La
realidad que se vive en la empresa de maquila
Chapri-Mil Colores SA es solamente uno de los tantos
ejemplos de violación a los derechos humanos,
laborales y sindicales que viven los trabajadores y
trabajadoras de las empresas que operan en Nicaragua
en régimen de Zona Franca. Carrión es coordinador
del Programa Defensa y Denuncia del Centro
Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), y dialogó
con Sirel sobre la realidad de esta empresa
paradigmática del sector.
En el caso específico, su dueño, el
estadounidense Gregg Miller, ha dejado que la
empresa quebrara violando las más elementales normas
de derecho que existen en el país, y ha contribuido
a que tres mujeres abortaran por no poder tener
acceso a la atención sanitaria. Otras dos
trabajadoras denunciaron que están a punto de dar a
luz, pero que no se les reconoce el derecho a la
atención en las clínicas provisionales porque desde
hace meses la empresa no vierte al Seguro Social (INSS)
las retenciones que descuenta de sus salarios.
Un caso más de violación a los
derechos de los trabajadores y trabajadoras, donde
el mismo Estado resulta ser cómplice.
En una breve entrevista a El Nuevo
Diario, María Auxiliadora Mercado, de 29
años, una de las mujeres perjudicadas, relató su
caso.
El pasado 10 de octubre, estando en
el trabajo, ella sufrió un fuerte sangrado. Por
intermedio del sindicato, pidió que la llevaran a
una clínica, pero la jefa del personal dijo que no
tenía dinero para enfrentar los gastos.
“Me llevaron al hospital público y me
dijeron que necesitaba hacerme un ultrasonido de
urgencia, pero la jefa del personal volvió a negar
el dinero. Cuando logré conseguirlo ya no había nada
que hacer, había perdido el embarazo. Anteriormente
le había pedido a la jefa del personal que me diera
algunos días de vacaciones para poder descansar como
me había recomendado el médico, pero ella dijo que
no podía porque había muchas obreras en esas
condiciones… Ahora perdí mi embarazo”.
El Programa Defensa y Denuncia del
Cenidh ha estado dando seguimiento a la demanda
interpuesta por las mujeres afectadas.
-¿Qué está pasando en esta empresa
maquiladora?
-La situación de esta maquila en
particular raya lo inaudito, lo reprochable y lo
inaceptable. Existe una situación general en donde a
estas empresas de maquila no les es
suficiente tener privilegios y fuertes ganancias,
sino que abusan de una buena parte de los derechos
laborales, humanos y ambientales de los trabajadores
y trabajadoras.
Hay serios problemas en la mayoría de
las empresas maquiladoras, pero hay también casos,
como éste, en los cuales el abuso a los derechos
humanos resulta mucho más pronunciado. Estamos
hablando de abusos a diferentes derechos básicos
como, por ejemplo, el pago del salario, de las horas
extras, de las diferentes prestaciones, de la
antigüedad, te despiden y no te dan tu liquidación,
no pagan a tiempo…
-Hay también abusos relacionados con
la atención médica…
-Esta empresa ya está colapsada. El
propietario es un irresponsable y es un
inversionista a quien el Estado no ha sabido parar.
Ya lo había hecho anteriormente cuando la empresa se
llamaba “Mil Colores S.A”. Cerró todo, trasladó a la
gente y volvió a producir con el nuevo nombre de “Chapri”.
Se detectaron reiterados abusos a los
derechos humanos y laborales de los trabajadores y
el Estado nunca intervino. Ahora resulta que le debe
millones de córdobas al INSS, porque retiene el
aporte de los trabajadores pero nunca lo entrega a
la institución. Las principales afectadas por esta
actitud son las mujeres, y sobre todo las
embarazadas que al no recibir la constante atención
médica que requieren se encuentran en una situación
muy difícil y corren el riesgo de perder sus hijos.
Todo embarazo tiene sus riesgos, y si
no está siendo vigilado y atendido constantemente,
el riesgo es mayor. Al no pagar al INSS, la empresa
buscó otra forma para atender a las trabajadoras. La
Asociación IXCHEN les brindó algún tipo de ayuda y
contrataron a un doctor que llegaba semanalmente a
dar consulta en la empresa, pero dejó de concurrir
porque a él tampoco le pagaban.
Al final, al no tener la atención
especializada que necesitaban, varias mujeres
abortaron.
-¿Cuántas son las mujeres que
interpusieron la denuncia en el Cenidh?
-Fueron tres las denuncias de mujeres
que habían abortado y otras denuncias de mujeres
embarazadas que tenían miedo de que les pasara lo
mismo. Actualmente estas mujeres están por dar a luz
y están muy preocupadas por lo que les podría pasar
antes y después del parto, porque no tienen atención
médica. Los trabajadores y trabajadoras tienen
serios problemas para que se les respeten sus
derechos adquiridos, y la situación se vuelve más
grave cuando se trata de embarazos. Hay un caso de
una muchacha que tenía varias semanas de embarazo y
que había advertido de que corría el riesgo de
sufrir un aborto. La empresa no tomó ninguna medida,
no le hicieron caso, hasta que abortó.
-¿La empresa es la única responsable
de lo que ha pasado?
-Hay un conjunto de factores y de
responsabilidades compartidas entre una empresa
irresponsable y un Estado complaciente y cómplice.
Aquí, para no ahuyentar la inversión,
se permite que estos personajes hagan lo que les da
la gana. Cualquier inversionista, por mucho
privilegio que tenga, al entrar en nuestro país
tiene que someterse a nuestro ordenamiento jurídico,
pero en el caso de las maquilas estos
empresarios se demuestran irrespetuosos de nuestras
leyes y las violan constantemente.
-¿De qué manera el Cenidh está
respaldando a estas trabajadoras?
-Ellas pidieron apoyo al Cenidh
para que las acompañemos en la acción legal en
contra de la empresa y del Estado. Ellas son las que
van a decidir qué tipo de acción emprender, y como
organismo de defensa de los derechos humanos las
vamos a acompañar en eso.
No se trata sólo de la empresa,
porque el Estado es cómplice en cuanto tiene la
responsabilidad de velar por el respeto a los
derechos humanos de los trabajadores y trabajadoras,
y lo que ha ocurrido es una abierta violación a
estos derechos.
El Estado es el promotor de que los
inversionistas lleguen con todas las facilidades del
mundo y permite también que se cometan estas
barbaridades con las trabajadoras.
Hay una total incoherencia en el
comportamiento del Estado.
En la práctica son las trabajadoras
las que están pagando las consecuencias de lo que
hizo el dueño, mientras que tendrían que recibir su
atención médica y el INSS interponer una demanda en
contra del empresario.
-¿Y cómo está la situación en la
empresa “Chapri-Mil Colores S.A.”?
-Está empeorando. Hay unos acreedores
de la empresa que la quieren embargar porque el
propietario nunca entregó la producción que ellos ya
habían pagado o porque nunca les pagó la materia
prima entregada. Los trabajadores, por el momento,
han logrado impedir el embargo. Se tomaron la
empresa y no quieren salir por temor a quedar
totalmente en el aire. La empresa no está dando la
cara y el personal administrativo ya casi no
concurre. La jueza le dio al dueño 15 días para
solucionar la situación y para inyectar dinero, pero
faltan pocos días para la fecha tope y no se ha
visto nada.
-Pero, ¿el Ministerio de Trabajo no
se ha pronunciado? ¿No ha tomado alguna medida?
-No está haciendo nada. El
Ministro del Trabajo dijo no tener poder
coercitivo, sin embargo, cuando los trabajadores no
dejaron entrar a la jueza y a la Policía que habían
llegado para ejecutar el embargo, allí sí que el
Estado estuvo presente y tuvo poder coercitivo.
Allí estaba el Estado. Es decir que
el Estado no tiene poder para intervenir cuando se
violan los derechos de los trabajadores, pero no
pierde tiempo cuando hay que defender los intereses
de los empresarios. Con un embargo los trabajadores
quedarían totalmente desamparados, sin sus derechos
adquiridos, años trabajados, liquidación, pago de
prestaciones. Quedarían en completa indefensión.
-¿Los trabajadores y trabajadoras
están organizados?
-Han estado activos para defender la
empresa del embargo, por lo menos hasta que no se
les garanticen todos sus derechos adquiridos.
En cualquier momento podrían llegar
los cuerpos antimotines de la Policía para ejecutar
el embargo y desalojar a los trabajadores.
Actualmente, la empresa que controla
la distribución de la energía eléctrica, la
transnacional española Unión Fenosa, ha
cortado la luz porque el dueño de la empresa adeuda
varios millones y se ha paralizado la producción.
En la empresa existen tres
sindicatos. Nosotros les aconsejamos que se unieran
para enfrentar a esta situación. En este contexto,
hemos percibido que existe una cierta unidad de
acción, porque el problema está perjudicando a todos
y todas y están tratando de defender sus intereses.
-El gobierno sigue insistiendo en que
la maquila es la solución a todos los
problemas de falta de trabajo en el país. ¿Usted qué
cree?
-Es una forma para “maquillar” el
país. Atraer maquilas lo ponen como uno de
los grandes logros de este gobierno que ahora está
saliendo. Dicen que de esta manera se genera
trabajo, que se crea mercado. Estos son empleos
precarios, con condiciones muy difíciles para los
trabajadores y trabajadoras, con salarios muy por
debajo de la media centroamericana.
La maquila no es la solución
al desempleo. Es una solución para maquillar el
rostro de Nicaragua y para bajar los índices de
desempleo. Es cierto, son puestos de trabajo, pero
son puestos tan precarios que lo único que dejan
son los atropellos y las migajas. Los empresarios
extranjeros buscan la máxima ganancia y no
contribuyen al desarrollo del país. Creen que por el
hecho de traer empleo hay que agradecerles y
soportar cualquier vejación, como si los derechos
hubiese que suplicarlos y rogarlos.
La maquila ofrece solo
precariedad, y no vamos a salir de la pobreza con la
maquila.Si retomamos el lema “Empleo sí, pero
con dignidad”, nos enfrentamos a una situación en la
cual hay mucho empleo, pero SIN dignidad.
En todo eso, el Estado sigue siendo
cómplice del silencio que envuelve a estas terribles
y constantes violaciones.
En Managua,
Giorgio Trucchi
© Rel-UITA
17 de noviembre de 2006 |
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