A partir del lunes 7 de septiembre, más
de 500 trabajadores de la empresa
floricultora Benilda SACI, propiedad de
los hermanos Pedro y Carlos Mejía, se
vieron forzados a iniciar una huelga
para exigir el pago de los salarios, los
aportes legales de la seguridad social
en salud y pensiones, el subsidio
familiar y las dotaciones (ropa y
elementos de trabajo). Además, la huelga
es una reacción contra las maniobras de
los empresarios que, para birlar los
derechos de los trabajadores,
trasladaron áreas enteras de la
plantación a empresas creadas
recientemente por los mismos dueños con
distinta razón social, y cuya
representación legal se ha confiado a
mandos medios de la misma Benilda.
A
las nuevas empresas testaferro se han
vinculado nuevos trabajadores, pero
mediante formas precarias de
contratación o de subcontratación
laboral que constituyen una
sobre-explotación del trabajo.
A las trabajadoras y trabajadores más
antiguos, que llevan entre 15 y 28 años
de labor en la empresa floricultora
Benilda, hasta ahora se les conserva su vinculación laboral, pero son objeto de
presiones para que renuncien
"voluntariamente" a su empleo con el
argumento falaz de que esta empresa está
en proceso de liquidación y carece de
recursos para continuar pagando
salarios, prestaciones sociales y los
aportes legales para la seguridad
social.
El proceso de "marchitamiento" de la empresa se viene dando desde 2001, año
en que ocupaba 1.800 trabajadores que se
han reducido hasta los 500 actuales.
Es evidente que estamos ante la figura
jurídica de "huelga imputable al
empleador, por incumplimiento de las
obligaciones salariales con sus
trabajadores" (art.379 del CST), razón
por la cual hasta la fecha los
empresarios no han pedido la
intervención de las autoridades del
Trabajo, que deben levantar un acta
donde se deje constancia de los motivos
de la huelga.
Por su lado, los dirigentes sindicales
sí han solicitado tal intervención, pues
se tiene claro que la retención de
salarios y el no pago de los aportes a
la seguridad social son causal para
legitimar la huelga y sancionar a la
empresa, con el agravante de que,
durante los últimos meses, fueron
descontados de los salarios y hasta la
fecha no se han entregado a las
entidades de seguridad social.
Sin embargo, las autoridades del
Trabajo, omitiendo sus obligaciones
legales, guardan silencio frente a las
reclamaciones de los trabajadores y
trabajadoras, configurándose así una
conducta cómplice con los empresarios
que amerita una investigación
disciplinaria de la Procuraduría
General de la Nación.
Teniendo en cuenta el antecedente de
creación de empresas testaferro, existen
razones para creer que, en realidad, se
trata de una maniobra infame encaminada
a deshacerse de las trabajadoras y
trabajadores antiguos que han acumulado
pasivos laborales y, por supuesto, mucha
fatiga y enfermedades.
Así, las trabajadoras y trabajadores son tratados como muebles viejos
que, con el propósito de renovar la
vieja casa, deben ser tirados a la
calle. No es absurdo pensar que, como el
Ave Fénix, de las cenizas de la empresa
liquidada resurja una nueva, con otro
nombre y nuevos trabajadores, con bajos
salarios y sin un sindicato que los
represente.
Enfrentados a sus necesidades, los
trabajadores han reducido sus
pretensiones para reiniciar sus labores.
Lo harían sobre la base del pago puntual
de las quincenas y de la seguridad
social, pues durante el tiempo que se
han retenido los aportes para seguridad
social han fallecido trabajadores que no
recibieron atención médica
oportunamente.
Para cubrir las demás deudas laborales
se darían plazos razonables. Sin
embargo, los empresarios no ceden, pues
consecuentes con su fin último esperan
que las necesidades agobien a los
trabajadores y desfallezcan de
cansancio, optando por el retiro
"voluntario", lo que los exime de pagar
indemnizaciones por despido
injustificado y reconocer a largo plazo,
por cuotas y reducidas en su valor, las
prestaciones sociales generadas hasta la
fecha del retiro.
La solidaridad
llega de todas partes
El pasado 24 de octubre, varios miembros
del Ejecutivo Nacional y de la
Subdirectiva de Bogotá y Cundinamarca de
la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)
y de la UITA, visitaron a los
trabajadores y trabajadoras en huelga y
se expresó el compromiso solidario de
acompañarlos en su lucha de resistencia.
Desde la UITA y la CUT se
tiene la certeza que este tipo de burdas
maniobras patronales, que afectan de
manera grave el derecho al trabajo y la
dignidad de los trabajadores y sus
familias, deben ser rechazadas
decididamente por los sindicatos, tanto
en el plano nacional como internacional
para que no prosperen, pues si se
perpetran de manera impune podrán ser
aplicadas en otras plantaciones.