El pasado 15
de enero la planta de La Salteña
ardió como una tea. El incendio consumió en
pocas horas la acumulación de 40 años de
presencia y liderazgo en el mercado
de las tapas para empanadas y pascualinas.
Cerca de 500 trabajadores y trabajadoras
vieron desaparecer su fuente de trabajo. Un
acuerdo entre la Federación Argentina de
Trabajadores Pasteleros, Confiteros,
Heladeros, Pizzeros y Alfajoreros (FATPCHPYA)
y la empresa, con el apoyo de los gobiernos
nacional y provincial, permitió salvar la
emergencia.
En conversación con Sirel, Luis Hlebowicz,
secretario general de la FATPCHPYA,
relató que “La planta quedó totalmente
destruida por el incendio, por lo que
resultó imposible retomar el trabajo con
relativa rapidez. Nuestra Federación
representa aproximadamente al 80 por ciento
del total de trabajadores de La Salteña.
Los distribuidores también fueron
perjudicados por esta desgracia en la que,
afortunadamente, sólo hubo pérdidas
materiales”.
En el transcurso de este mes, la empresa logró alquilar una
planta en la cual comienza a retomar la
producción, y para eso ya reintegró a 100
operarios. “Para los demás –informó
Hlebowicz–, después de negociaciones,
gestiones y algunas movilizaciones, junto
con los delegados del gremio se logró que se
les garantice el sueldo básico más la
antigüedad y las asignaciones familiares a
las familias con niños con capacidades
diferentes durante un período de seis meses.
A esto se llegó con el aporte económico del
Ministerio de Trabajo de la Nación, el de la
Provincia de Buenos Aires y el resto lo
asegura la empresa. Se piensa que en esos
seis meses se alcanzará el objetivo que es
reubicar a la totalidad del personal en una
nueva planta”.
Lo esencial de la demora se explica por el tiempo que tarda
la importación del significativo parque de
máquinas industriales que requiere la gran
producción de La Salteña, cuya marca
está presente, además, en varios países de
la región.
El acuerdo alcanzado no llega a cubrir la totalidad de los
ingresos de los trabajadores y trabajadoras
suspendidos, compuestos, además del salario
básico, por adicionales y horas extras que
no será posible recuperar hasta que la
planta esté efectivamente en producción. “Lo
esencial –dice Hlebowicz– es que se
logró una seguridad en el ingreso durante
los próximos seis meses. A ello habría que
agregar que, solidariamente, y durante el
tiempo que sea necesario, la FATPCHPYA
mantiene en vigencia la totalidad de los
derechos en la obra social (ndr:
mutual de salud) de los trabajadores y sus
familias, así como las ayudas especiales a
las familias con chicos con capacidades
diferentes”.
El acuerdo fue aprobado por los delegados y la asamblea de
los trabajadores, cuyo ánimo se mantuvo
templado por movilizaciones y asambleas
permanentes en las que se fue evaluando el
desarrollo de las negociaciones.
Concluyendo, Hlebowicz destacó que “Ante un hecho
desgraciado como éste, afortunadamente
surgió la unión y la colaboración de todos
los actores, incluyendo a los gobiernos
nacional y provincial, para sostener algo
tan esencial a la vida en sociedad como es
el trabajo”.
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