De mi
consideración:
Hemos
sido informados por nuestra organización afiliada, el
Sindicato de Trabajadores Bananeros de Izabal (SITRABI), del
alevoso e infame asesinato de nuestro compañero Marco Tulio
Ramírez Portela, secretario de Cultura y Deportes del
referido sindicato.
Según
el testimonio aportado por sus familiares directos que
presenciaron el hecho, Marco Tulio salía de su casa en
dirección al trabajo cuando fue interceptado por varios
hombres enmascarados y armados que lo asesinaron allí mismo,
a sangre fría.
Se
trata, pues, de un homicidio premeditado y con
características de “ejecución”, en el estilo de los
tristemente célebres “escuadrones de la muerte” que asolaron
Guatemala en el pasado reciente. No nos parece un dato menor
que Marco Tulio sea hermano del secretario general del
SITRABI, compañero Noé Antonio Ramírez Portela.
Este
cobarde atentado a la vida de un militante social pacífico y
desarmado, se suma a la insidiosa irrupción de varios
soldados uniformados en la sede del SITRABI en julio pasado.
Los militares –uno de ellos con la inscripción “Moscoso” en
su gorra y trasladándose en la camioneta matrícula “O
174BBF”– se negaron a identificarse y, utilizando maneras
prepotentes, sometieron a quienes allí se encontraban a un
interrogatorio cuyo objetivo era conocer los nombres de los
dirigentes del Sindicato y otras informaciones de carácter
privado. El SITRABI presentó la correspondiente denuncia
ante la Fiscalía de Derechos Humanos del Ministerio Público,
y mantuvo una entrevista con el Ministro de Defensa, quien
aseguró que realizaría una investigación interna.
Apenas
una semana después, el resultado es el repudiable asesinato
del compañero Marco Tulio a manos de un comando organizado
que lo “fusiló” en plena vía pública.
En
nombre de la UITA junto a nuestras 368 organizaciones
afiliadas en 122 países, queremos comunicarle que, a menos
que los responsables de este odioso crimen sean rápidamente
identificados, arrestados y debidamente juzgados, así como
las personas que lo ordenaron, la responsabilidad política y
moral de esta muerte recaerá en sus espaldas. Porque este
atentado, además de apuntar contra el SITRABI y todo el
movimiento sindical guatemalteco, es una daga profundamente
clavada en el sistema democrático del país.