El sindicalismo colombiano ha estado trabajando intensamente
por medio de sus centrales sindicales
-CUT, CTC y CGT- en el
acompañamiento del proceso de unidad
internacional del movimiento obrero, en
torno a la Confederación Sindical
Internacional (CSI). En marzo
próximo se efectuará en Panamá el
congreso constitutivo de la CSI
para las Américas, que sustituirá a la
ORIT y a la CLAT.
Los procesos unitarios en la región tienen por finalidad dar
término a tanta dispersión sindical a
través de la conformación de centrales
sindicales únicas por país. Esta labor
es fundamental para atacar con más
fuerza los grandes desafíos que tiene el
sindicalismo. Sin embargo, se advierte
la persistencia de la vieja cultura
caracterizada por el sectarismo y la
miopía política.
En la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), sólo
para citar nuestra casa sindical
nacional dada nuestra condición de
afiliados como SINTRAINAGRO, se
viene desarrollando un ambicioso
proyecto apoyado, entre otras, por
organizaciones sindicales de Suecia,
Alemania, Dinamarca y
Holanda. Su objetivo es la
constitución de 16 grandes sindicatos de
industria o por rama de actividad. Se
pretende de esta manera dejar de lado
una estructura que contabiliza 2.700
sindicatos, y procurar la negociación
colectiva por rama de industria como la
que tiene SINTRAINAGRO con el
sector bananero,
siendo
el único caso en Colombia que firma una
Convención para más de 230 empresas
productoras de banano.
Este tipo de propuestas ambiciosas y positivas para el
sindicalismo pueden, no obstante, estar
llamadas al fracaso, pues,
paralelamente, quienes aún sostienen los
modelos arcaicos que hacen de los
sindicatos correas de transmisión de los
partidos, no vacilan en mostrar su
indisciplina política e incluso su
desembozado desacato a las decisiones
soberanas y democráticas del Congreso de
la CUT. Tampoco se aprende de
nuestra actual situación, ya que en
Colombia
sólo un
4 por ciento de los trabajadores está
sindicalizado, y es imperioso crecer,
pero hacerlo en el marco de un proceso
unitario, pues no se crece a través de
la “rapiña sindical”.
En los últimos meses, SINTRAINAGRO ha tenido que
destinar recursos y tiempo de sus
dirigentes y comités obreros para
detener la ofensiva de Fensuagro
–también afiliada a la CUT– que pretende desestabilizar nuestra organización en el
sector bananero y palmero del
departamento del Magdalena, a través de
campañas de calumnias y desprestigio,
intentando crear sindicatos con los
trabajadores afiliados a SINTRAINAGRO.
Ante ello, la CUT debe reaccionar con autoridad y
responsabilidad política para que cesen
estas prácticas lesivas, ejecutadas por
quienes demuestran indiferencia hacia la
unidad y el fortalecimiento del
sindicalismo en Colombia.
Queda la reflexión sobre las inmensas dificultades que aún
persisten para superar viejas y dañinas
prácticas dentro del movimiento
sindical, lo cual están aprovechando los
empresarios y el Ministerio de la
Protección Social para promover una
supuesta nueva central sindical que
apoyaría las políticas antisociales del
gobierno y la firma del TLC con
Estados Unidos.
Como dice el refrán: “En río revuelto, ganancia de
pescadores”.