Uruguay  MEMORIAS

A 28 años del 9 de noviembre de 1983

Una marcha hacia la dignidad

   

 

Fue un año clave en el proceso que concluiría con los militares fuera del gobierno y de regreso a los cuarteles. Hace 28 años, el 9 de noviembre de 1983, el movimiento sindical uruguayo realizó una marcha enfrentando heroicamente a la represión dictatorial. Sirel recuerda esa gesta guiado por el testimonio de Jorge Chichet, trabajador tabacalero y uno entre aquellos miles de manifestantes de ese día.

 

El primer acto público masivo realizado en dictadura fue la conmemoración del 1 de Mayo de 1983, bajo la consigna “Libertad, Trabajo, Salario y Amnistía”, organizado por el Plenario Intersindical de Trabajaodres (PIT).

 

Desde ese día se realizarían muchas otras acciones e iniciativas que expresaban el rechazo a la dictadura, el reclamo de una retirada inmediata de los militares del gobierno, el restablecimiento de la democracia y la declaración de una amnistía general e irrestricta para los presos políticos.

 

¡Basta ya!

 

Jorge Chichet, ya entonces integrante de la Directiva del Sindicato Autónomo Tabacalero (SAT), organización que más adelante presidiría durante 14 años, recuerda que en aquellos días el ánimo general era el de “hacer caer la dictadura cuanto antes. Ya eran habituales las caceroleadas, los apagones, los paros de cinco y diez minutos por fábrica.

   
 

 

Las fuerzas represivas de la dictadura se enteraron de la convocatoria con la suficiente anticipación como para prohibirla y difundir la interdicción por todos los medios de comunicación

 

   

 

En ese marco, el PIT propone a la Coordinadora Intersocial convocar a una marcha que se realizaría en la tarde del 9 de noviembre por la avenida 18 de Julio, la principal de Montevideo”.

 

“La Intersocial”, como se la llamaba entonces, estaba integrada por el PIT, por los estudiantes organizados y por la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM).

 

“Las fuerzas represivas de la dictadura se enteraron de la convocatoria con la suficiente anticipación como para prohibirla y difundir la interdicción por todos los medios de comunicación, en una verdadera campaña de intimidación”, recuerda Chichet.

 

Ese día, el Centro de la ciudad amaneció ocupado por una gran cantidad de policías de todo tipo, sobre todo de los cuerpos antimotines, y hasta por el Ejército, que desde la mañana sacó sus tanques blindados a la calle.

 

Amnistía sí, amnistía no

 

Muchas cosas se estaban jugando en esos días, sobre todo el contenido de una negociación entre los principales partidos políticos y los militares en búsqueda de un compromiso sobre las condiciones en las cuales éstos abandonarían el gobierno.

 

Un punto en especial enfrentaba a los militares y a algunos sectores de derecha con el resto: la amnistía general e irrestricta no obtenía el consenso imprescindible.

 

El movimiento sindical, junto a la Intersocial, decidieron realizar una demostración de fuerza mediante una movilización masiva que fortaleciera sus posiciones en éste y otros aspectos.

 

¡Todos y todas a la calle!

 

“Promediando la tarde, la gente comenzó a concentrarse en las calles adyacentes a 18 de Julio –dice Chichet-. Eran varias cuadras llenas de manifestantes. Nuestro SAT llevó muchísima gente. Todos vimos que policías y militares habían armado una especie de encerrona, pero se decidió que no retrocederíamos, que intentaríamos marchar a pesar de la represión. Y eso hicimos...”.

   
 

 

La multitud avanzó cantando por varias calles simultáneamente para ganar la avenida principal, y la represión que se desató entonces fue masiva y brutal, sin miramientos

 

   

 

La multitud avanzó cantando por varias calles simultáneamente para ganar la avenida principal, y la represión que se desató entonces fue masiva y brutal, sin miramientos.

 

“Prácticamente no había por dónde escapar: por un lado estaban los policías a caballo que golpeaban con sus sables sobre las cabezas de los manifestantes, por otro la infantería, super pertrechada, de los cuerpos especiales como la Policía Republicana y de la Metropolitana”, relata Jorge

 

Otros testimonios de la época concuerdan en que fue una verdadera masacre.

 

“Hubo muchos detenidos. Juan Carlos Asencio fue uno de nuestros compañeros que resultó muy lastimado, ya que le dieron un sablazo que le provocó una herida muy grande en la cabeza. Recuerdo que en ese momento el compañero Enildo Iglesias, entonces secretario regional de la UITA, tuvo una actuación brillante: recorrió muchos sindicatos viendo quiénes estaban heridos, quiénes habían caído presos... Cuando tuvo una lista lo más completa posible la envió al exterior, a sindicatos y medios de comunicación.

 

Yo fui uno de los cientos de detenidos -recuerda el ex dirigente tabacalero-, y por una gran casualidad el policía que me interrogó era un conocido. Él me dijo que me convenía responder que estaba allí por casualidad, ya que había llegado la orden de pasarnos a juez y de enviarnos a prisión.

 

Pero todos aguantamos a pie firme -expresa-; declaramos que habíamos acudido a una marcha convocada por el PIT y que los trabajadores asumíamos la responsabilidad de lo que ocurriera”.

 

Los tuvieron toda la noche de plantón1, y uno o dos días después los pasaron a juez. “Sin embargo -comenta Chichet-, el aviso oportuno de Enildo ya había causado su efecto, y la presión debe haber sido muy grande porque a pesar de las intenciones de procesarnos, nos tuvieron que poner a todos en libertad.

   
 

 

 “Fue un hito heroico en la lucha por la libertad, y el pueblo, especialmente los trabajadores, pagaron un alto precio para lograrlo”

 

   

 

Dos o tres días después de la manifestación nuestro local sindical parecía un hospital de campaña, estaba lleno de gente golpeada, lastimada. Tardamos varios días en ubicar a todos los compañeros”, recuerda Jorge.

 

Hoy es historia

 

Ahora, 28 años después de aquel día, Chichet opina que “El 9 de noviembre de 1983 es una fecha muy significativa para el movimiento obrero uruguayo, pero desgraciadamente la hemos olvidado un poco. Fue un hito heroico en la lucha por la libertad, y el pueblo, especialmente los trabajadores, pagaron un alto precio para lograrlo”, concluye.

 

Apenas 16 días después, el 27 de noviembre de 1983, más de medio millón de personas asistía y daba sustento al mayor acto opositor realizado en dictadura y que ingresaría en la historia como el “Río de Libertad”.

 

El historiador y magíster en Ciencias Humanas Rodolfo Porrini, docente e investigador en el departamento de Historia del Uruguay, y especialista en Historia Social del Trabajo e Historia de la Clase Obrera Uruguaya, refiriéndose a la Marcha del 9 de noviembre, afirmó: “Esa decidida actuación obrera contribuyó en mucho a la multitudinaria expresión que fue el ‘Río de Libertad’ del 27 de noviembre junto al Obelisco a los Constituyentes, en pleno Centro de Montevideo”2.

 

Jorge Chichet y Gerardo Pereira

Carlos Amorín

Rel-UITA

15 de noviembre de 2011

 

 

 

 

Foto: Gustavo Villarreal

1 - Los detenidos eran mantenidos de pie día y noche, con las piernas muy abiertas y las manos detrás de la cabeza. Una forma más de tortura.

2 - Palabras de apertura del Seminario-Taller “Memoria oral e historia del mundo del trabajo” (23/11/2002), en R.Porrini (comp.), Historia y memoria del mundo del trabajo (2004), pp.43-44.

 

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