Argentina

UATRE y la alfabetización rural

Con Carolina Llanos

“No hay mayor miseria

que no saber leer y escribir”

El Programa de Alfabetización Rural (PAR) de UATRE está dando cumplimiento al objetivo trazado por su secretario general, Gerónimo Venegas: “Trabajar incansablemente hasta que no quede ningún trabajador y trabajadora rural sin saber leer y escribir”. En 2002 se llevó a cabo una experiencia piloto en la que se constituyeron los primeros cinco Centros del PAR, donde fueron alfabetizados 109 personas. Hoy el Programa cuenta con 118 centros, lo que determina que al cierre de 2006, más de 7.000 compañeras y compañeros habrán sido alfabetizados.

Carolina Llanos

 

Carolina Llanos es la Secretaria de la Mujer de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE). Con 33 años, es casada, tiene dos hijos, Rosario de 8 y Ezequiel de 10, toda una promesa como músico, un virtuoso en el bombo y la trompeta, “sale a mí, no hay dudas, su padre no tiene oído musical”, comenta sonriente y con orgullo la mamá.

 

Santiagueña por opción, en realidad nació en Robadal, un pequeño pueblito de la Provincia de Tucumán, sin escuela y sin hospital.

 

Sus abuelos y sus padres fueron trabajadores rurales, aunque su mamá, cansada de la miseria que se padecía en Santiago del Estero, decidió trasladarse a Buenos Aires a estudiar enfermería. “Mi mamá vivió desde muy chica en la capital. En el campo se estilaba que las familias enviaran, sobre todo a las hijas, a la casa de algún familiar en la ciudad para que aprendieran a trabajar, se emplearan y ayudaran económicamente a sus padres. Es así que trabajó y estudió por dos años hasta recibirse. Yo admiro a mi mamá por haber tomado esa decisión, que con seguridad no fue fácil para ella”, recuerda emocionada.

 

Por su parte, Carolina, se fue a los doce años con su hermano para continuar la secundaria, y en las vacaciones trabajó como cosechadora. Igual que su mamá, se trasladó luego a Buenos Aires donde fue empleada doméstica, cuidó ancianos y se recibió como maestra rural. “Mi padre fue afiliado y dirigente del sindicato local, entonces la UATRE me dio alojamiento en Buenos Aires. Al tiempo de recibirme comencé a trabajar en la obra social de la Unión, me casé, tuve mis hijos. Cuando Rosario y Ezequiel crecieron un poquito, en 1999 me invitaron a integrarme a la parte gremial, y aquí estoy”.

 

Conversamos con esta mujer, comprometida con su historia y su UATRE, conocedora de la problemática de las asalariadas rurales desde su propia experiencia, que mantiene presente al abuelo que no se pudo jubilar por trabajar en negro y a su abuela, que murió sin saber leer y escribir.

 

-¿Qué problemas tienen las asalariadas?

-La mujer rural es discriminada desde pequeña, desde el seno de la propia familia. Cuando accede a un trabajo generalmente lo hace en “negro”, sin cobertura social, porque en el mejor de los casos la costumbre es registrar al varón, al “jefe de familia”. No obstante ello, la mujer ganará menos, pues se considera que el salario de la mujer actúa como un complemento de lo que gana el marido.

 

Esta situación se está transformando gracias a la libreta del trabajador rural, a través de la cual se han "blanqueado" más de 400 mil asalariados rurales, y más de 70 mil productores han sido registrados en el RENATRE.

 

-¿Y las condiciones de trabajo?

-Hay muchos problemas que surgen de la aplicación de los agrotóxicos. Por toda la labor que ha realizado la UATRE, sabemos ahora que estas sustancias afectan mucho más a las mujeres que a los hombres.

 

Otro capítulo son las lesiones por esfuerzos repetitivos. Esto es una situación terrible en las picadoras de maní en la provincia de Córdoba. Compañeras con sus manos deformes y padeciendo un dolor constante. Allí estamos trabajando arduamente en su organización.

 

Junto a la Red de Mujeres Rurales, y bajo la orientación de nuestro secretario general Gerónimo Venegas, estamos abocadas a la concientización de la mujer rural para que ella tenga la posibilidad de intervenir de manera eficaz en la transformación de la realidad y terminar con un sistema en el cual la injusticia se naturaliza, donde es normal aquello de “siempre fue así, el patrón así lo exige”. Esto está cambiando. No funciona más “el patrón así lo dice”, sino que es como tiene que ser, como lo dictan la UATRE y la ley.

 

-Mientras al campo llegan gigantescas cosechadoras monitoreadas por satélites, muchos trabajadores rurales nunca vieron una escuela. Cuéntanos acerca del Programa de Alfabetización Rural (PAR)

-El Programa comenzó en el año 2002 en cinco provincias del norte argentino, aunque el proceso se inició en el marco del Congreso Nacional de la UATRE de 1998, cuando se efectuó una encuesta entre los congresales representantes de cada una de las provincias. Como resultado de la misma surgieron tres demandas: capacitación en manejo de maquinaria agrícola, capacitación sobre agrotóxicos y alfabetización.

 

En 2003 se firmó un Convenio Marco entre el Ministerio de Educación de la Nación y la UATRE con el fin de aunar esfuerzos y colaborar con el diseño y la implementación del PAR. Asimismo, el PAR fue declarado de interés parlamentario por las cámaras de Diputados y Senadores de la Nación y se lo declaró de interés provincial en las provincias de Santiago del Estero, Jujuy y Misiones.

 

Hasta la fecha se crearon 408 Centros del PAR en el todo el país, donde en 2006 se alfabetizarán 7.411 trabajadores y trabajadoras rurales.

 

Año

Centros del PAR

Alfabetizadas/dos

2002

5

109

2003

91

1573

2004

95

1765

2005

99

1941

2006

118

2023

Total

408

7411

Los datos de 2006 corresponden a los registros de inscripción.

 

 

-¿Cuánto tiempo lleva el proceso de alfabetización?

-Aproximadamente unas doce semanas, con una dedicación de tres días semanales, de una hora y media de duración cada clase.

 

-¿Cuántas personas integran los grupos?

-Entre diez y quince, y funcionan en un ámbito denominado Centro PAR.

 

-¿Con cuántos facilitadores cuenta el PAR?

-Unos 150, que son militantes sociales, que reciben una formación especial en la sede central de la UATRE y se les entrega todo el material didáctico que usarán durante el proceso de alfabetización. 

 

-¿En su mayoría son mujeres?

-Sí, y pertenecen a la Red Nacional de Mujeres de la UATRE.

 

-¿Y entre los alfabetizados?

-Un 80 por ciento son mujeres, porque cuando hay que optar entre que estudie el varón o la niña, es costumbre que se decida por el primero. Por otro lado, las mujeres aceptan con menos prejuicios que los hombres su condición de analfabetas.  

 

-¿Quiénes pueden beneficiarse del PAR?

-Está pensado para personas de 15 años en adelante que no saben leer ni escribir.

 

-Gerónimo Venegas ha manifestado en reiteradas oportunidades que el PAR y la Libreta del Trabajador Rural son dos herramientas fundamentales en la tarea de dignificación de la familia rural.

-Por supuesto, Venegas suele decir: “No queremos niñas y niños trabajadores rurales, ni trabajadores ni trabajadoras sin alfabetizar”. En un niño o niña trabajando debemos ver, además de la situación de explotación, a un niño o niña que no está en la escuela. Con la libreta eliminamos el trabajo en negro, eliminamos también el trabajo infantil y se brinda la oportunidad de incrementar la alfabetización en el medio rural.

 

-En cierta medida el PAR está dando visibilidad a una problemática difícil de aceptar en un país como la Argentina.

-El analfabetismo es un problema endémico en el medio rural, y esa situación es funcional a muchos intereses. Está claro que no nos podemos guiar por las estadísticas, porque es mucha la gente que responde que sabe leer y escribir, y en el mejor de los casos sabe firmar, dibuja su nombre. La gente no se anima a decirle a cualquiera que es analfabeta; es que fueron estafados durante tanto tiempo –todavía hoy- por el hecho de no saber leer y escribir, o por dar a conocer esa condición o, también, por no mencionarlo y fingir que se sabe leer estampando una firma a ciegas y cediendo tus derechos.

 

-Un número importante de mujeres mayores fueron alfabetizadas.

-Sí, y la mayor de todas tenía 82 años de la provincia de Jujuy, Palpala. Doña Francisca, “Doña Pancha”, se alfabetizó en 2002. La abuela Pancha dice que le sacaron una venda de los ojos y que no hay mayor miseria que no saber leer y escribir.

 

Testimonios

“Al principio me daba vergüenza venir al grupo, pero quiero aprender para no andar pisoteado por los patrones, porque eso me sucedía en el trabajo: venían y me hacían firmar papeles. Ahora, para leer algún documento o recibo de sueldo ya me defiendo”.

(José, Neuquén)

 

 

“Yo he sido huérfana. Me he criado en medio del granizo, en medio de la nevada, descalza. Así me he criado yo, sufriendo. Y después, cuando me hice joven trabajaba en mis telas, mis colchas que vendía, y con eso he criado a mis hijos. Así he sufrido yo, señores. Y más sufría porque no sabía leer y ver a la gente que leía a mí me daba pena. Y yo agradezco a la UATRE que me ha ensañado a leer.

(Doña “Pancha”, Jujuy)

 

Gerardo Iglesias

© Rel-UITA

1 de abril de 2006

 

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