Estados Unidos

Ruptura sindical en la AFL-CIO,

la peor crisis en medio siglo

Una fractura de la poderosa central estadounidense AFL-CIO encabezada por dos grandes sindicatos arrastrará a más de un tercio de sus 13 millones de afiliados, en la mayor ruptura del gremialismo de este país desde los años 30.

 

Los sindicatos de camioneros (Teamsters) y de Empleados de Servicios (SEIU), entre otros, lideraban hoy la ruptura que anunciaron el pasado domingo e impulsarán la creación de una nueva central obrera, la Coalición del Cambio para Ganar (CTWC).

"Nuestras diferencias se han vuelto insolubles y este día será recordado como el renacimiento de la unidad sindical en Estados Unidos", declaró Anna Burger, presidenta de la disidente CTWC. Esta ruptura, una de las mayores crisis en la historia del sindicalismo en Estados Unidos, coincide con la convención que reunirá hoy la AFL-CIO para conmemorar su 50 aniversario.

El rompiniento fue anunciado por cuatro sindicatos, incluidos los dos mayores del país (que por sí solos suman tres millones de afiliados), pero al menos otros tres se sumarán a la nueva Coalición, informó hoy el sitio web de Democracy Now. Además del Teamsters y el SEIU, encabezan el boicot a la convención de la AFL-CIO, primer paso hacia la creación de la nueva central, los sindicatos de trabajadores de la alimentación (UNITE) y el comercio (HERE). Al menos otros tres sindicatos (gastronómicos, textiles y carpinteros) asistirán a la convención de la AFL-CIO pero ya anunciaron que se sumarán a la nueva central CTWC.

Los disidentes critican a la cúpula de la AFL-CIO, que lidera John Sweeney, por restar su apoyo a las organizaciones de base y dedicarse más a negociar el respaldo a candidaturas políticas que a la defensa de los trabajadores. Además, los rebeldes fueron los promotores de un cambio de política sindical en favor de los derechos de los trabajadores inmigrantes, los peor pagos y los más desprotegidos en Estados Unidos.

Uno de los último sindicatos en sumarse a la CTWC fue el de los jornaleros rurales (UFW) fundado por César Chávez, el ya fallecido líder histórico de los obreros agrícolas, en gran parte hispanos. Sweeney argumentó que "el sentido común nos dice que con la división sindical se corre el riesgo de perder la lucha por los derechos de los trabajadores", ya que "es mucho más fácil destruir un movimiento sindical que construir uno". "No estamos intentando dividir al movimiento obrero, lo queremos reconstruir", replicó a su vez Andy Stern, presidente del SEIU, un sindicato con alrededor de 1,7 millones de afiliados.

Los siete sindicatos ya enrolados en la disidencia representan en conjunto a más de un tercio de los 13 millones de agremiados en las 56 organizaciones que integraron hasta ahora la AFL-CIO. En intenso debate sobre la reforma de la central comenzó hace unos nueve meses pero terminó durante el último fin de semana en una ruptura, explicó Burger, presidenta de la naciente CTWC.

La fractura, al parecer irreversible, siguió al debilitamiento progresivo de los sindicatos estadounidenses durante las últimas dos décadas, con la pérdida de históricas conquistas laborales y uno de los índices más altos de desigualdad económica en un siglo, informó hoy el diario mexicano La Jornada.

La AFL-CIO, por otra parte, es la organización social no confesional más poderosa del país y tradicional aliada electoral del Partido Demócrata, ahora en la oposición, por lo que la fractura trasciende el plano estrcitamente sindical. Según sus dirigentes, los sindicatos de la central aportaron 225.000 activistas el día de los comicios de noviembre de 2004 en los que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, logró su reelección. Además, las contribuciones financieras del AFL-CIO y sus organizaciones afiliadas a las campañas electorales superaron los 100 millones de dólares el año pasado.

La convención de la AFL-CIO reunirá desde hoy durante cuatro días a un millar de delegados y, como invitados, a sindicalistas de otros países y dirigentes políticos de Estados Unidos. La central surgió hace medio siglo de la fusión de la Federación Laboral Americana (AFL) y el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO), hasta ese momento rivales. Como resultado de fuertes restricciones a la actividad gremial, en la actualidad sólo uno de cada 12 trabajadores del sector privado está hoy sindicalizado en Estados Unidos.

Si se incluye a los empleados del sector público, sólo el 12 por ciento de la fuerza laboral del país más poderoso del mundo está sindicalizada, frente a un tercio de hace medio siglo. El retroceso de la sindicalización durante los últimos veinte años se acentuó en especial durante los gobiernos del Partido Republicano, al que pertenece el presidente Bush.

 

COMFIA - CCOO

26 de julio de 2005

 

  

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