Nancy Parra, delegada del Sindicato Interempresa de la
compañía Fruna Alimentos Ltda., relató a Sirel que desde hace
algún tiempo esta compañía viene cometiendo una serie
de irregularidades que castiga directamente a sus
trabajadores y trabajadoras.
“Hace tres años que la empresa no nos permite tomar la media
hora de descanso obligatoria cada ocho horas trabajadas
-manifestó Nancy-. Nuestra principal lucha en este
momento es que la Gerencia debe cumplir con este derecho de
los trabajadores que está estipulado por la legislación
chilena”.
Entre las arbitrariedades y abusos que enumera, Parra
destaca que cuando ingresa a la fábrica el personal tiene
que entregar sus tarjetas a los guardias para que ellos las
marquen, lo que ocurre luego que los trabajadores ya están
ubicados en la línea de producción desempeñando su tarea.
“Este es otro de los atropellos que sufrimos -comenta la
dirigente- queremos que se tenga en cuenta la hora de
ingreso a la planta como principio de nuestro horario de
trabajo”.
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Cuando se ingresa a trabajar a Fruna, antes de
firmar el contrato hay que rubricar la
afiliación al sindicato “amarillo”. |
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Cambios de días festivos por días comunes, cambios de
horarios y puestos de trabajo, baños en pésimas condiciones
de higiene, falta de utensilios básicos para beber agua y un
interminable etc., se suman a las pésimas condiciones
laborales de la empresa en términos de ambiente y ergonomía.
Parra,
que lleva seis años en la empresa, cuenta que deben tomar
agua con la mano, deben asear ellas mismas los baños, y lo
peor de todo es que nos les permiten descansar. “Hay
compañeras que pasan las diez o doce horas laborales de pie,
realizando generalmente tareas repetitivas que han llevado a
que muchas padezcan de tendinitis y otras enfermedades
osteomusculares”, subrayó.
Consultada acerca de las acciones que han tomado ante esta
situación, la trabajadora señaló que “realizamos numerosas
denuncias ante los organismos competentes, pero
lamentablemente ninguna a surtido efecto. Por otro lado
-continuó- tenemos en contra el hecho de que en esta empresa
existe más de una organización sindical, siendo el más
numeroso un Sindicato pro empresa.
Tan
alevosa es esa relación que cuando se ingresa a trabajar a
Fruna, antes de firmar el contrato hay que rubricar
la afiliación al sindicato “amarillo”. El escenario
es bastante complejo y hostil para quienes osamos reclamar
verdaderamente por nuestros derechos”.
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Cuando se logró el aumento salarial para las
mujeres, una de las dueñas de la empresa se
presentó en la fábrica y le dijo a varias
compañeras que estaría vigilando, a ver si
realmente nos lo merecíamos |
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Fruna Alimentos Ltda.
está ubicada en la comuna de Maipú, en Santiago. Emplea a
más de 2 mil trabajadores, -aproximadamente 900 mujeres y
1.500 hombres-, y además de ser antisindical, discrimina
groseramente a las mujeres que durante mucho tiempo ganaron
un salario inferior por realizar la misma tarea que los
hombres.
“Actualmente -comenta Nancy- la brecha salarial se ha
achicado pero continúa existiendo,* y lo peor de todo es el
trato que nos dan a las mujeres. Cuando se logró el aumento
salarial, luego de cuatro años de lucha, una de las dueñas
de la empresa se presentó en la fábrica y le dijo a varias
compañeras que estaría vigilando a ver si realmente nos lo
merecíamos, cuando en realidad la equidad salarial entre
hombres y mujeres está estipulada por ley”, acotó.
Según la dirigente la empresa abarata costos a espaldas de
la salud y seguridad de sus trabajadores.
“No hay suficiente jabón para higienizarse, ni papel
suficiente para los sanitarios, todo es medido; en las áreas
de preparación de envasado el ruido de la maquinaria es
ensordecedor y las compañeras y compañeros que se desempeñan
allí no cuentan con ninguna protección. Lo indignante de la
situación es que Fruna genera muy buenos dividendos,
pero eso no se traslada a mejorar las condiciones
laborales”, señaló.
Nancy Parra
subraya que es difícil organizar a los trabajadores de esa
empresa: “Les han lavado el cerebro, les han inculcado el
miedo a tal punto que a pesar de que son conscientes de que
no pueden dejar de defender sus derechos, prefieren trabajar
en esas condiciones que perder el empleo”, finalizó.
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