Los cosechadores de
naranja del departamento de Salto, en el norte uruguayo, se
preparan para ser anfitriones del Congreso Fundacional de la
Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines
(UNATRA) que, por primera vez en el país, agrupará a todos
los asalariados del sector. La patronal, nerviosa, al borde
de la histeria por perder su impunidad, responde con
amenazas, violencia y provocación.
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Uruguay
13-04-2005
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-La persecución sindical que existe en este sector laboral se
está expresando de forma evidente, y los hechos que suceden
en este momento están directamente vinculados con los
ocurridos hace apenas 15 días (véanse artículos
relacionados). En esa ocasión fueron amenazados de muerte y
discriminados racialmente dos dirigentes del
Sindicato Único de Obreros Rurales y Agroindustriales (SUDORA).
-¿Qué está ocurriendo ahora?
-Lo primero es que las empresas no están respetando los
acuerdos laborales a los que llegamos y que fueron firmados
en el Ministerio de Trabajo el pasado 28 de marzo. Luego
fueron las amenazas de muerte y los despidos a estos dos
compañeros mencionados, y ayer, jueves 28, efectuamos una
asamblea en la ciudad de Salto con todos los empleados por
la empresa CORALER
SA en la cual informamos sobre la
realización el sábado 30, en esa ciudad, del Congreso
Fundacional de la
Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines
(UNATRA). Hicimos la asamblea en un lugar abierto, que es
donde se concentran las cuadrillas para ser transportadas
por los vehículos de las diferentes empresas a sus lugares
de trabajo. Allí, ante varios centenares de personas y
mientras nosotros informábamos del tema mencionado, el
chofer de uno de los ómnibus recibió la orden del capataz de
arrancar con apenas una pequeña parte de la cuadrilla,
abandonando allí a 13 trabajadores que debían utilizar ese
transporte.
-¿Fue el único que asumió esa actitud?
-Así es. Se trata de personal que es contratado por la
empresa ADECO,
a su vez subcontratista de
Caputto Hnos.
El capataz argumentó que no estaban autorizados a esperar a
nadie, y mucho menos por una asamblea sindical. Después que
terminó la asamblea un grupo de dirigentes fuimos a dialogar
con los responsables de la empresa para reclamar que los
compañeros allí abandonados fuesen transportados a sus
lugares de trabajo. Una hora después vino un vehículo, pero
en vez de llevarlos a trabajar los condujo de regreso a sus
casas, lo que significa que ellos perdieron su jornal. Esta
actitud tiene el objetivo evidente de intimidar a los
trabajadores; el mensaje es que quien participa en las
asambleas puede quedar tirado ahí, sin posibilidades de
trabajar ese día.
Pero esto no fue todo. Un poco más tarde, a las 14 horas de
ese mismo día, en una de las quintas atendidas por el
contratista Luis Martínez Vital, el mismo que, además de
tratarlos de “Negros de
mierda...” amenazó de muerte a los dos
compañeros, exigió al capataz que los integrantes de su
cuadrilla debían cosechar un promedio de 25 cajones de
naranja ese día. El capataz objetó la orden argumentando que
con la producción de los árboles en esa quinta sería
imposible llegar a ese promedio. Martínez reaccionó
despidiéndolo, pero junto con el capataz se retiraron
solidariamente de la quinta otros 22 trabajadores, casi la
totalidad de la cuadrilla.
-¿Qué valoración está haciendo el sindicato de estos
incidentes?
-En lo puntual se está conformando la opinión generalizada de
que este señor Martínez debe ser expulsado de la actividad,
ya que una persona con estas características tarde o
temprano provocará alguna tragedia. Pero Martínez no está
solo, sino que es amparado por la empresa
CORALER SA,
propiedad de Caputto
Hnos., que contrata sus servicios.
En lo general vemos que existe una ofensiva patronal
fríamente calculada para provocar incidentes y así ensuciar
el partido y tener excusas para no cumplir con los acuerdos
firmados. Esto de las amenazas y la represión contra los
afiliados y asambleístas es apenas una perla de un largo
collar. Por ejemplo, puedo citar el caso concreto de un caso
evidente de discriminación de género, ya que
Caputto
firmó un acuerdo según el cual debe pagar semanalmente a
todos los trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, una
cuadrilla que está integrada sólo por mujeres, contratada
también por CORALER,
cobra por quincena, siendo que a todos los hombres se les
abona por semana.
-¿Cómo reaccionó el sindicato concretamente?
-Se ha hecho la denuncia correspondiente ante el Ministerio
de Trabajo y, por supuesto, el tema de garantizar los
derechos sindicales de los trabajadores rurales ocupará un
lugar central entre los que se debatirán en el Congreso de
UNATRA
que comienza mañana mismo.
Carlos Amorín
© Rel-UITA
29 de
abril de 2005