La lucha de
los trabajadores por cobrar el salario
mínimo decretado por el presidente hondureño
Manuel Zelaya Rosales continúa, pese a la
oposición de los empresarios. Sirel dialogó
sobre este tema con Carlos Reyes, secretario
general del STIBYS, con base en el
comunicado que este sindicato lanzó días
pasados.
-¿En qué contexto el Presidente decretó el
aumento del salario mínimo?
-Incremento salarial no hubo, lo que el presidente decretó
fue un ajuste del salario mínimo hasta el 85
por ciento del valor de la canasta básica de
alimentos que contiene 30 productos que son
pura comida. Ahí no hay ropa, no hay
transporte, no hay alquiler de vivienda, no
hay educación, no hay salud y mucho menos
recreación.
En
Honduras el costo de la canasta básica es de
aproximadamente 330 dólares. El salario
mínimo decretado por el gobierno es algo
menos de 290 dólares al mes.
Desde
hace varios años venimos exigiéndole al
gobierno que el salario mínimo debe
ajustarse a la canasta básica, pero lo que
han hecho es utilizar el Índice General de
Precios al Consumidor,
que está conformado por el costo de unos 290
productos, cuyo aumento normalmente es menor por una serie de
ponderaciones que hay en los cálculos de
precios. Entonces, uno de los problemas es
que se están usando métodos de cálculo que
no corresponden.
-O sea que el salario mínimo sigue por
debajo del valor de la canasta básica como
lo estaba anteriormente.
-A partir de 1990, con la implementación del modelo
neoliberal, ese desfase se viene
incrementando año tras año, a tal grado que
en la actualidad, y
hasta que no
se concrete el ajuste decretado por el Poder
Ejecutivo, tenemos un salario mínimo de 150
dólares, que es casi la mitad del costo de
la canasta básica. Nosotros sostenemos desde hace años que el valor de la
canasta básica se debe ajustar al salario
mínimo, y no al revés.
-¿Piensas que el gobierno entiende que las
empresas van a pagar el salario mínimo, o
crees que es sólo una acción publicitaria?
-Las empresas
tratan de burlar el salario mínimo o no lo
pagan, tercerizan o contratan temporalmente.
Se trata de una cuestión política; el
gobierno no aprueba ninguna ley que los
empresarios no hayan admitido. Los
empresarios han estado metiendo presiones y
protestando por este ajuste, presentando
recursos de amparo ante la Corte Suprema de
Justicia. A su vez, la prensa de derecha y
de ultra derecha ataca las posiciones del
movimiento sindical. Por nuestra parte,
hemos salido a las calles a expresar nuestro
apoyo al ajuste del salario mínimo, para
exigirle al gobierno que haga cumplir a las
empresas.
El gobierno se muestra firme
ante su decisión de ajustar el
salario mínimo. El Presidente no
da marcha atrás, aún sabiendo
que está tocando los intereses
de las empresas. |
Los empresarios se negaron rotundamente a pagar el salario
mínimo. Luego, cuando vieron las
movilizaciones, dijeron: “No defendemos a
las empresas grandes porque ellas están en
condiciones de pagarlo; defendemos a la
pequeña y a la mediana empresa”. Pero eso es
algo que no tiene ni pies ni cabeza,
porque a un trabajador la canasta básica le va a costar 350 dólares ya
sea que trabaje en una empresa grande o en
una pequeña.
Toda la vida los empresarios han decidido cuál es el aumento
en los salarios, pero hoy no lo han podido
hacer porque no se han puesto de acuerdo con
la delegación sindical, y como dice el acta,
en ese caso debe ser el presidente de la
República el que lo resuelva. Entonces,
dejaron que el gobierno decidiera, pero
cuando éste lo hizo no les gustó. Antes sí
les parecía bien, con los aumentos
anteriores que se habían dado de 8 por
ciento o 5 por ciento, entonces sí los
presidentes eran alabados, eran gente
ponderada, gente que sí sabía la situación.
Pero hoy, son unos bandidos.
-¿Qué tipo de chantaje utilizan las empresas
con los trabajadores?
-Las empresas, aprovechándose del fin de año, y de lo que
llaman “crisis mundial”, le dicen al
trabajador: “Te
vamos a pagar tanto de salario -una cantidad
menor a lo estipulado por el gobierno- pero
no te despedimos del trabajo”.
Pero le hemos dicho a los trabajadores que eso es ilegal, y
si alguien lo firma no tiene validez. Los
empresarios siguen promocionando eso, pero
ahora cada vez menos porque las exigencias
en contra del salario mínimo son menores y
las empresas esperan la resolución de la
Suprema Corte de Justicia.
-¿Cómo reacciona el gobierno ante esta
situación?
-No va a dar marcha atrás y se están haciendo inspecciones.
En un relevamiento de más de 600 empresas
fueron encontradas 113 que no cumplían con
la paga del salario mínimo.
El gobierno se muestra firme en su decisión pese al
achicamiento que el Estado tiene ante las
empresas en este modelo neoliberal, donde
los perfiles de los políticos están por el
suelo, el presidente no da marcha atrás, aún
sabiendo que está tocando los intereses de
las empresas.
El TLC desbarató nuestro aparato
productivo y destrozó al pequeño
productor, al que tenía su
quintita, lo sacaron para las
maquilas donde precisaban
120.000 personas, y para eso
destruyeron la producción de
azúcar que involucraba a 25.000
productores con entre 100.000 y
150.000 trabajadores directos e
indirectos. |
-¿Qué medidas piensa tomar el STIBYS?
-Hemos realizado varias movilizaciones, una de ellas frente a
la Suprema Corte de Justicia. Allí leímos un
documento en el cual rebatimos la posición
de las empresas sobre la
inconstitucionalidad del salario mínimo. La
Corte aceptó el recurso de amparo presentado
por las empresas, pero no la suspensión del
acto reclamado.
Esas son las cuestiones contra las cuales hemos venido
luchando, y además le hemos presentado al
gobierno un documento en el cual le decimos
que hay que tomar medidas para ajustar el
Código de Trabajo en lo que se refiere a la
tercerización y al uso de trabajadores
temporales. Porque -como le decíamos al
presidente de la República- si se les
permite a las empresas seguir contratando
temporalmente y tercerizando, el salario
mínimo que decretó será prácticamente nulo,
y ellos impondrán sus reglas frente a un
trabajador con hambre, desnutrido, que lo
único que quiere es trabajar la jornada que
le impongan sin que importe cuánto va a
ganar.
Este modelo
económico no es de vida sino de muerte.
Hemos hablado con el presidente y con la Ministra de Trabajo,
Mayra Mejía, y estamos pendientes de
una resolución al respecto.
-¿Cómo influye el TLC con los Estados Unidos
en este asunto?
-Los empresarios se han dedicado a mostrar a Honduras
como un país donde se debe venir a invertir,
como un paraíso fiscal, pero aquí es un
paraíso laboral, donde el empresario paga lo
que quiere y deja al trabajador en
condiciones terribles. A partir del TLC
destrozaron sindicatos con la tercerización
y los contratos temporales. Por eso luchamos
para que el salario no sea desplazado por
ese tipo de contratación. Se decía que a
partir de 1990 llegarían a Honduras las
grandes inversiones. ¡Mentira!, lo único que
pasó fue que desbarataron nuestro aparato
productivo y destrozaron al pequeño
productor, al que tenía su quintita, lo
sacaron para las maquilas donde precisaban
120.000 personas, y para eso destruyeron la
producción de azúcar que involucraba a
25.000 productores con entre 100.000 y
150.000 trabajadores directos e indirectos.
¿No era mejor que siguiéramos produciendo
arroz y azúcar con esa cantidad de
trabajadores y productores, utilizando
nuestras tierras, aprendiendo a producir
mejor, antes que tener esas maquilas que no
nos sirve para nada, que ni siquiera pagan
impuestos? Definitivamente, todo esto es un paquete que la política económica
neoliberal ha implementado en
Latinoamérica.
-¿Son optimistas con respecto al resultado
de la lucha?
-Sí, pese a cualquier cosa que ocurra, la lucha va seguir.
Hay que organizar al trabajador, porque de
lo contrario las leyes van a echarse a la
basura.
La lucha
continúa, como lo hemos hecho siempre.
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