Con el marco de un
juicio internacional iniciado por Philip Morris contra el Estado uruguayo que
instrumentó un radical Programa de control del tabaco, la transnacional cerró
sus instalaciones en el país sin previo aviso. Venganza. Chantaje. Un juego
global que dejó a decenas de trabajadores sin empleo. Cuando se cumplen siete
meses del cierre, el Sindicato Autónomo Tabacalero difundió el siguiente
comunicado.
El pasado 21 de mayo se cumplieron siete meses
del cierre intempestivo de la planta industrial de Philip Morris Uruguay,
con el consecuente despido de los 45 trabajadores afiliados al Sindicato
Autónomo Tabacalero (SAT) que trabajaban en ella.
Somos 45 trabajadores con nuestras familias que
desde aquel 21 de octubre de 2011 -que NO olvidaremos- pasamos a formar
parte de la columna de desempleados. ¿La razón? Una decisión de “táctica global”
de la transnacional, que pretendió convertirnos en una moneda de cambio con la
cual chantajear al gobierno uruguayo.
En estos siete meses hemos recorrido todos los
caminos posibles para que se reconozca nuestro derecho al trabajo.
Nos hemos entrevistado con todas las autoridades
de gobierno y hemos seguido todos los pasos que se nos han indicado.
Lamentablemente, aún no tenemos respuestas. Solo
agua entre los dedos.
Peor aún, se nos cierran las puertas, como
cuando a un puñado de 17 compañeros que ya culminaron su permanencia en el
seguro de desempleo, se les niega la posibilidad de una extensión del plazo que
los ayude en su reinserción al mercado de trabajo.
Llegó la hora de que el gobierno y el Estado
uruguayo cumplan con sus obligaciones: el Convenio Marco de la OMS para
el Control del Tabaco que nuestro Parlamento ratificó en forma soberana,
obliga y responsabiliza a los Estados firmantes “a ayudar a
realizar la transición económica a los trabajadores cuyos medios de vida queden
gravemente afectados como consecuencia de los programas de control del tabaco, y
a promover alternativas económicamente viables para los
trabajadores”.
Los trabajadores tabacaleros despedidos por
la transnacional NO olvidamos.
Tampoco olvidaremos si aquellos que tienen la
responsabilidad de ejecutar las leyes y Convenios Internacionales que aprueban,
no lo hacen.
Que lo
sepan.
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