Con
la consigna “Para que los más infelices sean los más
privilegiados. A defender la democracia”, la central
uruguaya PIT-CNT realizó ayer, martes 24, un paro
general parcial en todo el país entre las 10 y las 15
horas. La medida se instrumentó en respuesta al paro
patronal por tiempo indefinido que inició el lunes 23 la
gremial de propietarios de camiones de carga apoyados
por los grandes ganaderos y terratenientes. Hoy,
miércoles 25, el gobierno decretó “servicios esenciales”
la distribución de combustibles, de alimentos y el
funcionamiento de puertos y aeropuertos.
A pesar de que camioneros y ganaderos mantienen “relaciones
carnales” desde siempre –los ganaderos son los
principales clientes de los camioneros–, su alianza
gremial es absolutamente inédita en la historia
uruguaya. A ellos se sumó la Federación Rural, que
agrupa a pequeños y medianos productores agropecuarios,
y los propietarios de taxis de todo el país. Advirtiendo
la impopularidad de la medida, estos últimos resolvieron
el lunes mismo retirarse de la movilización y reanudar
sus tareas.
Juntos pero no
entreverados
Con intereses obviamente diferentes aunque no enfrentados,
estas gremiales vienen planteando desde hace semanas
diversas discrepancias con los planes y/o decisiones del
gobierno presidido por Tabaré Vázquez. Desde una
reforma tributaria promovida por el gobierno que apunta
a empezar a concretar su consigna electoral: “¡Que pague
más quien tiene más!”, y que toca los hasta ahora
sacrosantos ingresos de la alta burguesía nacional,
pasando por la eliminación de exenciones impositivas que
beneficiaban a alguno de estos sectores y que ya no
correrán más. La gota que desbordó el vaso –dicen los
movilizados– fue el incremento “político” del gas-oil
con el objetivo de trasladar esa recaudación extra a
provocar una rebaja del precio del transporte colectivo,
uno de los más caros de América Latina.
Uruguay tiene una peculiar matriz de consumo de combustibles:
su parque automotor está desproporcionadamente volcado a
los motores diesel ya que históricamente el gas-oil fue
subsidiado en virtud de su uso intensivo en la
producción agrícola y ganadera, lo que fue provocando un
incremento constante de la cantidad de vehículos
particulares “gasoleros”, incluyendo muchos de gran
lujo. El gas-oil y la gasolina son producto del proceso
de refinado del petróleo, y de cada barril
industrializado se obtienen porcentajes fijos de uno y
otro. Por cada 100 litros de gas-oil se producen cerca
de 150 litros de gasolina, lo que determina que Uruguay,
que no posee petróleo pero lo refina, tiene un excedente
de gasolina que debe exportar prácticamente a pérdida.
El actual gobierno pretende modificar esta matriz
energética equiparando progresivamente el precio de
ambos combustibles para tener un consumo más racional y
acorde con los recursos del país. Pero el camino será
largo y lleno de obstáculos.
Usando sus vehículos como barreras, las gremiales
empresariales bloquearon durante el pasado lunes el
entorno de la sede del Parlamento en la capital
Montevideo, y ayer, martes, entorpecieron el
funcionamiento de los mercados de abasto agrícola e
impidieron el ingreso a la planta de distribución de
combustible, lo que redundó en pequeños faltantes de
frutas y verduras en algunas zonas de la ciudad y la
inminencia del desabastecimiento total de combustible en
las estaciones de servicio de la capital.
…que las hay, las hay
Algunos integrantes del Ejecutivo acusaron a las gremiales
patronales de efectuar un “paro político” cuyo objetivo
sería desestabilizar al gobierno. El PIT-CNT, por
su parte, fundamentó su propio paro con los mismos
argumentos. Consultado por Sirel, el secretario
de Derechos Humanos de la central, Luis Puig,
explicó que “No estamos ante hechos aislados sino ante
una asonada empresarial que se vincula con otros hechos
que vienen ocurriendo en el país”. Puig aludió al
reciente relevo del general Carlos Díaz como
Comandante en Jefe del Ejército cuyas reuniones con
políticos de la oposición trascendieron a la prensa la
pasada semana, especialmente la que mantuvo en la noche
del miércoles 18 con el ex presidente Julio María
Sanguinetti, sindicado como el gran titiritero de
las Fuerzas Armadas y artífice de la impunidad militar
por los casos de violaciones a los derechos humanos
durante la pasada dictadura militar (1973-1985).
El presidente Vázquez reaccionó con celeridad relevando al
general Días de su cargo al día siguiente de ese
encuentro, y nombrando en ese puesto al general de 52
años Jorge Rosales, el más joven de todos los
generales del país ascendido a ese rango hace apenas
ocho meses. Para designar a Rosales, Vázquez desplazó a
once generales que le precedían en antigüedad, lo que
hace presagiar un retiro en masa de varios altos
oficiales. Una situación sin precedentes en el país.
Luis Puig opinó también que “No son ajenas a toda esta
coyuntura las extradiciones de militares uruguayos a
Chile donde son acusados del asesinato de un ex
colaborador de la Policía secreta de Pinochet, y
el encarcelamiento en Uruguay de varios de los más
notorios y denunciados integrantes de los comandos que
actuaron al amparo del Plan Cóndor durante la
década del 70 en el Cono Sur, responsables de centenares
de desapariciones y asesinatos y de miles de casos de
torturas y vejaciones sufridas por las víctimas del
terrorismo de Estado”. Puig agregó que una parte de la
oposición política aliada con sectores empresariales y
militares “nostálgicos” han decidido crispar el ambiente
interno para obligar al gobierno a moderarse en todos
los planos. A esto se agrega la inminencia de la Cumbre
Iberoamericana que se celebrará los días 3 y 4 de
noviembre en Montevideo que, de no mediar acuerdos, se
celebrará en un clima de confrontación interna que será
reflejado por los más de mil periodistas extranjeros ya
acreditados para cubrir el evento.
El dirigente sindical señaló asimismo que “Esta clase
dominante está reaccionando ante el fin de muchos de los
privilegios que recibió durante la dictadura y que
perduran hasta la actualidad. Por ejemplo, el
restablecimiento de los Consejos de Salarios que los
obliga a negociar de manera tripartita, la Ley de Fuero
Sindical aprobada por este Parlamento que protege a los
dirigentes sindicales, la creación de un estatuto
especial para los trabajadores rurales que por primera
vez en nuestra historia tienen representación sindical y
pueden abandonar su condición de semiesclavitud. Hoy
estamos hablando de la aplicación de las ocho horas de
trabajo para el peón rural. No decimos que este gobierno
esté efectuando un cambio profundo, ni que sea
revolucionario, sólo que está aboliendo privilegios que
los dueños del país quieren conservar. Para eso están
dando esta batalla”.
Puig sostuvo que nadie cree que este sea el preámbulo de un
golpe de Estado: “Estos sectores de la derecha económica
y empresarial no tienen apoyo en la sociedad, y eso ha
quedado más que demostrado en la gran adhesión que
concitó el paro general parcial decidido por nuestra
central, a pesar de que tuvimos que organizarlo en
apenas 19 horas. En el acto que hicimos en el Centro de
la ciudad había miles de trabajadores y trabajadoras que
acudieron a expresar su compromiso con las instituciones
democráticas (Ndr: los medios de comunicación
calculaban unas 6 mil personas)”.
El gobierno se mantuvo sereno en sus comunicaciones,
subrayando constantemente por intermedio del ministro de
Transporte, Víctor Rossi, que “El objetivo de la
propuesta es rebajar el precio del transporte público,
lo que va en beneficio de más de un millón de personas
que se trasladan a diario de esa forma, y de muchos más
que no lo hacen por no tener recursos suficientes para
pagar el boleto”. “Es inconcebible –complementó Puig–
que aquellos sectores que se han beneficiado desde
siempre con los aportes del Estado a sus actividades
productivas, hoy se nieguen a sacrificar una ínfima
parte de sus ingresos para trasladarlos a quienes
realmente lo necesitan para subsistir”.
El juego de los polos
Una idea de la profunda crisis crónica que vive el Uruguay,
agravada con la caída bancaria y monetaria de 2002, es
aportada por la convocatoria de la Intendencia Municipal
de Montevideo –gobernada por la izquierda desde hace más
de 15 años– a llenar 500 puestos de trabajo que han
quedado vacantes en su plantilla. Voceros municipales
han anunciado que esperan más de 100 mil postulantes
para esas 500 vacantes. Más allá de que la cifras
oficial de desempleo ronda el 10 por ciento, la realidad
es que miles de personas subsisten de los desechos, de
la informalidad o de los “empleos basura” y precarios en
empresas que mantienen sistemas de trabajo, de rotación
del personal y de remuneración que fueron acuñados
durante la dictadura.
En las primeras horas de hoy, miércoles 25, y después de
febriles e infructuosas negociaciones con las patronales
movilizadas que duraron hasta bien entrada la madrugada,
el gobierno apeló a una figura legal creada en la década
de los 60 por el gobierno autoritario de Jorge
Pacheco Areco que otorga la potestad al Ejecutivo
para designar como “esenciales” los servicios
suspendidos por acciones de huelgas, paros o, como en
este caso, lock-out patronal. Así, la distribución de
combustibles y alimentos, la libre circulación por rutas
nacionales y el normal funcionamiento de puertos y
aeropuertos pasan a ser obligatorios durante el período
de vigencia del decreto (30 días). En caso de
incumplimiento la norma autoriza el uso de la fuerza
pública para asegurar esos “servicios esenciales” a la
población.
Las gremiales empresariales han abierto el bloqueo a las
plantas de distribución de combustibles cuyo
abastecimiento se normalizará en las próximas horas,
pero mantienen una actitud ambigua con respecto a los
demás servicios que el gobierno estima “esenciales”.
La tensión, por tanto, no se ha disipado. En ese clima, la
oposición asume actitudes matizadas: el Partido Nacional
llama a todos a la “cordura”, poniendo en un pie de
igualdad al gobierno, las patronales y al PIT-CNT,
mientras que el principal sector del Partido Colorado,
por boca de su secretario general, el ex presidente
Sanguinetti, sindicado como el estratega de la escalada,
tensa aún más la cuerda acusando al gobierno de violar
la Constitución y de encaminarse a imponer una línea
“Chavista o Castrista” a su acción.
La central sindical, por su parte, acusada de ser “el brazo
político sindical” del gobierno reafirmó durante el acto
de ayer martes que seguirá apoyando todas las medidas
gubernamentales que crea positivas para los intereses de
los trabajadores y trabajadoras, y confrontará con
independencia de criterio las que estime nocivas a sus
intereses.
Algunos observadores y analistas políticos comienzan a
sugerir que, tal vez, en Uruguay esté cristalizando una
corriente de oposición con sectores visibles y otros no
tanto, aunque muy minoritarios, que quieren provocar lo
que llaman “la venezuelización” de la política,
aludiendo a la extrema polarización que afecta a la
sociedad de aquel país, como forma de adquirir un
protagonismo en la escena política local e internacional
que su último fracaso electoral les negó.
Carlos Amorín
©
Rel-UITA
25
de octubre de 2006 |
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