Los países
desarrollados trasladan su base industrial a los países
pobres mediante el procedimiento de extender sus
fronteras dentro de los territorios de los países pobres
estableciendo enclaves en régimen de zonas francas,
comúnmente conocidas como maquilas. El objetivo
es producir pagando salarios de un dólar o menos la
hora, frente a los 16 o 24 dólares la hora que deberían
abonar en su propio territorio. Estas empresas obtienen
enormes privilegios concedidos por el Estado, ya que
están totalmente exoneradas de impuestos.
En Nicaragua
existen
aproximadamente 70 empresas de zona franca, empleando
unos 70 mil trabajadores, en su mayoría mujeres. La casi
totalidad de estas empresas son de capital oriental
(Corea del Sur y Taiwán) y estadounidense.
En un
estudio presentado en 2005 por el licenciado Tránsito
Gómez (Salario y poder adquisitivo en las maquilas)
aparecen claramente las diferencias salariales entre los
sectores más desarrollados de los trabajadores en Europa
y los menos desarrollados en Centroamérica, apara los
cuales el salario oscila entre 0,27 dólares en Nicaragua
hasta un máximo de 1,30 dólar en Costa Rica y El
Salvador.
La información más reciente
indica que los/as obreros/as
tienen promedialmente un salario
de 24,87 dólares por hora en
Alemania, 16,91 en Japón, 16,40
en EEUU, 5,46 en Taiwán, 5,12 en
Singapur, 4,93 en Corea del Sur,
que aparecen entre los más
altos, frente a 0,27 dólares en
Nicaragua |
|
La diputada
Alba Palacios explica cómo “en el estudio se
percibe claramente que las metas productivas que se
establecen en muchas empresas obligan a los trabajadores
a jornadas extenuantes bajo pena de despido, lo cual
constituye una violación a los Convenios 29 y 105 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el
trabajo forzoso”.
En
las zonas francas de Nicaragua la mayoría del personal
contratado son mujeres, muchas de las cuales son la
única fuente de ingreso de la familia. No existe
regulación sobre la duración de la jornada de trabajo,
que se extiende desde las siete de la mañana hasta las
siete de la noche.
En
algunas de ellas, incluso, se trabaja el sábado hasta el
mediodía, y al final de cada ciclo productivo, cuando se
produce la mayor presión por parte de los propietarios
de la maquila para cumplir con los pedidos, se trabaja
los días sábado y domingo de siete de la mañana hasta
las cinco de la tarde.
A
menudo se contrata mano de obra no calificada, la cual
pasa años repitiendo siempre la misma operación, sin
recibir ningún tipo de capacitación para poder realizar
un producto terminado desde la primera hasta la última
operación. Esto genera frustración y mantiene a los
trabajadores en la condición de no poder encontrar otro
trabajo que no sea en la maquila.
“También –continuó Palacios- tenemos claro que muchas
empresas no cumplen con los procedimientos técnicos para
la seguridad en el trabajo y la fijación de los
estándares de producción, lo cual es de obligatorio
cumplimiento para países como Nicaragua que ya tienen
ratificado Convenios con la
OIT.
Las empresas maquiladoras llegan al país con un modelo
de organización de trabajo y estándares de producción
establecidos que no corresponden a nuestra realidad
socioeconómica sino a la de otros países donde los
estándares de producción se cumplen sobre la base de
salarios superiores.
Aquí se implementan los mismos modelos de productividad
pero sin el aspecto salarial, y eso implica una
sobreexplotación de nuestra fuerza de trabajo que, en
Centro América, es la más explotada.
Además, el aumento del salario mínimo establecido por
ley (1.137 córdobas equivalentes a 65 dólares) se
establece a través de una negociación entre los
sindicatos, las empresas y el gobierno (Comisión de
Salario Mínimo), pero no representa un verdadero
incremento porque en nuestro país la devaluación del
córdoba respecto al dólar absorbe cualquier aumento, y
la capacidad adquisitiva del trabajador de la maquila -y
de cualquier trabajador nicaragüense promedio- oscila
apenas entre el 30 y el 70 por ciento de la canasta
básica.
Mientras tanto, estas empresas tienen utilidades brutas
de 200 a 300 por ciento, lo que significa que por cada
millón de dólares que invierten ganan tres millones, y
si esto lo multiplicamos por los ciclos productivos de
cada dos meses, las ganancias son bastante fuertes, lo
que explica el auge que tiene la zona franca”.
Además de la sobreexplotación del trabajo, los/las
trabajadores/as de la maquila son objeto de diferentes
tipos de vejaciones y violaciones a sus derechos
humanos, laborales y sindicales.
La licenciada Irela Alemán, del Centro
Nicaraguense de Derechos Humanos (Cenidh) afirmó
que “Hoy en día las maquilas son presentadas por los
gobiernos de los países subdesarrollados como la mejor
forma de combatir el desempleo, sin embargo, a medida
que pasa el tiempo y vemos cómo se desarrollan y se
comportan estas empresas, nos damos cuenta de que es una
idea equivocada, puesto que violan gravemente los
derechos humanos de los trabajadores, lo que se expresa
a través de salarios bajos, la violación a la integridad
física y psíquica de los trabajadores y largas jornadas
de trabajo, en lugares donde su dignidad y derechos
humanos no son respetados”.
Según Pedro Ortega, miembro de la Mesa Laboral
Sindical de la Maquila (MLSM), “Los ejemplos de
violaciones son continuos. Los/as trabajadores/as tienen
miedo de perder ese trabajo porque es la única
oportunidad que hay en Nicaragua. Hay ejemplos de
mujeres que fueron despedidas porque estaban embarazadas
o que abortaron porque no le permitieron acudir a una
consulta médica. Muchas veces las empresas no pagan las
cotizaciones al Seguro Social (INSS) y las mujeres no
pueden acceder a la atención sanitaria gratuita,
comprometiendo su embarazo. No se respeta el pago del
salario mínimo y de las horas extras, y obligan a turnos
de trabajo agotadores.
Existe una violación total a las leyes del país y a los
convenios internacionales en el aspecto sindical. Cuando
se forma un sindicato, despiden de inmediato a toda su
Junta Directiva para crear miedo en los demás
trabajadores y evitar que se afilien.
La empresa sabe perfectamente que el Ministerio del
Trabajo (MITRAB) no tiene poder coercitivo en su
contra y no atiende sus resoluciones. Sabe, además, que
una demanda en los tribunales normalmente se extiende
hasta más de dos años y la gente no tiene posibilidades
de aguantar todo esto tiempo, por lo que muchas veces
abandona la lucha y se busca otro trabajo para alimentar
a sus hijos”.
La instancia encargada de tutelar los derechos de los
trabajadores es el Ministerio del Trabajo
(MITRAB), y nunca ha sido beligerante en controlar de
cerca la sobreexplotación de la que son victimas los
trabajadores de la zona franca.
Que un trabajador haga horas extras no es algo realmente
voluntario, sino que su ingreso es tan bajo que está
casi obligado a trabajar horas extras para ganar un poco
más, y muchas veces ni siquiera se las pagan.
Se sabe también que si un trabajador intenta reclamar
por sus derechos laborales o salariales, la única
respuesta que recibe es el despido.
Existen también las tristemente célebres ‘Listas
Negras’. Cuando un trabajador es despedido por ser
sindacalista o afiliado a un sindicato, o simplemente
por haber exigido el respeto a sus derechos, los dueños
de la empresa colocan su nombre en una lista que circula
entre la diferentes compañías de zona franca. Para esta
persona será casi imposible encontrar nuevamente trabajo
en este sector, porque está fichado como persona
problemática”.
En Managua,
Giorgio Trucchi
© Rel-UITA
16 de noviembre de 2006 |
|
|
|
NOTA:
1-
Conceptos
extraídos de
“La
mano de obra barata en la economía mundial”,
de Michel Chosbudovsky