Los millones de
trabajadores migrantes que están alimentando el crecimiento económico de
China son tratados como una clase urbana marginada, asegura Amnistía
Internacional en un nuevo informe.
A pesar de las recientes reformas, estas personas están fuera
del sistema de asistencia médica y de educación estatal, viven en terribles
condiciones de hacinamiento y se ven sistemáticamente expuestas a algunas de
las condiciones laborales de mayor explotación.
"El llamado ‘milagro’ económico de China tiene un
terrible coste humano: los migrantes rurales que viven en las ciudades
sufren algunos de los peores abusos en sus puestos de trabajo”, ha afirmado
Catherine Baber, subdirectora del Programa Regional para Asia
y Oceanía de Amnistía Internacional. “Se ven obligados a trabajar
muchas horas extras, a menudo se les niegan los permisos, incluso cuando
están enfermos, y trabajan en condiciones peligrosas a cambio de salarios
míseros”.
"Además de sufrir la explotación de sus empleadores, las
familias de migrantes se enfrentan a normativas oficiales discriminatorias
en casi todos los aspectos de la vida diaria. Se les niegan las prestaciones
en el ámbito de la vivienda y el seguro médico de que disponen los
residentes permanentes en las ciudades, y sus hijos se ven excluidos en la
práctica del sistema de educación estatal.”
Se calcula que entre 150 y 200 millones de trabajadores
rurales se han desplazado a las ciudades chinas en busca de trabajo, y esta
cifra crecerá en la próxima década. En algunas ciudades, son la mayoría de
la población.
A los migrantes internos se les exige que se inscriban como
residentes temporales en virtud del sistema hukou (de registro de familias).
Los que consiguen llevar a cabo este proceso, a menudo laborioso, siguen
enfrentándose a la discriminación en la vivienda, la educación, la atención
médica y el empleo por su condición de residentes temporales. Los muchos que
no lo consiguen carecen de condición jurídica, y esto los hace vulnerables a
ser explotados por la policía, los arrendadores, los empleadores y los
residentes locales
“El gobierno central ha dado algunos pasos para mejorar la
difícil situación de los trabajadores migrantes, pero el mayor problema
sigue en pie: el sistema hukou continúa discriminando a la gente por su
origen social”, ha dicho Catherine Baber. "El gobierno debe reformar
el sistema hukou y también presionar a las autoridades locales para que
apliquen las leyes existentes, concebidas para garantizar atención médica,
condiciones de empleo más justas y educación primaria gratuita.”
Los directivos de las empresas emplean varias tácticas para
evitar que los trabajadores dimitan. A los migrantes internos se les suelen
dejar a deber salarios atrasados, lo cual significa que los que se despiden
pierden al menos 2 o 3 meses de sueldo. Los empleadores suelen retener a
propósito los sueldos antes del año nuevo lunar para asegurarse de que los
trabajadores regresan a sus puestos después de las fiestas; así, millones de
migrantes no pueden comprar billetes de tren para regresar a sus hogares
durante las vacaciones. Los directivos a menudo obligan a los trabajadores a
pagar una fianza para evitar que cambien de trabajo. La inseguridad a que
los somete el sistema hukou hace poco probable que los migrantes internos
denuncien esta situación.
Estas tácticas permiten a los directivos hacer frente al
creciente déficit de mano de obra sin tener que aumentar los salarios, lo
cual explica por qué éstos no se han incrementado significativamente como
reacción a dicho déficit, como sería de esperar en condiciones de mercado
normales.
Zhang, mujer migrante de 21 años, trabajaba en una fábrica de
prendas de vestir en las afueras de Pekín. El personal llevaba tres meses
sin cobrar y decidió cortar por lo sano y despedirse, pero los encerraron en
la fábrica y necesitaban hojas de permiso para salir. Al final, uno de ellos
robó la llave de la verja y huyeron en masa para que el guardia no pudiera
detenerlos. “En ese momento contaba Zhang estábamos realmente satisfechos de
nosotros mismos [...] De hecho, en nuestro grupo había quien había perdido
el salario de cuatro meses.”
Millones de hijos de migrantes internos también se ven
afectados y luchan por conseguir una educación aceptable. En muchas zonas
estos niños se ven excluidos de hecho de las escuelas estatales por no estar
sus padres registrados en el hukou local, por cargos que sólo se cobran a
los migrantes o por el elevado precio de las escuelas.
"China se ha comprometido a dar educación primaria gratuita,
pero a pesar de los esfuerzos del gobierno central, el precio de las
escuelas estatales sigue haciendo inasequible la educación primaria,
especialmente para los migrantes internos”, ha dicho Catherine Baber.
"Estos millones de niños son el futuro de China y el gobierno debe
proporcionarles educación”.
Comfia
1 de marzo de 2007
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