El pasado
miércoles 15 las calles de Asunción fueron testigos una vez más del paso
de más de 10 mil campesinos. Hombres, mujeres y niños llegados desde el
interior del país, como lo hacen desde hace 13 años, para protestar
contra el imperialismo y la política agro-exportadora, exigir una
reforma agraria y la defensa de la soberanía nacional.
Esta movilización, organizada por la Federación Nacional
Campesina (FNC), fue un llamado de atención al gobierno de Nicanor Duarte
Frutos por la falta de respuesta a las reivindicaciones presentadas por el
sector. "Si las autoridades siguen mintiendo les demostraremos que el pueblo
organizado puede rectificar el rumbo del país", advirtió Odilón Espínola,
secretario general de la FNC durante el acto central de la marcha.
Desde diversos puntos del país, los labriegos llegaron hasta
Asunción en camiones de carga. Se juntaron unos 10 mil, a pesar de que
tenían que pagar para costear el vehículo que los trajo hasta la capital. Se
concentraron, como todos los años, en el local del ex Seminario
Metropolitano. Desde ahí, la marcha culminó en la plaza frente al Congreso
Nacional, donde se realizó el acto central.
A la altura de la Plaza Uruguaya se les unieron delegaciones
de maestros y obreros de la Coordinadora Obrera, Campesina y Popular (COCP),
integrantes del Frente en Defensa de los Bienes Públicos y el Patrimonio
Nacional, médicos reunidos en la Federación Nacional de Trabajadores de la
Salud, y estudiantes del Instituto de Estudios Humanísticos Filosóficos. La
Pastoral Social de la Iglesia Católica se encargó de preparar el desayuno y
el almuerzo para los manifestantes. Estudiantes de 50 colegios católicos de
la capital colaboraron en los trabajos de preparación de los alimentos,
desde las 4 de la mañana del día de la marcha.
En el cruce internacional de la ciudad de Coronel Oviedo se
concentró el mayor contingente de delegaciones provenientes de Concepción,
San Pedro, Canindeyú, Caaguazú, Guairá y Caazapá. A las 4 de la madrugada
partió desde allí en una gran caravana de camiones de carga hacia Asunción.
Los productores llevaban sus "garrotes" como símbolo de la
lucha por la defensa de las libertades públicas y contra el fascismo como
expresión del terror que pretende instalarse en el campo impulsado desde el
Estado.
Marcharon para protestar contra el imperialismo y la política
agroexportadora del gobierno. Reivindicaron la reforma agraria integral y la
soberanía nacional.
Condenaron la política agroexportadora que agrede el medio
ambiente y está convirtiendo al país en un desierto a causa de la
deforestación y el cultivo extensivo de la soja, que arrasa con las
comunidades y los rubros de autoconsumo. Además, aumenta la especulación por
la tierra y hace que la propiedad se concentre en unos pocos, la mayoría
extranjeros.
Los campesinos se quejaron también porque el 80% de la tierra
productiva está concentrada en poder del 1% de la población, lo que estanca
el desarrollo del país y rompe con las posibilidades de ampliar la
producción de los rubros primarios.
Rechazaron totalitarismo
Durante el discurso de Odilón Espínola, en el acto realizado
en la Plaza frente al Parlamento Nacional, el dirigente lanzó duras críticas
al gobierno de Nicanor Duarte Frutos por no asumir la critica situación
social y económica en que está inmerso el país.
Odilón advirtió que no aceptarán las manifestaciones de
totalitarismo de parte del presidente Nicanor Duarte Frutos. “Ante la
posición de cierto sector, que busca agitar para romper el orden
institucional, estaremos firmes para defender una vez más el Estado de
derecho”.
El líder campesino anunció más ocupaciones de tierras y que
mantendrán una posición crítica y firme contra las mentiras del gobierno.
Dijo que Nicanor solamente ha creado trabajo en los semáforos, donde
hombres, mujeres y niños mendigan por un pedazo de pan, mientras otros
frente a Identificaciones forman fila (tramitando pasaportes) para salir del
país .
Agregó que el presidente de la República habla todo el tiempo
de la cantidad de caminos construidos y de las viviendas populares
inauguradas. “Esas obras son importantes pero no prioritarias; existen otras
cosas más urgentes que resolver como la reforma agraria integral”. Por
cierto, Duarte Frutos no estaba en la capital en el momento de la marcha,
pues viajó al departamento de Caaguzú para inaugurar una planta procesadora
de mandioca.
En otro momento de su discurso, Espínola criticó la represión
ejercida hacia los dirigentes sociales desde el Poder Judicial. Afirmó que
este poder del Estado se convirtió en un instrumento de represión y
persecución de la clase pobre del país, con el sólo objetivo de defender a
sus “socios y aliados”, procesando a dirigentes sociales por el sólo hecho
de participar en protestas contra el gobierno nacional. “No existe ningún
respeto de parte del Poder Judicial hacia los trabajadores, y mucho menos
hacia el campesinado empobrecido”.
Al mismo tiempo, trajo a colación las viejas reivindicaciones
realizadas a los sucesivos gobiernos durante estos 13 años de marchas por
Asunción y que hasta el momento no fueron satisfechas, como la necesidad de
contar con más centros de salud, escuelas, tierras, caminos, semillas para
el cultivo de autoconsumo y mejores precios para sus productos.
El paso de los campesinos por Asunción refleja una vez más la
situación de atraso y postergación que vive el agricultor paraguayo y sus
familias. Pobreza, falta de acceso a la salud y la educación, y una notable
ausencia de apoyo estatal a la producción de rubros de la agricultura
familiar, siguen siendo las constantes en un país que se está hundiendo cada
vez más en una crisis política, social y económica, mientras la gestión del
presidente Nicanor Duarte Frutos sigue sin poder dar con el camino atinado
para superar esta difícil situación.
En Asunción,
Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA
21 de marzo de 2006