Este lugar de la Tierra fue
bendecido por mil dulzuras: su clima cálido, su mar Caribe,
su biodiversidad infinita, su gente alegre, buena y hermosa.
Todo invita al gozo. Sin embargo, la localidad de San
Francisco de Macorís, donde está ubicada la planta de Nestlé-Codal,
vive un Calvario desde la llegada de Carlos Pappalardo, un
ingeniero argentino designado gerente de la planta. Lo
llaman “el pequeño Hitler” por su personalidad “autoritaria,
dictatorial”, y lo que empezó siendo un conflicto sindical
adquiere ya características de movimiento social en su
contra. Todo comenzó con dos despidos arbitrarios...
-¿Cómo evoluciona el conflicto en Nestlé-Codal?
-La
semana pasada habíamos adelantado la propuesta de integrar a
uno de los compañeros despedidos e indemnizar con un
porcentaje extra el despido del compañero que no sería
reintegrado. Ahora tenemos algunas dificultades, porque se
nos reprocha que en la fábrica la producción no se ha
recuperado.
-¿Y eso a qué se debe?
-A
varias razones, pero sobre todo a que hay sectores de la
planta que técnicamente están obsoletos. Los gerentes de la
fábrica se niegan a confrontar con nosotros, en una reunión
multipartita, las razones de la baja producción porque saben
que tienen responsabilidad. Si una línea de producción
trabaja precariamente al 62%, y las otras entre el 75 y el
85%, es lógico que la producción total se resienta.
-¿Cómo evalúan este momento?
-Debemos
continuar luchando. Nosotros hemos mantenido los contactos
con las autoridades locales, el gobernador, el síndico
municipal, el obispo, las organizaciones sociales y
populares, pues entre todos estamos buscando una solución al
conflicto. Nos hemos entrevistado inclusive con el Ministro
de Agricultura, con el director de Trabajo, y todos nos
dicen lo mismo: la única persona que no quiere negociar es
el ingeniero Carlos Pappalardo, gerente de la planta. Los
ejecutivos de la
Nestlé en Santo Domingo han constituido un
comité de crisis, y allí se ha manifestado que Pappalardo es
quien obstaculiza la salida al problema.
-¿En qué se fundamenta su intransigencia?
-Pappalardo
ha dicho en varias oportunidades que si se negocia “él
pierde autoridad” como gerente de la planta. Quiero señalar
que una de las personalidades más notorias de esta ciudad
por su peso moral y político, ex gobernador de la provincia
Duarte, el doctor Luis Emurdoc, se reunió con Pappalardo en
la fábrica para allanar el camino hacia una salida porque el
conflicto está abarcando todos los estratos sociales de la
provincia, todo el movimiento popular, sus organizaciones
vivas. Pero Pappalardo fue tajante: “No daré un paso atrás”.
Emurdoc regresó y nos dijo: “Con ese caballero no se puede
hablar. Es extremadamente cerrado”. Ya hay quien lo llama
“el pequeño Hitler de Santo Domingo” por su autoritarismo y
su carácter dictatorial.
-¿Cómo continuarán sus acciones?
-Pensamos que debemos darle otro empujón con los métodos que
ya conocemos: la difusión y la confluencia con el resto de
la sociedad. Tenemos prevista una reunión con el Consejo de
Unidad Sindical que agrupa a las cuatro centrales de
trabajadores del país, que ya se reunió con las más altas
jerarquías de la empresa en Santo Domingo. De esa reunión
los compañeros también concluyeron que el escollo es la
arrogancia y prepotencia de Carlos Pappalardo.
-Rel-UITA intentó comunicarse telefónicamente con Pappalardo
en varias oportunidades, pero el gerente se negó a atender
nuestro requerimiento.
Carlos Amorín
© Rel-UITA
17 de
junio de 2005