El
pasado sábado 30 de mayo la tormenta Agatha golpeó con
enorme fuerza la región de Guatemala donde se encuentra la
plantación de la empresa Bandegua provocando inundaciones y
torrentes de lodo. Sirel dialogó con Noé Ramírez, secretario
general del Sindicato de Trabajadores Bananeros de Izábal (SITRABI),
cuyos afiliados son los principales damnificados por este
desastre natural.
-¿Qué
está pasando en este momento en la zona de Izábal?
-El
caudal de agua bajó, pero la situación sigue siendo bastante
compleja porque ha quedado una capa de lodo en las viviendas
y los campamentos. El agua subió casi dos metros y dejó un
metro de lodo. Todos los bienes materiales se han perdido,
la ropa, los electrodomésticos…
-O
sea que las pérdidas materiales son totales…
-Completamente, por ahora es incalculable.
-¿Hubo víctimas humanas?
-Desgraciadamente hemos tenido que lamentar la muerte de una
persona que cayó con su motocicleta al río crecido.
-¿Y
la plantación?
-La
plantación de la finca se perdió en un 50 por ciento.
A los dos días el caudal de agua había bajado y estábamos
contentos porque pensábamos que por lo menos la producción
no se dañaría, pero una segunda tormenta en los
departamentos vecinos de Zacapa y El Progreso volvió a
llenar el río Motagua que inundó nuevamente la finca y los
campamentos de los trabajadores con las consecuencias que
dije antes.
Después
ocurrió que salió el sol, el agua se calentó y la fruta se
maduró prematuramente lo que la hace inservible.
-¿Qué
ha hecho la empresa Bandegua?
-Comenzó
a citar a los trabajadores para reiniciar las tareas, y han
dicho que quieren rehabilitar todas las hectáreas de
plantación inutilizadas.
Las
matas viejas se perdieron, pero ahora hay que cuidar los
nuevos brotes para recuperar la producción. Hay esperanza
porque la fuente de trabajo permanecerá en
Guatemala
y en la región.
-Aunque seguramente la situación económica es muy
comprometida…
-Lo es.
Hay algunas comunidades vecinas que se han organizado y
están enviando alimentos preparados, ya que por ahora nadie
tiene condiciones de cocinar.
El Sindicato de los maestros, por ejemplo, donó mil
almuerzos que nuestra organización trasladó hasta los
campamentos para que fueran distribuidos entre quienes más
lo necesitan.
Ayer grupos de vecinos
nos hicieron llegar 500 tamales preparados que también
fueron distribuidos. Y así vamos tratando de pasar este
momento difícil.
Hemos tocado las puertas de organizaciones gubernamentales y
de la Cruz Roja para que nos ayuden.
-¿Cómo ha reaccionado Bandegua en ese aspecto?
-La
empresa ha acercado algunos víveres, pero en cantidad
sensiblemente escasa en relación con las necesidades.
Sobre todo le ha entregado alguna comida a cada trabajador,
pero detrás de ellos están sus familias que se encuentran
prácticamente sin nada, por lo que es completamente
insuficiente.
-¿Qué
ha hecho el gobierno?
-Hasta
ahora sólo palabras, buenas intenciones. Ha manifestado que
ayudará pero no hemos visto que lleguen de su parte ropas,
víveres, medicamentos y calzado, que son las necesidades
básicas inmediatas. Hay mucha gente infestada con hongos por
la humedad y el lodo.
El pasado domingo 6 vino
Sandra Torres, esposa del presidente Álvaro Colom, quien nos
prometió muchas cosas, pero nosotros necesitamos hechos y no
palabras. Mucho se nos ha ofrecido, pero poco ha llegado.
Ha
faltado agua, no por negligencia de la empresa sino porque
el uso masivo hace que se quemen las bombas porque no
aguantan la demanda. Todavía los trabajadores se encuentran
limpiando sus casas.
En
síntesis, con el esfuerzo y el sacrificio de todos las cosas
empiezan a reencausarse.
-¿Cuánta gente ha sido afectada por esta tormenta?
-Los
trabajadores de Bandegua, sumando afiliados y no
afiliados, somos unos 3.200, a lo que hay que multiplicar
por cuatro o cinco en virtud de sus respectivas familias.
O sea que somos
entre 13 y 15 mil personas que hemos perdido absolutamente
todo.
Agradecemos a todas las organizaciones que nos han hecho
llegar sus acciones de solidaridad, entre ellas la
Rel-UITA por medio de su secretario regional Gerardo
Iglesias, por supuesto.