Los desafíos del trabajo juvenil

Un desafío para el mundo del trabajo se presentará con más fuerza en los próximos años


Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2015, 660 millones de jóvenes estarán trabajando o buscando empleo. Un incremento de 7,5 por ciento con respecto a las cifras del 2003. Esto significa que las oportunidades de empleo decente tendrán que aumentar mucho para responder a esta oferta de mano de obra. Según los datos de la OIT, entre 2003 y 2015, el mayor crecimiento en el número de jóvenes en búsqueda de trabajo se producirá en el África Subsahariana (28%) y en Asia Meridional (15%).

El trabajo de calidad para los jóvenes gana más importancia ya que tiene efectos multiplicadores en toda la economía, impulsa la demanda de los consumidores y aumenta los ingresos tributarios. "Además, la demanda de servicios sociales disminuye significativamente cuando los jóvenes tienen empleos decentes, ya que dedican su tiempo a algo productivo, saludable y que fortalece la autoestima", afirmó recientemente la organización al presentar el informe sobre trabajo juvenil en Ginebra.

La OIT destacó que a escala mundial, el desempleo juvenil ha alcanzado niveles récord en los últimos años. El empleo juvenil no es sólo un reto para los países en desarrollo. En Europa hay más de dos jóvenes desempleados por cada adulto con trabajo. Reducir a la mitad el desempleo juvenil, es decir, colocarlo al mismo nivel que el desempleo de los adultos, elevaría en más de 2 billones de dólares el Producto Interno Bruto (PIB) mundial, cercano al valor anual de la tercera economía más grande del mundo.

En muchos países pobres, los jóvenes no pueden permitirse no trabajar. Cerca de 238 millones viven con menos de un dólar al día, y 462 millones con menos de dos dólares diarios: la mayoría de ellos trabajan en el sector no estructurado.

Para la OIT un desarrollo profesional temprano y fructífero va ligado a perspectivas profesionales a largo plazo. Hace que los jóvenes cambien de dirección y pasen de la dependencia social a la autosuficiencia y les ayuda a eludir de la pobreza y contribuir activamente en la sociedad.

Para muchos jóvenes de los países en desarrollo no hay transición de la escuela al trabajo, ya que la abandonan pronto o nunca asisten a ella, y no tienen trabajo. En todo caso, el desempleo juvenil es sólo la punta del iceberg. La frecuencia generalizada del subempleo y de las formas de trabajo no estructurado, intermitente y precario han hecho que aumente la preocupación en todos los países del mundo. Muchos trabajadores jóvenes tienen empleos a tiempo parcial, temporales, eventuales o estacionales en los que no se valora su potencial.

Una conocida barrera para los jóvenes que buscan un trabajo decente es su falta de experiencia laboral. Muchos de ellos están atrapados en un círculo vicioso: no encuentran trabajo porque carecen de experiencia y no pueden adquirir experiencia porque nunca encuentran trabajo.

Las estrategias de lucha contra la pobreza, según OIT, reconocen cada vez más la necesidad de integrar el empleo juvenil en los programas y políticas macroeconómicos, estructurales y sociales que fomentan un crecimiento de base amplia. En Uruguay, por ejemplo, la Ley de Empleo Juvenil de 1997 promueve los programas de prácticas o de aprendizaje en una empresa por un periodo máximo de un año, de forma que los jóvenes pueden superar el requisito de la experiencia laboral. Esta misma ley contempla también subsidios para aumentar las oportunidades de generación de empleo para los jóvenes con bajos ingresos.


Adital

11 de julio de 2005

 

Foto: www.llanchipal.cl/Medicina_Social/

 

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