La
Confederación Sindical Internacional (CSI) ha publicado su
informe anual sobre las violaciones de los derechos
sindicales en el mundo. Asesinatos (91), arrestos y torturas
siguen siendo la norma, y no la excepción, en gran parte del
planeta.
La Confederación Sindical Internacional (CSI), que
representa a 168 millones de trabajadores en el mundo y de
la que forman parte 311 organizaciones nacionales, acaba de
publicar su informe anual, en el que denuncia las prácticas
antisindicales que se producen a escala global.
Según este informe, durante 2007 hasta 91
trabajadores fueron asesinados por ejercer actividades
sindicales. El estudio hace especial énfasis en la situación
que sufren los inmigrantes.La CSI hace un relato
general a partir de casos concretos -con nombres y apellidos
en la mayoría de los casos- de prácticas antisindicales que
van desde el asesinato a la tortura pasando por las amenazas
o los despidos. Por continentes, el panorama descrito es el
siguiente:
Africa
La CSI hace mención especial a la
situación de Guinea y relata como, tras varias
jornadas de protestas, el 22 de enero, durante una
manifestación que reunió a miles de personas en Conakry
-convocadas por la Intersindical y otras organizaciones de
la sociedad civil-,
las fuerzas de
seguridad dispararon contra la multitud, asesinando a 40
participantes e hiriendo a otros 300.Decenas de
sindicalistas fueron agredidos y arrestados.
En Zimbabue el régimen de Robert Mugabe
mantuvo su política inflexible contra los sindicatos y,
durante el pasado año, centenares de huelguistas fueron
detenidos, golpeados o despedidos. Por ejemplo, 22 mujeres
de mineros fueron arrestadas por intentar organizar una
manifestación para solicitar un incremento salarial para sus
maridos.
En Mozambique, un huelguista fue asesinado
por guardias de seguridad en una plantación de caña de
azúcar. En Chad, el Gobierno endureció la ley sobre
el derecho de huelga para abortar una convocatoria en el
sector público y en Marruecos numerosos activistas
fueron detenidos y condenados por «atentar contra los
valores sagrados» durante las manifestaciones del 1 de mayo.
En Tanzania, debido a unas protestas laborales, 1.000
mineros fueron despedidos por el grupo canadiense Barrick.
En Kenia, varios periodistas fueron despedidos por su
pertenencia a un sindicato.
América
En Argentina, la brutal represión de la
policía de la provincia de Neuquén se saldó, el 4 de abril,
con la muerte de Carlos Fuentealba cuando participaba
en una manifestación.En Chile, Rodrigo Alexis
Cisternas, un obrero forestal subcontratado, murió el 3
de mayo como consecuencia de la violencia policial cuando
participaba en una huelga. En cualquier caso, Colombia
sigue siendo el país más peligroso para los sindicalistas,
con 39 asesinatos.
En Guatemala, el 15 de enero, fue
asesinado Pedro Zamora, secretario general del
Sindicato de Trabajadores de la Empresa Portuaria Quetzal (STEPQ).
En Brasil fue asesinado en el mes de octubre
Aparecido Galvao, presidente del Sindicato de la
Construcción en la localidad de Salto, después de haber
criticado a las empresas constructoras por la precariedad de
los trabajadores. En Monterrey, México, en abril, fue
asesinado Santiago Cruz, dirigente del Foro Laboral
del Obrero Campesino (FLOC), una organización que
apoya a los trabajadores mexicanos que parten a Carolina del
Norte para trabajar como jornaleros agrícolas.
El 12 de agosto fue asesinado en Nacozari,
Sonora, el minero Reynaldo Hernández González. En
Guatemala, precisa la CSI, el 23 de septiembre
fue asesinado Marco Tulio Ramírez, del Sindicato de
Trabajadores Bananeros de Izabal (SITRABI),
organización que ha denunciado que en las fincas bananeras
de Bendegua, subsidiaria de la transnacional Del Monte
Fresh, «se pasean por la noche individuos en
motocicletas disparando de manera intimidadora sus armas».
En República Dominicana, denuncia el informe, «hay
más trabajadores en la economía informal que en la formal,
lo que impide a más de la mitad de los asalariados
organizarse sindicalmente».
Asia y Pacífico
«Continuaron produciéndose asesinatos de
sindicalistas en Filipinas», empieza el repaso de
éste área geográfica. «En Pakistán, Malasia y
Bangladesh las condiciones para el ejercicio de los
derechos sindicales se han deteriorado considerablemente».El
temido Batallón de Acción Rápida de Bangladesh intervino
regularmente en disputas laborales.
Durante varios meses, trabajadores de la
confección que se manifestaban en Camboya se
enfrentaron a las agresiones y los gases lacrimógenos de la
policía. En Nepal, 65 trabajadores, incluyendo
mujeres y personas discapacitadas, resultaron heridos cuando
la policía irrumpió en una protesta contra las
privatizaciones. Además, la junta militar birmana «continuó
violando flagrantemente los derechos laborales y condenó a
seis trabajadores a más de 20 años de prisión».
El 11 de enero, el Gobierno de Bangladesh
declaró el estado de excepción prohibiendo cualquier
actividad sindical y autorizando arrestos sin necesidad de
una orden formal ni de aportar pruebas.Pakistán
declaró el estado de emergencia a principios de noviembre,
suspendiendo la libertad sindical.
La suerte de los trabajadores extranjeros en esta
zona es igual de complicada que en otras. En Malasia
se utilizó un cuerpo de voluntarios civiles (RELA) para
localizar a trabajadores inmigrantes ilegales, lo que
desembocó en múltiples abusos contra los mismos.Los
trabajadores migrantes de Tailandia, Singapur y Brunei no
pueden crear o dirigir sindicatos.
Leyes restrictivas en varios países asiáticos,
como China, prohíben la presencia de sindicatos
independientes. La policía china empleó en muchas ocasiones
la violencia para dispersar las protestas de los
trabajadores, ocasionando heridos graves y arrestando a
numerosos dirigentes sindicales.
Por su parte, gobiernos como los de Laos,
Corea del Norte y Vietnam obligan a todos los
sindicatos a afiliarse y a seguir estrictamente las
directivas de la única federación sindical nacional,
controlada por el Gobierno. Algunas de las zonas más
agredidas en el Sur de Asia son las Zonas Francas
Industriales (ZFI). En Pakistán, los sindicatos están
sencillamente prohibidos en las zonas francas.
Oriente Medio
«Una característica generalizada en la región»,
dice la CSI, «es
el elevado recurso a mano de obra inmigrante, así como las
terribles condiciones y la denegación de derechos básicos
que deben soportar estos trabajadores». En Kuwait, se alojan en campamentos donde tienen que
vivir 10 personas en tres metros cuadrados. En Qatar,
se han recibido informes de trabajadores de la construcción
que fallecieron a causa de las condiciones de vida y de
trabajo que soportaban.
En Bahrein, Jordania, Kuwait,
Qatar o Siria hay implantado un sindicato
único sobre el que el Gobierno suele tener jurisdicción. En
Omán, la policía dispersó violentamente una huelga de
trabajadores indios y nepalíes que protestaban por el impago
de salarios; muchos de ellos fueron deportados. En
Emiratos Arabes, numerosos empleados asiáticos fueron
deportados por hacer huelga.
Las empleadas
del servicio doméstico se sitúan en los niveles más bajos de
la mano de obra migrante y sufren una explotación extrema.
En Arabia Saudí,
cuatro empleadas
de origen indonesio recibieron tal paliza que dos de ellas
murieron.
En Irak -donde miles de trabajadores han perdido la
vida en diversos ataques y los sindicatos se han convertido
en blanco de las milicias iraquíes, grupos terroristas y del
propio Gobierno iraquí- Hassan Hamza,
presidente del sindicato de trabajadores de Hostelería y
Turismo, fue brutalmente asesinado tras recibir varias
amenazas por parte de extremistas islámicos suníes. Además, tropas del ejército saquearon las oficinas de la
Federación General de Trabajadores Iraquíes. Najim Abd-Jasem,
secretario general del sindicato de mecánicos, fue
secuestrado y torturado hasta la muerte.
Tampoco fue mejor la situación en Irán,
donde el Gobierno mantiene un estricto control sobre la
actividad sindical. Mansor Osanloo, figura destacada
y líder del sindicato de conductores de la compañía de
autobuses de Teherán y suburbios, fue secuestrado. Su mujer
y su hermana fueron igualmente detenidas.
También en Europa
Según la CSI -que preside Guy Ryder-,
Europa tampoco se salva de las prácticas
antisindicales. Así lo pone de manifiesto el informe
respecto a países como Georgia, Turquía, la
Federación Rusa, Bielorrrusia, Estonia o
Bulgaria -en estos dos últimos sigue estando
prohibida la huelga en la Administración Pública- o
Albania,
donde un grupo
de sindicalistas fue despedido por facilitar información
sobre el empleo de mano de obra infantil. En Georgia, precisa la CSI, el
nuevo código penal «permite despedir a trabajadores en
cualquier momento y por cualquier motivo». Europa,
según fuentes de UGT -organización que forma parte de
la CSI- seguirá teniendo protagonismo en el informe
del año 2008, entre otras cosas, porque la movilización
sindical ha sido capaz de tumbar la ampliación de la jornada
laboral hasta las 65 horas. Una victoria del movimiento
sindical, según UGT.
Pascual García
Tomado de Comfia
14 de enero de 2009
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