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México
El Acuerdo de Libre Comercio en la sombra
El
ALCA y las reivindicaciones
de los pueblos indígenas
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El Gobierno de Fox pretende imponer el Plan Puebla Panamá
aprovechando la salida del EZLN de la Selva
Lacandona. Marcos comprendió que no iban a aprobar los
Acuerdos de San Andrés y amenazó con retirarse a Chiapas si
el Congreso mexicano no cumplía la palabra empeñada por el
presidente de escuchar y dialogar con los representantes del
EZLN. En el último instante y por la mínima, el
Congreso ha aprobado ceder la tribuna a los zapatistas.
¿Por qué tantos inconvenientes por abrir un espacio al
diálogo y a las reivindicaciones indígenas? ¿Por qué los
Acuerdos de San Andrés despiertan tanto recelo?
Entre la vorágine de declaraciones y acontecimientos
políticos que suceden en México estos días, es importante no
perder la perspectiva del proyecto económico que Fox quiere
impulsar y que forma parte de una estrategia continental,
avalada por Estados Unidos. El Plan Puebla
Panamá se presenta como instrumento de pacificación y
desarrollo, pero forma parte de un proyecto geoestratégico
en el que participan sectores financieros y multinacionales.
EEUU trata de intervenir en el conflicto de México para
favorecer a las transnacionales del petróleo; facilitar la
privatización de la energía eléctrica, agua y gas; proteger
a los terratenientes empeñados en un desarrollo extensivo y
hacerse con las riquezas en biodiversidad de la selva
Lacandona y del Corredor Biológico que llega hasta Panamá.
Con este Plan se anuncia la creación de empleos para "una
fuerza de trabajo sin capacitación". Fox habilitará el
sureste mexicano con una política de exenciones fiscales y
subsidios a las empresas, ofreciéndoles mano de obra
indígena barata y sin cargas sociales.
Los EEUU tienen, desde antiguo, el propósito de controlar la
economía de todo el continente americano. Durante años, les
fue bien tratando a América Latina como el "patio trasero"
donde nadie se movía gracias al control de los líderes
corruptos al servicio de las oligarquías. Cuando esto no
bastaba, surgían los golpes de Estado militares, coordinados
desde Washington y provistos con oficiales 'formados' en la
Escuela de las Américas. Foster Dulles, Kissinger, el viejo
Bush y tantos otros saben mucho de esto. Hubo que destruir
las molestas experiencias socializantes y para ello, EE.UU.
no dudó en violar las soberanías de los Estados y el
sacrosanto principio de no intervención. ¿Se imaginan que un
Estado actuase con los EEUU del modo que ellos han hecho con
los latinoamericanos? Lo bombardearían, lo invadirían y lo
dejarían mermado. Como pretenden hacer con Colombia. O
ayudaron a hacer con el pueblo palestino. Entre otros.
Después de su política intervencionista, vino en 1994 el
Tratado de Libre Comercio (TLC) para asegurar el control de
las reservas petrolíferas, hídricas y de materias primas en
Canadá y en México. Pero no era suficiente. Para ello, fue
lanzado, en diciembre de ese mismo año, el Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA) que incluye a los
demás países latinoamericanos, con la excepción de Cuba. Con
una población de 800 millones de habitantes y un PIB
combinado de 11 billones de dólares, el ALCA
conformaría la zona de libre comercio más grande del mundo
para controlar toda la economía, la política y las vidas de
todos los pueblos latinoamericanos. Urgidos por la Cumbre de
las Américas, a celebrarse en Québec (Canadá), en abril
próximo, pretenden adelantar el lanzamiento del ALCA
del 2005 al 2003.
Las reivindicaciones indígenas recogidas en los Acuerdos de
San Andrés son la antítesis del ALCA y el Plan Puebla
Panamá. Desde el alzamiento del EZLN el 1 de enero de
1994 han intentado inutilizar a los zapatistas
militarmente, con ayuda de paramilitares al servicio de
terratenientes de alma charolada. No lo lograron ni Salinas
ni Zedillo. Llegó Vicente Fox y, haciendo honor a su nombre,
actuó con astucia, aunque sigue creyendo que fue él quien
logró sacar de la selva Lacandona a Marcos y a los
comandantes cuando fueron éstos los que comprendieron que
había llegado el momento de utilizar su potencial mediático
que había trascendido las fronteras mexicanas.
Los senadores del PAN y del PRI intentaron contener su
facundia hasta que los tuvieran en el Zócalo. Después,
pretendieron ningunearlos y les presentaron el Plan Puebla
Panamá como panacea. Desde las universidades y los medios de
comunicación de medio mundo contemplamos atónitos semejante
flojera mental. ¿No habían reclamado los políticos mexicanos
que el EZLN volviera a los cauces de la legalidad y
el diálogo? Nunca se dispuso de una mejor oportunidad para
saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas de
México y parecía desperdiciarse.
Desde las universidades de muchos países seguimos día a día
la experiencia zapatista. Lo mismo sucede en las más
importantes ONG y grupos civiles que alimentan el tejido
social y tienen voz en los medios de comunicación. No se
trata de pobres diablos de izquierda alguna vergonzante.
Es algo más, mucho más. Hoy ya no se puede delinquir ni
avasallar impunemente. Algo bueno tenía que tener la
globalización. Somos millones las personas que, cualificadas
intelectual y socialmente, no tenemos reparo alguno, antes
al contrario, en decir "Nosotros también somos
Marcos". Quizás el amanecer esté más cerca de lo que piensan
los que medran en la negrura de la noche.
Fox pretende firmar la "pacificación" con el EZLN
como "corolario de la paz". De ahí la sorpresa ante el
anuncio de Marcos de regresar a la selva por las demoras en
el cumplimiento de los Acuerdos. La paz en Chiapas pasa por
la aprobación de la Ley de derechos Indígenas sin demoras ni
cortapisas.
José Carlos García Fajardo
Profesor de Pensamiento Político y Social y
Presidente de la ONG Solidarios
23 de marzo de 2001
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