Carolina Llanos, secretaria de la Mujer
y Coordinadora Nacional de la Red
Nacional de Mujeres de la
UATRE, desempeña un rol
protagónico en el desarrollo del
Programa de Alfabetización Rural. Con
ella hablamos al cierre de las IX
Jornadas de Capacitación del PAR.
-¿Cómo evalúas lo sucedido en las IX
Jornadas de Capacitación?
-Excelente. Resalto el nivel de
compromiso de las facilitadoras, siempre
dispuestas, con muy buena actitud. Eso
anima mucho. Hay que destacar que
algunas compañeras han viajado más de 18
horas en ómnibus para estar aquí en
Buenos Aires.
-¿Cuántos centros de alfabetización
están en funcionamiento?
-Exactamente
hay 308 centros.
Pero hay gente que nos pregunta si se
pueden constituir más. Por lo tanto es
posible que ese número se incremente.
-¿Cuántos alfabetizados y alfabetizadas
hay hasta la fecha?
-Hasta el 2009 habíamos superado las 30
mil personas. Con los inscriptos en
2010, vamos a superar los 40 mil a fin
de año
-¿Las personas alfabetizadas, se
vinculan al Sindicato y sus acciones?
-La mayoría. Las mujeres, por ejemplo,
se integran a la
Red de
Mujeres de la
Unión Argentina de Trabajadores Rurales
y Estibadores (UATRE), se
convierten en militantes políticas.
Muchas mujeres que fueron alfabetizadas
por el
PAR
ahora son líderes en sus pueblos, se
vinculan a asociaciones de mujeres
rurales o a las labores que tienen
nuestras seccionales.
Además, acompañan las actividades de la
UATRE,
en cada acto ahí las ves en primera
línea, y se acercan para conocer a
Venegas
(Gerónimo)
y a contarnos que son del taller de tal
año…
-La alfabetización fue el disparador, y
ahora esas mujeres y hombres me imagino
que van por más…
-¡Por supuesto! La gente se motiva,
adquiere otra dinámica, por ello estamos
viendo otros espacios de estudio, de
trabajo, de participación ciudadana.
-¿Qué frases te han marcado cuando
la gente alfabetizada agradece a la
UATRE?
-Muchos
hablan que fue como sacarse una venda de
los ojos, y eso es algo muy fuerte para
nosotros. Recuerdo a una compañera
alfabetizada que ya no puede escribir
por la artrosis de sus manos, pero ahora
con más de 90 años lee La Biblia, que
era su gran anhelo.
Una frase muy movilizante fue la de otra
señora que llevaba consigo a los
talleres una carta que su hijo le había
escrito hacía dos meses y que al
finalizar el taller ella pudo responder:
“Adiviná
quién te escribe”,
encabezó su nota.
Son las vivencias personales de ellos,
las que a uno lo conmueven y lo
emocionan en la fibra más intima y hace
que sea un placer para nosotros poder
ejecutar estos programas de
alfabetización cada año.
Pero te repito, ojalá lleguemos al
momento en que no tengamos que hacerlo
más, porque eso significaría que ya no
hay más analfabetos en el campo.