A través de sus palabras nos acercamos a la situación actual
de Colombia, donde hay más de 30 millones de pobres y 14
millones de personas que viven en miseria extrema, y un
conflicto armado de más de 40 años. Amnistía
Internacional denuncia los abusos continuados contra los
derechos humanos perpetrados por todas las partes y agentes
implicados en este conflicto: ejército, paramilitares y
“guerrilla”, así como la necesidad de las víctimas a la
verdad, justicia y reparación y que los responsables de
abusos contra los derechos humanos y otros crímenes
comparezcan ante la justicia.
-¿Cómo resumiría el conflicto armado colombiano?
-Es el resultado de las profundas desigualdades políticas,
económicas y sociales que de antaño subsisten en el país. Es
un conflicto armando interno político-militar entre un
Estado que persiste en la violación sistemática y reiterada
de los derechos humanos y una insurgencia que por más de
cuatro décadas ha utilizado las armas como vía para el
ascenso al poder político. Un conflicto armado interno que
tiene como víctima principal a la población civil.
-¿Cuál es la situación hoy?
Para mostrarse partícipe de la denominada lucha mundial
contra el terrorismo, el presidente Álvaro Uribe pretende
desconocer la existencia del conflicto armado interno,
sosteniendo que en Colombia hay una amenaza terrorista. Esta
visión de la realidad colombiana genera consecuencias
negativas para la población civil: en lo humanitario, lo
político, lo jurídico, lo económico y lo social. Si se niega
la existencia de un conflicto armado no hay razón para la
negociación política y si no hay negociación política, para
qué hablar de mediación de la comunidad internacional. Pero
sobre todo, eso genera consecuencias humanitarias: si no hay
conflicto armado no hay crisis humanitaria, y sin crisis
humanitaria no se precisa ayuda de la comunidad
internacional.
-¿Cuáles son las características de la guerrilla?
-Después de la desintegración y reincorporación a la
vida civil (en los años 50) de los grupos de resistencia
armada del Partido Liberal, la violencia reapareció, esta
vez en la década de los 60 con la conformación de las
guerrillas revolucionarias de las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias Colombianas), el ELN (Ejército
de Liberación Nacional de Colombia) y el EPL
(Ejército Popular de Liberación) integradas inicialmente por
campesinos y militantes de izquierda [estudiantes, médicos,
abogados, etc.]. Hasta 1990 existieron varios grupos
armados. Bajo la presidencia de César Gaviria, se celebró un
acuerdo de paz con varios grupos y algunos de sus miembros
se integraron en la vida política colombiana con asiento en
el Congreso. Hoy continúa un grupo muy grande, las FARC, con
al menos 16.000 miembros, y otro como el ELN, con al menos
4.000, aunque fuentes no oficiales dicen que el número total
puede ser incluso del doble.
Mi trabajo a favor de los derechos humanos de los
prisioneros políticos me ha permitido conocer muy de cerca
algunos de sus planteamientos con lo cual, podría afirmar
que aún mantienen el ideario político, que existe en sus
integrantes una conciencia y una formación política, que
persisten en la toma del poder, en la construcción de un
modelo político, económico y social distinto al del
capitalismo y sueñan con la instauración de un gobierno
donde la democracia no sea una simple suma de votos.
-¿Cuáles son las posibilidades de negociación con la
“guerrilla”?
-El camino hacia una solución política al conflicto armado
no es sencillo. Varios son los intentos que los gobiernos de
turno han hecho para lograr soluciones negociadas; sin
embargo, han fracasado en el intento, especialmente con las
guerrillas de las FARC y el ELN.
Por eso han insistido en el tema de los acuerdos
humanitarios, en la salida política negociada al conflicto
armado y no en la salida militar. Si bien antaño otros
gobernantes propugnaron una salida política al conflicto
armado, el actual gobierno no lo ve así. El único camino que
propone es la rendición o la derrota militar de las
guerrillas. El gobierno de Uribe carece de una política de
negociación con la insurgencia, incluso en el tema de
acuerdos humanitarios.
-¿Por qué el Gobierno negocia con los paramilitares?
-Por
la complejidad de la situación hay que diferenciar muy bien
entre lo que son actores del conflicto y partes del
conflicto. Las partes en conflicto son Estado colombiano y
la insurgencia agrupada en las FARC y el ELN, únicamente.
Actores del conflicto como los paramilitares son a su vez
parte de una de las partes. Por tanto, no existe una
negociación entre el gobierno y los paramilitares. A mi
juicio, lo que hay son unas conversaciones entre actores a
los que les unen objetivos comunes: derrotar a la
insurgencia, legitimar el proyecto paramilitar, favorecer la
impunidad y legalizar los dineros del narcotráfico.
-¿Hay sensibilización por parte de los medios de
comunicación?
-El
presidente Uribe es un presidente mediático. La forma de
manipular las encuestas de “favorabilidad” en los medios de
comunicación demuestra que los medios de información se han
convertido en una estrategia del gobierno, en un arma de
guerra. Desde la desinformación y a grandes titulares se
ganan, en el papel, las batallas políticas y militares
contra la insurgencia. A través de los medios de
comunicación se intenta demostrar a la opinión pública
internacional que Uribe está ganando la guerra. La prensa no
es ni independiente ni imparcial con lo cual le han hecho un
flaco favor a la democracia y a los derechos humanos. No hay
que olvidar que en Colombia, como en otras partes del mundo,
los medios de comunicación están en manos de los grandes
monopolios y los periodistas tienen que decir lo que sus
dueños quieren.
-¿Cuál es su opinión respecto al apoyo de Europa al actual
gobierno colombiano?
-Los
defensores de los derechos humanos estamos muy preocupados
por el apoyo casi incondicional que muchos gobiernos
democráticos europeos, sobre todo el español, han dado al
presidente Uribe; hasta el punto de no exigirle el
cumplimiento de las recomendaciones de los organismos
intergubernamentales de derechos humanos. Me preocupa que en
esa competencia con Estados Unidos por controlar los
mercados de América Latina se dé preferencia a los acuerdos
comerciales con los países y no a cuestiones de derechos
humanos. Lo que está ocurriendo en la Unión Europea, en
relación con la situación de derechos humanos en Colombia,
es muy grave. Hemos perdido un gran aliado en la comunidad
internacional para el cumplimiento de los derechos humanos.
-¿Cuál es la importancia de la pobreza en el conflicto?
-A
la paz en Colombia no se llega sólo con el silenciamiento de
los fusiles. La gente que padece diariamente la miseria y el
hambre puede crear mañana un ejército mayor al que se ha
reinsertado. Las tremendas desigualdades sociales existentes
son el combustible del conflicto. El gobierno se ha
equivocado, creyendo que la paz es un problema de orden
público. El problema es de redistribución equitativa de la
riqueza. La paz tiene que ver con la satisfacción de las
necesidades básicas de la población. Y mientras esas
necesidades sigan existiendo siempre habrá conflicto: social
o armado.
-¿Cuál es la situación de los defensores de Derechos Humanos
en Colombia?
-Desde que Uribe llegó al poder hace más de tres años, al
menos han sido asesinados 33 defensores de derechos humanos.
Uribe ha dicho que nosotros somos sus enemigos, que somos
amigos del terrorismo. En 2001 afirmó públicamente que
nosotros éramos amigos de los terroristas, aunque
posteriormente en la prensa haya declarado que hay que
respetar nuestro trabajo. Es en Colombia donde más
defensores de derechos humanos han sido asesinados.
Carlos Mirete y Ana Vázquez
Amnistía Internacional
Agencia de Información Solidaria
21 de abril de 2005