La
Federación de Trabajadores de la Industria
de la Alimentación (FTIA), de Argentina,
culminó recientemente una ardua y prolongada
negociación que se saldó con incrementos
salariales satisfactorios para casi 80 mil
trabajadores y trabajadoras del sector.
Sirel dialogó al respecto con Héctor
Morcillo, secretario adjunto de la FTIA.
-¿Cómo fue el proceso de diálogo con los
empresarios?
-Fue una negociación prolongada en el marco de un conflicto
que se inició con paros de una hora por
turno. Después que el Ministerio de Trabajo
decretara la Conciliación Obligatoria,
transcurrieron más de 20 días en una
negociación muy dura ya que el sector
empresarial se negaba a una recomposición
salarial acorde a nuestras expectativas.
-¿Usando la crisis mundial como argumento?
-Como todos los empresarios argentinos de hoy, que dicen: “No
hablemos de salarios si queremos cuidar los
empleos”. Pero ese razonamiento lo fuimos
destruyendo poco a poco con datos concretos
y precisos de cómo están trabajando las
empresas, de cómo aumentaron los precios y
los beneficios desde octubre de 2008 hasta
ahora. Han obtenido este año inclusive
mejores resultados parciales que el año
pasado. Esto aportó mucha firmeza a nuestros
reclamos, seguimos insistiendo, y estuvimos
al borde de que concluyera el plazo de la
Conciliación Obligatoria sin que se
produjera un acuerdo. Ante esta situación
habíamos planificado una movilización de los
cuerpos orgánicos de los sindicatos de la
alimentación de todo el país hacia Buenos
Aires, pero no fue necesario concretarla
porque a último momento se fue destrabando
la negociación, hasta que el pasado jueves
11, luego de casi diez horas de debate, se
llegó finalmente a un acuerdo.
De mayo 2009 a abril 2010 el
aumento es del 22 por ciento
sobre los básicos del Convenio.
Además, se logró un pago
adicional de 55 dólares que se
concretará en agosto con la
mitad de esa cantidad, y el
resto se abonará en diciembre. |
-¿En qué consiste?
-El acuerdo no corresponde totalmente a nuestras
expectativas, pero va camino de construir un
salario más digno. Consiste en un pago no
remunerativo de 83 dólares mensuales entre
mayo y octubre de 2009. Esta cantidad se irá
incorporando a los básicos del Convenio
Colectivo de esta manera: 33 dólares en
noviembre, otro tanto en diciembre y una
cantidad similar en febrero de 2010. En
total se incorporan 99 dólares, esto es algo
más de los 83 pactados, con el fin de cubrir
los descuentos legales que corresponden y
para que los trabajadores no vean disminuido
su incremento. Esto asegura la
intangibilidad de los haberes de los
trabajadores y trabajadoras. Visto de otra
forma, de mayo 2009 a abril 2010 el aumento
es del 22 por ciento sobre los básicos del
Convenio.
Además, se logró un pago adicional extraordinario y por única
vez de 55 dólares que se concretará en
agosto con la mitad de esa cantidad, y el
resto se abonará en diciembre.
-¿Han quedado satisfechos con lo obtenido?
-Es un acuerdo razonable. Lo más importante, además del
aumento en sí, es que al incorporarse a los
básicos del Convenio, obviamente se respetan
todas las categorías e impacta en los
adicionales como ser la remuneración por
antigüedad, las horas extras, etc. Con esto,
si en la categoría inicial el incremento es
de 99 dólares, en las categorías más altas
las cantidades son bastante mayores.
-La negociación es con un sector empresarial
muy variado…
-Es un Convenio nacional que abarca diversas actividades como
de trabajadores fruti-hortícolas, la
industria agro aceitunera, del dulce, las
fábricas de galletitas, un universo de
empresas muy importante en cantidad donde se
desempeñan entre 70 y 80 mil trabajadores y
trabajadoras, pero con un nivel de
concentración muy dispar. Tenemos muchas
pequeñas y medianas empresas, y cuatro o
cinco grandes transnacionales que cuentan
con una fuerte cantidad de empleados.
La mayor resistencia la tuvimos
en las empresas más grandes y,
particularmente, en las
transnacionales |
-¿Son más accesibles las pequeñas y medianas
o las transnacionales?
-En esta negociación, paradójicamente, las pequeñas y
medianas fueron las que más rápido
accedieron a nuestras demandas, casi
inmediatamente comenzaron a negociar con los
sindicatos de base para dar un aumento, creo
que comprendiendo la necesidad de los
trabajadores. La mayor resistencia la
tuvimos en las empresas más grandes y,
particularmente, en las transnacionales.
Esto demuestra que a mayor concentración de
capital, mayor es la avaricia y la
rentabilidad que se pretende obtener a costa
de los ingresos de los trabajadores. En ese
sentido, hemos visto que algunas empresas,
con el afán de ganar más, han reducido el
peso de las presentaciones de sus productos,
y en algunos casos inclusive han aumentado
el precio de venta. En Argentina,
desde que comenzó una fuerte política
gubernamental de control de precios, la
mayoría de las empresas fue modificando la
presentación de los productos, bajando el
gramaje, manteniendo la misma envoltura
aparente pero con 100 o 120 gramos menos que
antes. En algunos casos aumentaron los
precios, y al mismo tiempo la cotización de
muchos de los insumos para esos productos
bajó a nivel internacional, de tal forma que
obtuvieron una rentabilidad muy importante.
Por ejemplo: el surtido de galletitas Bagley fue
reduciendo su peso desde 500 gramos hasta,
en algunos casos, 320 gramos, con lo cual el
aumento real del producto fue de casi un 48
por ciento. Por eso sosteníamos que
particularmente las empresas transnacionales
son las que están en mejores condiciones de
pagar este aumento que estábamos
solicitando. Contrariamente a lo que se
supone, fueron las más resistentes a firmar
un acuerdo.
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