Uruguay

Bella Unión en emergencia

Un polo de miseria

La ciudad de Bella Unión en el departamento de Artigas fue considerada "polo de desarrollo". Hoy el desempleo, los asentamientos y los niños desnutridos son parte de la cotidianidad de sus habitantes, quienes no se resignan y buscan alternativas de cambio.

 

Para defenderse de la sobreexplotación los cortadores de caña ("peludos") en 1961 crearon la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA). Su asesor en temas laborales sería el joven procurador Raúl Sendic.

 

A partir de su fundación, y durante los diez años siguientes, UTAA organizó seis marchas desde Bella Unión hasta Montevideo (659 kilómetros). Reclamaban al gobierno el cumplimiento de las leyes laborales en las plantaciones de caña y -bajo la consigna de "Tierra para quien la trabaja"- pedían la expropiación de 30 mil hectáreas improductivas que la familia Silva y Rosas poseía en Artigas. El latifundio finalmente se expropió pero los peludos no tuvieron acceso a la tierra.

 

En 1973 la dictadura arrasó con UTAA. A fines de la década del 70 y principios de los ochenta los militares decidieron generar en Bella Unión un "polo de desarrollo" en base a la producción e industrialización del cultivo histórico de la zona: la caña de azúcar.

 

Restaurada la institucionalidad en 1985, el primer gobierno del presidente Julio María Sanguinetti continuó la ejecución de este proyecto. Para la compra de maquinaria agrícola se otorgaron jugosos créditos administrados por los directivos de las cooperativas de producción, entre las que se destaca la azucarera CALNU, cuya fundación en 1965 se considera un hito en la historia económica y social de esta ciudad fronteriza.

 

En 1990 Sanguinetti culminó su primer quinquenio presidencial exhibiendo a Bella Unión como muestra de un modelo de desarrollo a imitar. Por entonces la pequeña ciudad norteña contaba con el mayor complejo agroindustrial cañero del país, y "una decisiva expansión agrícola combinada con un extraordinario desarrollo de las formas cooperativas (y) la más fulminante escalada de su gráfica de población, que revela a Bella Unión como un fenómeno absolutamente peculiar en la demografía del Uruguay actual".*

 

En la actualidad, sin embargo, las "ejemplares" cooperativas se encuentran notoriamente reducidas en su producción y, como consecuencia, en su oferta de trabajo. Replegadas a su casi mínima expresión, se debaten por no desaparecer sepultadas por las deudas.

 

El sindicato de trabajadores de CALNU ha denunciado que los directivos de esta cooperativa intentan un salvataje a través de acuerdos con la multinacional MAN, que significaría el monopolio en la distribución de azúcar en nuestro país.

 

En Bella Unión el comercio local languidece y a la mayoría de los productores de caña sólo les quedan recuerdos de los años felices, deudas, maquinaria agrícola arrumbada y algunos destartalados autos Mercedes Benz o BMW, que lograron salvar de las ejecuciones judiciales y que cada tanto se ven circular a los barquinazos por la ciudad como testimonio de la bella época.

 

En cuanto al pueblo trabajador y humilde, integrado mayoritariamente por los peludos y sus familias, en un abrir y cerrar de ojos fue arrojado a una miseria peor que la de hace 43 años, cuando desafiaba a los "gringos" del ingenio de CAINSA y fundaba UTAA. "En ese entonces te recontra explotaban pero por lo menos trabajabas", dijo a BRECHA un veterano cortador de caña y fundador de ese respetado sindicato de los cañeros de Artigas.

  

Pero en esta ciudad, la más lejana de Montevideo, los estragos de la miseria no cobraron notoriedad hasta que dos hermanitos -Lucas y Miguel Ángel, de 19 y 3 meses respectivamente- procedentes de Bella Unión ingresaron al hospital Pereira Rossell en un estado de desnutrición tal que espantó a los médicos.

 

Sin embargo, el dramático estado de estos niños no sorprendió a ediles y médicos de Bella Unión, que dijeron a un periodista de El País haber visto en "los últimos años niños en situaciones similares y con consecuencias peores, ya que muchos de ellos murieron sin llegar a cumplir un año de vida".

 

Y no mintieron: según el Departamento de Información Poblacional del Ministerio de Salud Pública la mortalidad en Artigas durante 2003 fue de 28,9 niños por mil nacidos, mientras que el promedio nacional no superó los 15 por mil. En total, murieron 39 niños de los 1.352 que nacieron en el departamento.

 

La miseria más atroz se concentra en el asentamiento Las Láminas ubicado sobre la ruta 3, que une Artigas con Montevideo, a un kilómetro de la ciudad de Bella Unión. El nombre del asentamiento proviene de que en la construcción de sus más que precarios ranchos predominan las láminas descartadas de los árboles talados, más algo de chapa y mucho de cartón y nailon. Allí sobreviven 700 adultos y 430 niños sin saneamiento alguno. Se estima que la mitad de los menores de 6 años padece problemas de desnutrición. Los niños se alimentan casi exclusivamente en la escuela y en el merendero del CAIF, ubicado en el barrio de Las Piedras al otro lado de la ruta.

 

Según la pediatra María Elena Curbelo, los niños almuerzan y meriendan en el CAIF pero casi ninguno de ellos cena. Lo más grave llega los fines de semana, cuando no hay clases y los vecinos tienen que hacer malabares para darles de comer. A través de donaciones se consiguieron los alimentos necesarios para preparar una olla popular los domingos. Pero el día fatídico es el sábado, porque no les alcanza con lo que consiguen para preparar un almuerzo. A los niños se les da un vaso de leche en polvo. Ese es el único alimento que consumen durante todo el sábado.

 

La doctora Curbelo hace diez años que vive en Bella Unión y se ha ganado el respeto y el cariño de los pobladores de Las Piedras y Las Láminas. "Hoy atendí 27 niños desnutridos", dijo a BRECHA con impotencia. Según ella las cifras "que todos hemos visto publicadas en los diarios estos últimos días ubican a esta ciudad junto a los países más pobres de África". Vayan a Las Láminas y ahí verán, aconsejó Curbelo.

 

Es un día de invierno gris y húmedo. Entre niños harapientos y descalzos que corretean en el barroso camino, Francisca Gómez, una auxiliar de enfermería que vive en Las Láminas desde hace cuatro años, recibió a BRECHA. Tiene una voz enérgica, pero confiesa estar triste por las muertes de niños desnutridos e indignada con las versiones oficiales que "nos quieren hacer creer que si estamos desnutridos no es por falta de alimentos sino porque no sabemos la función ni el valor de los nutrientes. Yo quisiera que me enseñen el valor nutritivo de una mamadera de café negro o mate cocido que una abuela da a su nieto para calmarle el llanto hasta que la madre llegue de la calle con algún cambio para leche o galleta". Y con rabia agrega: "¿Para qué nos hacen censos? Capaz que quieren saber cuántos niños quedan vivos todavía".

 

Ante esta dramática realidad, la intersindical de trabajadores de Bella Unión y productores independientes convocaron el 30 de junio a una concurrida marcha y un mitin, bajo la consigna "Por nuestros niños y en defensa de las agroindustrias"

 

Hablaron dirigentes sindicales y productores para luego leerse una proclama donde se expresa que Bella Unión tuvo más de 20 mil personas dependiendo directa o indirectamente de la agroindustria azucarera; más de 500 productores y más de 4 mil puestos de trabajos vinculados al sector servicios. Se plantaban unas 10 mil hectáreas de caña con zafras de seis a siete meses y se generaban divisas por 32 millones de dólares anuales.

 

Actualmente la zafra comprende dos meses y trabajan en ella 450 personas en el ingenio y menos de mil en el campo. Y se generan entre 6 y 7 millones de dólares anuales.

 

 

 

Carlos Caillabet

Convenio Brecha / Rel-UITA

13 de julio de 2004

 

   

* Moraes, María Inés: Bella Unión: de la estancia tradicional a la agricultura moderna. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1990.

 

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