El Sindicato de
Trabajadores de CORALER -flamante afiliado a
UITA- está integrado por los trabajadores y
trabajadoras del sector rural de esa empresa
productora y exportadora de cítricos, y es un
caso típico de las nuevas organizaciones que han
surgido en Uruguay al amparo del nuevo
ordenamiento laboral. En diálogo con Sirel,
el presidente de este sindicato que rompe el
tradicional aislamiento y marginalización de los
“peones rurales” dio a conocer de primera mano
esta experiencia
-¿Cómo surgió SITRACOR?
-El sindicato de los trabajadores rurales del grupo
CORALER se formó en setiembre de 2005,
mediante una asamblea abierta en la que
participaron todos quienes quisieron asistir.
Poco después, en marzo de 2006, se formó otro
sindicato que agrupa a las trabajadoras y
trabajadores del sector “empaque”.
-Esta empresa tenía una tradición antisindical
importante…
-Es cierto, siempre fue muy dura. Intentar hacer un sindicato
en Caputto (como se llamaba antes la
principal empresa que integra CORALER)
era una tarea casi inverosímil.
-¿Qué cambió para que ahora sea posible
organizarse?
-Cambió el gobierno, que sacó las leyes que estaban guardadas
adentro de cajones cerrados con candado, se
reinstalaron los Consejos de Salarios y se
implementaron normativas internacionales de la
OIT, algunas exigidas por los propios
importadores. También hubo cambios en la
empresa: vinieron personas nuevas, savia nueva.
-¿Cómo se fue implementado este cambio en la
práctica?
-Empezamos con miedo, porque habíamos tenido algunas
experiencias bastante frustrantes, lo que
provocó que muchos desconfiaran de nosotros.
Pero el trabajo que iniciamos fue enfocado de
manera diferente a lo que se había hecho antes y
hemos obtenido algunos resultados concretos.
Sobre todo, hemos logrado eliminar la
persecución sindical que ejercían los mandos
medios, el abuso de autoridad; ahora está bien
claro que el tiempo de la esclavitud se acabó.
Por otra parte, hemos acordado aumentos de
salarios satisfactorios, ropa de trabajo
adecuada y equipos de seguridad. Creo que
también influye un cambio de estilo sindical.
Por ejemplo, en la Directiva provenimos todos de
tareas diferentes: hay permanentes, zafrales,
gente de “cura”1,
de producción, de cosecha, administrativos. La
Directiva tiene una información y una visión
global y de primera mano de lo que ocurre en la
empresa y en el trabajo concreto. Además,
reaccionamos rápido cuando hay algún
inconveniente, enseguida estamos allí donde está
el problema, y jamás prometemos lo que no
podremos cumplir.
-¿Cuáles son los principales riesgos para el
personal de las quintas?
-La aplicación de los agrotóxicos. Por suerte ahora estamos
en camino de ir minimizando esos riesgos,
incorporando cosas que antes no existían como
equipos de comunicación, control de las
aplicaciones, equipos de seguridad, capacitación
para trabajadores y trabajadoras. El tema
seguridad realmente ha pasado a ser prioritario
para el sindicato y para la empresa. Los
mercados internacionales también exigen ciertas
certificaciones que incluyen el aspecto
seguridad en la producción. Realmente, es
notorio el cambio general que se ha producido a
partir de la existencia del sindicato.
-¿Con quién se ha relacionado SITRACOR?
-En primer lugar con la Unión Nacional de Asalariados
Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA),
que es el pilar fundamental de los sindicatos
rurales por la cantidad de organizaciones que
está agrupando y su articulación con la central
nacional, el PIT-CNT. Esta acumulación ha
abierto espacios concretos para la negociación,
y así se logró el Grupo Citricultura en los
Consejos de Salarios, ya que hasta ahora
estábamos todos juntos con los granjeros,
criaderos de pollos, de cerdos, floristas… y a
menudo no se lograba un enfoque específico para
nuestra actividad. Ahora trabajamos mucho más
cómodos, se gana tiempo y precisión en la
negociación.
-Seguramente para muchos es la primera
experiencia sindical…
-Casi nadie estuvo antes afiliado a un sindicato, y por
suerte hay mucha juventud, lo que valoramos
especialmente. Son jóvenes que quieren
participar, que tienen ideas. Porque esta
actividad tiene eso de bueno, lo pone a uno en
contacto con gente de todo tipo, y a veces uno
cree que es dueño de la verdad, que se las sabe
todas, que está de vuelta, pero en la primera
esquina recibe una tremenda lección de
inteligencia y sabiduría de alguien que trabaja
con una azada, tal vez analfabeto, marginado por
la injusticia social, pero con un enorme
conocimiento del trabajo, de la vida y de la
gente. Esto nos ayuda mucho.
-¿Cuál es la proporción entre hombres y mujeres
en la empresa?
-En el sector rural somos dos tercios de hombres y uno de
mujeres, y en el empaque es la inversa, más
mujeres que hombres.
-¿Cuáles son las perspectivas?
-Lo primero es unificar los dos sindicatos, rural y empaque,
ya que ahora la división, que estaba hecha en
función de los Grupos preestablecidos en los
Consejos de Salarios, ya no tiene más razón de
ser; tenemos nuestro propio Grupo donde estamos
juntos. Esto nos permitirá tener una sola
Directiva y reunir en una sola organización a
unos 2.500 trabajadores y trabajadoras
permanentes y otros tantos zafrales en siete
departamentos del país: Salto, Paysandú, Río
Negro, Rivera, Durazno, San José y Canelones.
Obviamente, los zafrales también pueden
afiliarse al sindicato con todos los derechos.
Inclusive estamos afiliando personal tercerizado
que trabaja para CORALER.
Con trabajo y respeto se van consiguiendo los objetivos, y la
gente ve que no hablamos tonterías, que somos
serios. Queremos también avanzar en la
definición de tareas por especializaciones para
romper la frontera artificial de “peón rural”
como categoría única. Hay que consolidar la
cobertura de salud, y ya tenemos a los
trabajadores afiliados a una mutual médica del
departamento de Salto. Nuestro objetivo
inmediato es fundar la Casa del Trabajador
Rural en Villa Constitución, un espacio
abierto no sólo a los afiliados a SITRACOR
sino a todos los trabajadores rurales, ya sea de
quintas frutales o de estancias. La idea surgió
allí, para mostrarle a muchos que todavía no
creen en los sindicatos que se pueden acercar,
que serán respetados. Queremos abrir espacios
similares donde haya gente interesada en
sostenerlos, porque pensamos que es una
herramienta útil para acercar a la gente, pero
también para reafirmar la autoestima, nuestra
cultura, nuestro carácter rural. Hay que
demostrar que cuando se quiere, se puede.
-¿Por qué razones se están afiliando a la UITA?
-Para nosotros es esencial, porque la UITA es una
organización con un gran reconocimiento a nivel
mundial, con una destacadísima trayectoria, y
nosotros, trabajadores de la alimentación,
pensamos que nuestro lugar está aquí. Es
natural, así como integramos la UNATRA,
el PIT-CNT, que también participemos en
la UITA que, sabemos, es una herramienta
formidable para los trabajadores y trabajadoras.
Por otra parte, nuestro sindicato es muy nuevo,
nos falta rodaje, y la UITA puede
aportarnos mucha experiencia y conocimientos que
precisamos incorporar.
En
Montevideo, Carlos Amorín
©
Rel-UITA
8 de junio de 2007 |
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1
- En Uruguay se le llama “curar” a la acción de
aplicar
agrotóxicos
a las plantas.