis, síndrome de manguito rotador,
epicondilitis, enfermedad De Quervain, a
las que hay que sumarles, entre otras,
las dolencias de la columna vertebral,
de los miembros inferiores y las
afecciones respiratorias.
-¿Mucho trabajo repetitivo?
-Sí, sobre todo en el corte de la flor.
El producto que se exporta es la flor
recién cortada, y esto se hace con unas
tijeras parecidas a las de trozar aves.
Los trabajadores y trabajadoras pasan
jornadas enteras, ocho o diez horas
cortando y cortando. Antes un trabajador
realizaba distintas tareas, había una
rotación, pero ahora no. Por ello las
enfermedades son brutales.
Una constatación: los trabajadores con
mayor antigüedad tienen menos
enfermedades que los nuevos. Eso quiere
decir que antes el trabajo era menos
penoso, no tan repetitivo, ni tan
intenso.
-Estamos hablando de dolencias que en
muchos casos son irreversibles.
-Sí, eso es lo más doloroso. El
padecimiento del túnel carpiano no tiene
cura, como otros provocados por el
esfuerzo repetitivo.
-¿Qué sucede cuando alguien comienza a
sufrir dolor: ¿tiene algún seguro?
¿Puede acceder a algún tratamiento?
-Ahí los trabajadores pasan de ser
víctimas de las empresas, a ser víctimas
del sistema de salud. Sucede que en
Colombia
el sistema de asistencia es un proceso
tortuoso. Primero la empresa prestadora
de salud tiene un área laboral; ahí
pueden demorar meses para que lo
atiendan. Cuando lo hacen, muchas veces
la prestadora afirma que se trata de una
enfermedad común, producto de alguna
actividad de índole doméstica.
Si por casualidad la empresa prestadora
cree que es un problema relacionado con
el trabajo, la pasa a otra entidad que
es la administradora de riesgos
profesionales, la cual usualmente dice
que la enfermedad no es laboral, y luego
viene un trámite ante una junta regional
de calificación de las enfermedades que,
cuando califica una enfermedad como
adquirida en la labor estipula una
pérdida de capacidad laboral mínima.
Entonces, ahí estamos frente a un
trabajador que no puede utilizar ya las
manos, que no puede sujetar un pocillo o
abotonarse una camisa, y le dicen que
tiene un 5 por ciento de incapacidad
laboral; pero resulta que lo único que
puede utilizar un trabajador para
ganarse la vida son sus manos. Por lo
tanto, ha perdido el 100 por ciento de
su capacidad laboral. Lo único que hacen
estas prestadoras es restringir ciertas
tareas en algunos casos, pero luego las
empresas ni siquiera cumplen esas
restricciones.
-¿Cuánto gana en promedio una
trabajadora o un trabajador del sector?
-Generalmente el mínimo legal, en
promedio unos 250 dólares al mes.
-¿Con eso se vive en Colombia?
-No, con eso no se vive. Se calcula que
una familia de cuatro personas necesita
tres salarios mínimos para vivir en
Colombia.