Luego de la
matanza del pasado 8 de julio, cuando los militares abrieron
fuego sobre todo lo que se movía asesinando a cinco personas
y dejando otras 700 heridas, el presidente Martinelli
entregó becas de estudios de 20 dólares y algunas casas a
las viudas de los trabajadores muertos. Un día después de
esa cínica burla entrevistamos a Catalina, cuyo esposo fue
ultimado cuando manifestaba contra la Ley 30, aquel 8 de
julio que nadie debe olvidar.
-¿Cuántos hijos tienes?
-Tengo nueve hijos…
-¿Cómo te sientes?
-Estoy contenta con esa casa que me dieron. Tengo una casa
mejor, pero lo más valioso que tenía me lo quitaron. Mi
esposo quería la derogación de la Ley 30, cuando se derogue
esa ley me sentiré un poco mejor. Y si la ley sigue ahí y
los trabajadores se manifiestan de nuevo, yo iré con ellos.
-Tu marido no estaba de acuerdo con esa ley…
-El decía que era perjudicial para los trabajadores, que la
ley era mala para ellos. El quería que se derogara y el
Presidente le dio la espalda.
-¿Cuántos años tenía Antonio?
-Tenía 37 años. Él era activista del Presidente, pedía votos
para él. Muchas veces llegaba a la casa con hambre luego de
andar todo el día por ahí, y yo no tenía otra cosa que darle
que banano con coco.
Mi marido decía que con Martinelli se iba a vivir
mejor. Pero no fue así. El creía en el Presidente, que iba a
haber un cambio, pero no esa ley…
-¿Cuántos años de casados?
-Llevábamos 20 años…
-¿Él siempre estuvo en el Sindicato?
-Sí. Era lo que más le gustaba, y defendía los derechos de
los trabajadores.
-El Presidente estuvo aquí y le pediste que derogara la Ley…
-Claro, le dije que derogara la ley.
-¿Qué te respondió?
-No dijo nada, bajó la cabeza y quedó así…
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