El sol ya estaba alto. Los trabajadores y trabajadoras se
agrupaban en racimos bajo la sombra de
los árboles dispersos a la entrada de la
planta de Mi Granja. Otros
estaban agrupados bajo el alero del
vestuario, donde habían colgado los
estandartes del SIOMI y de la
Unión Nacional de Trabajadores Rurales
Asalariados y Afines (UNATRA).
La asamblea se convocó a chiflidos, llamando la atención de
quienes se encontraban más apartados.
Sin apuro, pero con evidente
expectativa, los trabajadores y
trabajadoras se fueron reuniendo frente
al vestuario y Germán González,
secretario general del SIOMI y de
UNATRA, colocó el tema de
entrada: “La empresa no ha dado
noticias, así que tenemos que tomar una
decisión: entramos a trabajar, seguimos
con el paro, o paramos y además
ocupamos”.
“Ocupamos”, dijo el primero. La reacción fue rápida y
generalizada: “Sí, ocupamos, ocupamos”.
La asamblea continuó con un clima tensado por la decisión. “A
nadie le gusta largarse a una medida así
-diría más tarde Germán-, pero a
veces no hay más remedio. Y siempre
causa incertidumbre porque no sabemos si
tendrá resultado. Tenemos que
mantenernos juntos y hacernos fuertes”.
En Uruguay no eran comunes las asambleas de
trabajadores rurales, simplemente porque
hasta hace unos años muy pocos de ellos
estaban organizados. Es sorprendente
ver cómo, a pesar de sus jóvenes 27
años, Germán establece una
comunicación instantánea con sus
compañeros y compañeras y va animando la
asamblea, rescatando las propuestas
organizativas o anticipándolas él mismo,
como lo haría un dirigente con muchos
años de experiencia. Es un privilegio
que le otorga la asamblea, porque es
obvio que lo identifican como uno más de
los suyos, porque lo vieron crecer
luchando, porque siempre está ahí, en la
base, donde hay que estar.
Se integró una comisión de organización para la ocupación
que, en definitiva, comenzaría el lunes
10 a la mañana, cuando llegaran los
buses contratados por el sindicato
trasladando a los trabajadores y
trabajadoras desde las localidades
cercanas.
Cuando terminó la asamblea, en diálogo con Sirel,
Germán destacó que “Las medidas que
el sindicato ha venido implementando se
han resuelto siempre en asambleas
multitudinarias. Por eso el paro que
estamos realizando está recibiendo un 98
por ciento de adhesión por parte de los
trabajadores y trabajadoras”. Luego hizo
un poco de historia. “Esta acción se
origina en que la empresa todavía no nos
ha pagado el aumento general para los
peones rurales decretado en enero pasado
por el Poder Ejecutivo, que alcanza al 8
por ciento de lo que hemos cobrado desde
entonces, y en el reclamo por adeudos en
otros rubros que se mantienen desde hace
un año. La asamblea decidió ocupar a
partir de la mañana del lunes 10 debido
al incumplimiento casi total del
Convenio Colectivo que está vigente pero
que desde hace dos años no se ha vuelto
a discutir. Señalamos especialmente que
se están violando las cláusulas
referidas a las condiciones de trabajo
-continuó Germán-, como la
información acerca de qué agrotóxicos
se están aplicando, dónde se está
utilizando cada uno, así como la
inexistencia del sistema de protección
incluyendo la no provisión de vestimenta
adecuada para los aplicadores. Ponemos
especial énfasis en la ausencia de
capacitación para esa tarea y en la
omisión durante los últimos dos años de
realizar los exámenes de sangre
que, según lo dispuesto por el
Ministerio de Trabajo, debe
efectuarse a los aplicadores antes y
después del período de ‘cura’. Asimismo,
queremos de una vez por todas reinstalar
la negociación para actualizar el
Convenio Colectivo que debe ser cumplido
y ajustado a la realidad”.
Aludiendo al desconocimiento de las categorizaciones por
parte de la empresa, el secretario
general del SIOMI afirmó que “La
visión de la empresa es que somos todos
peones comunes, por lo que se cae en el
absurdo de negar que hay tractoristas,
injertadores, podadores, que hay
mecánicos, lo que supone
especializaciones. O sea que primero
exigimos que se cumplan las
disposiciones legales vigentes y después
iniciar la discusión sobre el Convenio
Colectivo”.
La movilización se realiza con un certero sentido de la
oportunidad, ya que según explicó
Germán, “Dentro del ciclo productivo
estamos en un punto crucial que es
cuando hemos acabado la poda y los
árboles empiezan a florecer. En el
sistema convencional de producción,
ahora es cuando se deben aplicar
funguicidas para evitar que aparezcan
los hongos en los frutales, ya que eso
perjudicaría mucho la cosecha.
Prácticamente la totalidad de los
aplicadores están adhiriendo al paro y a
la ocupación, por lo que la presión
sobre la empresa es máxima”.
Muy temprano en la mañana del lunes 10, los trabajadores y
trabajadoras llevaron a la práctica su
decisión y ocuparon la planta. Poco
después, y ya en presencia de una
representación de la Rel-UITA que
había acudido al lugar encabezada por
Enildo Iglesias, voceros de la
empresa hacían saber a los sindicalistas
que había una intención manifiesta de
llegar rápidamente a una negociación
efectiva que destrabara el conflicto.
Apenas superado el mediodía, las partes
habían logrado un acuerdo que aún llevó
varias horas en ser refrendado por las
autoridades de la empresa ya que se
encontraban en el extranjero.
Finalmente, representantes de Mi Granja y del SIOMI
firmaron un protocolo de acuerdo ante la
oficina local del Ministerio de
Trabajo, por el cual la empresa se
comprometió a pagar todos los adeudos -y
así lo hizo al día siguiente-, reconoció
la vigencia del Convenio Colectivo y
declaró estar en disposición de discutir
un nuevo Convenio a partir de los
términos que deberá presentar el
SIOMI próximamente. Asimismo, Mi
Granja aceptó pagar un incentivo de
200 pesos (10 dólares) por jornada, sin
efecto remunerativo y hasta el 24 de
septiembre inclusive.
El SIOMI, por su parte, levantó la ocupación y el
paro, por lo que todos los trabajadores
y trabajadoras retomaron normalmente sus
tareas. Consultado por Sirel,
Germán González opinó que “La
movilización fue un éxito gracias a la
adhesión de la casi unanimidad de los
trabajadores y trabajadoras, incluyendo
a los aplicadores. Asimismo, quiero
destacar y agradecer la presencia y el
apoyo de la UITA que en todo
momento ha demostrado con hechos lo que
significa la solidaridad internacional.
Ahora vendrá la etapa de negociar un
nuevo Convenio en el marco del Consejo
de Salarios”.
Refiriéndose a la aprobación el pasado viernes 7 del proyecto
de Ley de la jornada de ocho horas para
los trabajadores del campo, Germán
opinó que “Es un avance histórico. Salió
con la firma de aprobación de los
delegados de los trabajadores y del
Poder Ejecutivo, y la negativa de
las gremiales agrarias -Asociación
Rural, Federación Rural,
Comisión Nacional de Fomento Rural y
otras-, y se envió al Parlamento el
proyecto de ley que establece el régimen
obligatorio de ocho horas para los
trabajadores y trabajadoras rurales.
Esta reivindicación, que nosotros
entendemos como esencial al
reconocimiento de la condición humana
del peón rural, es muy resistida por las
patronales, que ni siquiera tienen en
cuenta los criterios flexibles que se
establecieron para su aplicación. Es
obvio que existe una resistencia
‘cultural’ a aceptar que el peón es un
trabajador como cualquier otro. Ahora,
este texto ingresará a la Comisión de
Asuntos Agrarios del Parlamento
donde será analizado. Nuestra tarea, por
tanto, se desplaza en este tema hacia
ese ámbito donde iremos a explicar
nuestras razones para asegurar una
mayoría en el Plenario”.
En
Ecilda Paulier,
Carlos Amorín
©
Rel-UITA
14 de septiembre de 2007 |
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