Luis López,
más conocido como “El Gordo”, es presidente
de la mítica Unión de Trabajadores
Azucareros de Artigas (UTAA), fundada a
principio de los 60 por el líder guerrillero
Raúl Sendic. En diálogo con Sirel, López
explicó por qué los pequeños productores y
trabajadores rurales se encuentran en
conflicto
con ALUR y denuncian que el Proyecto
Sucroalcoholero
puede terminar en una pesadilla social.
En febrero de 2006, el gobierno uruguayo creó la empresa
Alcoholes del Uruguay SA (ALUR) por
medio de la Administración Nacional de
Combustibles, Alcohol y Pórtland (ANCAP)
y la Corporación Nacional para el
Desarrollo, capitalizada posteriormente por
la petrolera venezolana PEDEVESA como
accionista minoritario. El propósito era
reactivar la producción de caña de azúcar en
el norte uruguayo e iniciar la de etanol, en
el marco de un Proyecto Sucroalcoholero con
un fuerte trasfondo social. ALUR
nació para ser el botón de muestra del “país
productivo” prometido por el actual
gobierno.
-¿Cómo surgió el actual conflicto?
-Después de una ocupación de tierra que efectuó la Unión de
Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA)
junto a la Gremial Granjera de Bella
Unión y al Sindicato de Obreros de CALNU
(SOCA), hace un año el gobierno nos
entregó en arrendamiento 10 hectáreas a cada
una de las 39 familias ocupantes, 18 de
ellas corresponden a asalariados rurales
cortadores de caña, más conocidos como
“peludos”. Esa tierra nos fue entregada ya
plantada con caña de azúcar, pero no se nos
dio acceso a ninguna maquinaria,
herramientas o condiciones de trabajo en
general.
A pesar de que desde un principio vimos que las cosas no
parecían ir hacia dónde se nos había
prometido, hacia un cambio social en el
marco de un proyecto socio-productivo,
decidimos esperar un año completo para hacer
un balance racional y fundamentado de todo
el proceso.
-¿Qué ocurrió durante ese año?
-A pesar de todas las dificultades, el trabajo se fue
haciendo pero generando una deuda con
ALUR que proporcionó los insumos y
arrendó las horas de maquinaria necesarias
para las tareas productivas y de
mantenimiento. El compromiso fue pagar con
producción de azúcar durante dos o tres años
para que no quedáramos ahogados desde el
inicio. Un problema imprevisto fue que a
causa de las numerosas e intensas heladas
que hubo el año pasado, el tenor de azúcar
de la caña fue bastante bajo, aunque la
cantidad de caña producida en nuestros
predios (900 kilos por surco) fue muy buena.
El resultado es que, una vez descontado el
azúcar obtenido a partir de la caña
cosechada en cada una de las 10 hectáreas, y
que equivale en promedio a unos 6 mil
dólares, cada familia le quedó debiendo a
ALUR unos 16 mil dólares. Esa cantidad
incluye la plantación inicial, que no es
regalada, el arrendamiento de la tierra -130
dólares por año y por hectárea- entre otros
costos.
-¿No había un acuerdo previo sobre la
maquinaria agrícola?
-Sí, lo hubo, firmado y todo, con ALUR y con
Uruguay Rural, un organismo del
Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca
(MGAP), pero nunca se cumplió.
Ninguna de esas instituciones tuvo una
preocupación real por asistir adecuadamente
a las 39 familias que, por primera vez,
teníamos acceso a la tierra. Tuvimos que ver
cómo llegaban en sus máquinas agrícolas a
nuestros predios, contratados por ALUR
pero incrementando nuestra deuda, los viejos
conocidos de siempre, los grandes
productores que fundieron la zona y
esquilmaron al pueblo y a más de un
gobierno. Nos da mucha pena e indignación
que el proyecto social y productivo
sustentable por el que tanto hemos peleado y
sufrido se transforme en esto de ahora, que
nada tiene que ver con lo que se había
acordado. Algunos compañeros están diciendo
que antes de iniciar este proceso le debían
solamente al almacén, pero ahora deben miles
de dólares. Nos preguntamos si esta es la
política productiva con contenido social que
nos prometieron. No es que queramos dejar de
asumir la deuda, pero tampoco estamos
dispuestos a seguir escuchando cosas como
las declaraciones del gerente general de
ALUR, Leonardo de León, a una
radio de la zona, en las que afirmó que éste
no es un proyecto social sino productivo y
económico y que tiene que generar lucro. No
nos oponemos al lucro, pero si ALUR
va a seguir soslayando los aspectos sociales
del proyecto, entonces nos jodimos, porque
todo quedará como antes, como siempre: los
grandes cada vez mejor y los trabajadores
cada vez peor.
Si no se invierte
en el campo, si no
se permite la
participación real
de los pequeños
productores y
asalariados, ese
monumento nuevo que
es ALUR tarde o
temprano volverá a
ser una pesadilla
como terminaron
siendo los
monumentos
anteriores. Si el
proyecto
sucroalcoholero es
otra iniciativa para
beneficiar a los
mismos de siempre,
para seguir
expulsando a los
pequeños del campo,
entonces más vale
que quede claro
ahora mismo, porque
en ese caso nosotros
no lo apoyamos. |
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-¿Han dialogado con ALUR?
-Hemos conversado durante el año pasado, pero ninguno de los
acuerdos de palabra, todos de palabra, a los
que llegamos se ha cumplido. Entre ellos, y
sobre todo, el parque de maquinaria
agrícola. Ahora se nos está prometiendo para
marzo próximo, pero otra vez son palabras.
En estos días, por ejemplo, los compañeros
están utilizando una vieja motito para
trasladar las bolsas de abono de a una
dentro de los predios, porque no tenemos ni
un tractor para hacer el trabajo. Aún con
todas estas dificultades, los trabajadores
hemos demostrado que tenemos responsabilidad
productiva, y para la próxima zafra asumimos
el compromiso de superar los 900 kilos por
surco.
-¿Han implementado alguna acción concreta?
-El pasado martes 5 cortamos durante tres horas la ruta
nacional 3 que da acceso a la planta de
ALUR. El vicepresidente de ANCAP,
Raúl Sendic,* declaró a un canal de
televisión de Montevideo que se trataba de
“grupos políticos radicales de izquierda”.
Eso no es cierto. Se trataba de UTAA,
de la Gremial Granjera y de la
Asociación de Pequeños Productores y
Asalariados Rurales de Bella Unión (APARBU),
con el apoyo del SOCA. Somos
organizaciones sociales y no grupos
políticos. Y sí, estamos muy enojados,
porque todo lo que se habló acerca del
proyecto social y productivo, de colocar a
los pequeños productores y a los asalariados
rurales como sujetos y no como objetos del
“proyecto sucroalcoholero” resultó una
afirmación que se escribió con la mano y se
borró con el codo. En Montevideo algunos se
andan llenando la boca diciendo que “le
entregamos tierra a los peludos”, pero lo
han hecho en condiciones bastante inhumanas.
La última vez que vino el presidente
Tabaré Vázquez a Bella Unión dijo que
hay 2 mil hectáreas para ser entregadas a
peludos e hijos de peludos, pero nosotros
decimos que en estas condiciones no podemos
meter más compañeros en el campo porque se
van a terminar yendo definitivamente a las
ciudades. Ya hay algunos que están
amenazando con irse, y tienen razón, porque
la falta de recursos es realmente crítica.
Al fin, no queda claro si el proyecto
consiste en traer gente al campo o en
erradicar a los pequeños productores y
asalariados que luchamos por tierra.
-¿Cuál es el eje del reclamo que están
haciendo?
-Un cambio total de política con respecto al proyecto
sucroalcoholero de Bella Unión. Que ALUR
se preocupe realmente de las 39 familias que
están implantadas y que precisan
urgentemente maquinaria para trabajar, y
también que se reanalice el tema de la
deuda, porque nos están aplicando el mismo
criterio que a una empresa grande,
capitalista, con 100 hectáreas o más. Por
otra parte, ALUR anunció que pasará
nuestras deudas al Banco de Desarrollo
Económico y Social (BANDES), de
origen venezolano. Nos oponemos a este
traspaso inconsulto e inconveniente, ya que
no conocemos a nadie de ese banco, pero
suponemos que trabaja según las normas
bancarias normales, pues de lo contrario no
estaría en el mercado del crédito.
Esta semana hemos decidido realizar otra acción aquí en Bella
Unión, y luego irá a Montevideo una
delegación con representantes de todas las
organizaciones movilizadas. Esperamos ser
recibidos en el Secretariado Ejecutivo del
PIT-CNT, porque desde Montevideo todo
parece muy lindo, cuando en realidad aquí
las cosas están muy complicadas. Iremos a
informar de primera mano cuál es nuestra
realidad. También queremos reunirnos con
representantes del gobierno para exponer
nuestra situación real, y encontrarnos con
los medios de comunicación para difundir las
razones de nuestra lucha entre el pueblo
uruguayo. Vamos a dar la cara para que
cualquiera vea que no se trata de “grupos
radicales” sino de trabajadores y
productores agrícolas.
Sabemos que se han invertido 40 millones de dólares, que se
les reconoció el derecho a mejores salarios
a los compañeros de CALNU, también
que se construyó una caldera nueva, pero si
no se invierte en el campo, si no se permite
la participación real de los pequeños
productores y asalariados, ese monumento
nuevo que es ALUR tarde o temprano
volverá a ser una pesadilla como terminaron
siendo los monumentos anteriores. Si el
proyecto sucroalcoholero es otra iniciativa
para beneficiar a los mismos de siempre,
para seguir expulsando a los pequeños del
campo, entonces más vale que quede claro
ahora mismo, porque en ese caso nosotros no
lo apoyamos.
Hemos estado informando permanentemente de todo esto a la
Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores
Rurales y Afines (UNATRA) cuya
directiva integramos así como su Comisión de
Conflictos. Sabemos, además, que muchos
otros trabajadores rurales y pequeños
productores están reclamando tierra para
producir, pero estas 39 familias ya
demostramos que así como se hizo en Bella
Unión no sirve. Tenemos que buscar otros
procedimientos, otros mecanismos para
asegurar que quienes reciban tierra también
tengan condiciones reales para trabajar y
producir, tratamientos diferenciados en
relación con los productores consolidados y
que se han beneficiado ya de mucha plata del
pueblo en épocas anteriores.
Asimismo, hemos informado a la Rel-UITA de toda esta
situación, la que, cada vez que lo hemos
precisado, ha estado siempre apoyando
nuestras luchas.
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