Recurro a la frase que retumba en las calles y
plazas públicas cuando los trabajadores citamos a lo
líderes que, como el compañero José D´Elía,
abandonaron su existencia física, pero permanecen en
los anales de la lucha social y dejan imborrables
huellas y enseñanzas en el corazón y la mente de
quienes tuvimos la fortuna de conocerles y
aprenderles.
Conocí al compañero D´Elía en mi primera visita a la
oficina de la UITA en Montevideo, Uruguay, gracias a
la invitación que me hiciera el secretario regional
de la época, el compañero Enildo Iglesias, para que
visitáramos la sede del Partido Socialista Uruguayo
y encontráramos a uno de los líderes más destacados
en la lucha por la justicia social en Uruguay, y uno
de los más valerosos combatientes políticos contra
la dictadura uruguaya, que había sido derrotada
recientemente. En una vieja casona, ocupando una
oficina extremadamente discreta por lo sencilla, vi
por primera vez la frágil figura de un hombre
supremamente amable, que se caracterizaba por la
fluidez en el manejo del lenguaje y una capacidad de
análisis y de síntesis –poco común en los líderes–
extraordinarias, que siempre acompañaba con puntos
de vista orientados a desarrollar la propuesta de
construir el socialismo. Un socialismo indisociable
de la profundización de la democracia por ser ésta
un valor y principio básico, irrenunciable, y no una
mera fase del proceso, ni un elemento instrumental
de la lucha política.
En posteriores visitas de trabajo a Montevideo, por
las convocatorias de Rel-UITA, seguí encontrando al
compañero D´Elía y constaté que era un hombre de
nuestra casa mayor en América Latina, la UITA, con
quien se podía entablar el diálogo sin ninguna
dificultad, como cuando se tiene acceso a una
biblioteca popular, sin límite de consulta, pues
abordaba los temas socioeconómicos y sociopolíticos
con un lenguaje sencillo y, por lo mismo, de fácil
comprensión para neófitos en el tema.
En abril de 1987 lo vi y dialogué bastante con él,
en el marco del Congreso Continental de la ORIT, al
cual fue invitado de honor, junto con el entonces
sindicalista metalúrgico Inácio “Lula” Da Silva, hoy
presidente del Brasil. Ambos serían condecorados en
esa ocasión por el compañero Luis Anderson, en
reconocimiento a sus vidas y obras en la lucha
sindical latinoamericana.
Aprovechando que el compañero D´Elía no asistía a
las reuniones de comisiones de trabajo, ni
plenarias, pues no estaba restringido por la rigidez
exigida a los delegados oficiales, me senté a
conversar con él durante varias horas. Él estaba
sentado en un cómodo sillón, con su infaltable
bastón a un lado, tal vez queriendo evitar el
tumulto y el ruido propios de los congresos
sindicales. Me bastó hacer una pregunta para recibir
una conferencia magistral y unas lecciones de
socialismo y democracia que cualquier sindicalista
hubiese querido tener. Le pregunté: ¿cómo ve el
desarrollo democrático del Uruguay, en perspectiva
hacia un gobierno socialista? Y recuerdo la
respuesta como si me la hubiese dado hace un
momento: “En 1986 se verificó en Montevideo la
primera conferencia política del socialismo
latinoamericano, en la cual se aprobó una
declaración básica que incluyó análisis y propuestas
que son válidas para el Uruguay y el continente
latinoamericano, para elevar a su mayor nivel la
democratización de la sociedad y el autogobierno de
los ciudadanos, ahora que se ha salido en varios de
nuestros países de los terribles regímenes
dictatoriales”.
El compañero D´Elía paseó en su análisis por la
concentración burocrática del poder, la libertad
individual y el respeto a los derechos humanos como
pilares insustituibles de las relaciones sociales,
por la relación entre el Estado y la sociedad, hizo
énfasis en la subordinación de las Fuerzas Armadas
al poder civil, manifestando que el ejército puede
ser un elemento vital para la democracia, pero se
requiere que renuncie a la “doctrina de la seguridad
nacional”, cordón umbilical con los mandatos
doctrinarios estadounidenses que legitimaron las
dictaduras y han preservado el actual orden social.
Afirmó con mucho énfasis que en un gobierno
socialista, el Estado debe ser la fuerza política
conductora de las transformaciones que emanan las
clases oprimidas, siempre y cuando acate la
autonomía de los sindicatos, de las entidades
educacionales, culturales, estudiantiles y
comunales.
El compañero D´Elía expresaba veneración por el
pluralismo, y descartaba que existiera una sola vía
hacia el socialismo, argumentando que la identidad
de cada país era un punto de apoyo imprescindible,
dentro del objetivo común de abolir los privilegios
capitalistas, decía, los pueblos y los partidos
elegirán la ruta que crean mejor, respetando sus
tradiciones y el pluralismo ideológico.
El SIREL de Rel-UITA presentó la noticia del diario
La República de Uruguay, en la cual se informa sobre
el fallecimiento del compañero José D´Elia a sus 90
años de existencia. Quienes aún continuamos en la
lucha debemos hacer de su ideario socialista y de su
pensamiento político y social, escuela de
transformación, para que en el tiempo se hagan
realidad su visión y sus postulados de lucha por la
democracia y la justicia social.
En uno de los congresos del PIT-CNT del Uruguay, al
que asistimos con los compañeros Luis Anderson y
Enildo Iglesias, le escuché decir en su discurso
como presidente honorario: “Somos
antiimperialistas, porque somos socialistas”.
En Bogotá, Luis Alejandro Pedraza *
©
Rel-UITA
31
de enero de 2007 |
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* Presidente de la Unión Nacional Agroalimentaria de
Colombia Integrante del Comité Latinoamericano de la UITA
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