Guatemala
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Maquilas
en Guatemala
Terrorismo
empresarial SI,
libertad
sindical NO
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Casi un
80 por ciento de la población guatemalteca vive en situación de
pobreza y 60 por ciento en condiciones de pobreza extrema. Un “ejército”
de jóvenes hostigados por la miseria se encuentra a disposición para
trabajar en lo que sea. Mano de obra abundante y barata en un país
donde la tasa de sindicalización no sobrepasa el 3 por ciento de la
masa laboral. Todo ello es sinónimo de tierra fértil para las maquilas
y el abuso, valga la redundancia. Las Zonas Francas están exoneradas
del pago de impuestos, y también de toda ética, en una sociedad en la
cual la competitividad se ha transformado en un valor supremo. Como si
fueran las máquinas con las cuales trabajan, las personas se hacinan en
enormes bodegas, y son explotadas y degradadas salvajemente. Cuando la
gente se rebela y se organiza los patrones sacan otro as de la manga:
las maquilas también están exoneradas de democracia, y en ellas no
existe el Estado, por eso arremeten impunemente con prácticas
terroristas y macabras que hacen recordar los tiempos en que Guatemala
era una gran carnicería.
El
9 de julio la Federación Sindical de Trabajadores de la Alimentación Agro
Industria y Similares de Guatemala (FESTRAS), miembro de UITA,
notificó al Ministerio de Trabajo y Previsión Social, que los trabajadores de
las empresas CIMATEXTILES S.A. e INDUSTRIA TEXTIL CHOISHIN S.A, se
estaban organizando sindicalmente. La ley guatemalteca ampara la organización
del sindicato a partir del momento en el que se anuncia formalmente su
existencia, y ningún trabajador puede ser despedido sin una expresa autorización
del Juez de Trabajo. Meses de sacrificio, de contactos secretos, de idas y
venidas, de agotadoras jornadas de planificación evaluando cada paso habían
finalmente dado sus resultados: FESTRAS lograba formar sindicatos dentro
de la boca del lobo.
Sin
embargo, la alegría duró muy poco. Apenas dos días después, el 11 de julio,
la trabajadora LESVIA LOPEZ fue perseguida por personas que viajaban en
un carro con vidrios polarizados, una práctica de amedrentamiento que recuerda
a la Guatemala de los escuadrones de la muerte, que reaviva un pasado poblado
por el terror y la intolerancia. Dentro de las plantas la situación no fue más
agradable: uno a uno, todo el personal fue llevado a las oficinas de la empresa
donde se les obligó a desistir del sindicato y firmar documentos que no
pudieron leer.
El
viernes 14, la trabajadora OLGA GREGORIO fue llevada a la oficina donde
la interrogaron durante una hora y media y la presionaron para que renunciara al
sindicato. A otros trabajadores los fueron a buscar a sus casas, y a los
ausentes les dejaron el mensaje en la puerta: “NO SE PRESENTE AL TRABAJO,
NO SABE QUE LE VA A PASAR”. Dentro de la empresa, el encargado de personal
pasa lista a los trabajadores y mientras los mira fijamente pasa el pulgar por
su cuello.
El
4 de setiembre a las 14.30 hs., el asesor jurídico de FESTRAS, SERGIO
MIRANDA, recibió una llamada telefónica en su casa: “¿Dónde querés
aparecer tirado? ...queremos que te vayas del país”. Prácticamente a la
misma hora, otra llamada, ahora al local de FESTRAS: “Dígale a
ENRIQUE TORRES que vino a cavar su tumba aquí en Guatemala”, sentenció
una voz anónima. El día 5, alrededor de las 11.00 hs. se recibió en FESTRAS
otra llamada en los siguientes términos: “Pregúntele al licenciado
Torres, dónde quiere que dejemos su cadáver”. Cinco minutos más tarde
llamaron preguntando: “¿Ya le dio el mensaje al licenciado?”.
Torres participó activamente en el resurgimiento del Sindicato de
Trabajadores de Embotelladora Guatemalteca S.A. (STEGSA - COCA-COLA),
en 1975. El 11 de febrero de 1977 atentaron contra su vida y la de su esposa, Martha
Torres, también asesora del STEGSA y de la Central Nacional de
Trabajadores (CNT).1 En noviembre de 1978 el
matrimonio Torres partió al exilio para salvar sus vidas. Veinte años después
Enrique Torres regresó a Guatemala, donde parece que muy poco ha cambiado desde
su partida.
CIMATEXTILES
y CHOSIN producen ropa para la firma estadounidense LIZ CLAIBORNE.
Ambas fábricas suman aproximadamente 1.000 trabajadores, de los cuales un 70%
son mujeres. Sus dueños son coreanos, colectividad que ostenta el 44 por ciento
del total del capital invertido en las maquilas en Guatemala, seguida por
capitales locales que representan un 43 por ciento, y en tercer lugar se
encuentra el capital estadounidense con un 9 por ciento.2
Las
maquilas continúan siendo un reducto impenetrable, una tierra sin ley. Las
Zonas Francas, paraísos fiscales, son un verdadero infierno para miles de
trabajadores y trabajadoras. Pergeñadas por el ex presidente de Estados Unidos
Ronald Reagan, las maquilas debían “servir para combatir en Centroamérica
la radicalización política existente”.3 Hoy, terminado el período
de lucha armada, mientras cosen montañas de camisas en las zonas francas los jóvenes
aprenden que empleo y padecimiento son caras de una misma moneda. Allí son
entrenados en las reglas que imponen las transnacionales, un código para un
mundo sin ética.
Gerardo
Iglesias
© Rel-UITA
13 de setiembre de 2001
NOTAS
1- Tiempo
de sudor y lucha.
Miguel Angel Albizures.
2- Los
capitales en la maquila en Centroamérica.
Lic. Javier Rivas Castillo. EL NUEVO DIARIO.
3- Perras
muertas de hambre. La
Lupa. Semanario Brecha. Jorge A. Bañales.
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