La titular del Ministerio de Planificación y Cooperación (Mideplan),
Clarissa Hardy, anunció hace una semana el cambio
de la antigua Ficha CAS a la nueva Ficha de Protección
Social. La importancia de este hecho radica en que
después de mucho tiempo se avanza en la reformulación de
una de las herramientas más vitales para el buen
desempeño de las políticas públicas en lo referente a la
superación de la pobreza. A través de esta ficha, se
puede caracterizar a la población en condición de
precariedad y focalizar los recursos de los principales
programas sociales, como Chile Solidario.
La nueva ficha de Protección Social es un paso adelante en el
sentido de incorporar nuevos elementos teóricos y
prácticos que permitan visualizar todas las dimensiones
de la pobreza, especialmente en lo que se refiere a la
vulnerabilidad. Se contemplan nuevos elementos para la
medición, como la información referida a enfermedades
crónicas e invalidantes, la pertenencia a pueblos
indígenas y también sobre la calidad de los empleos,
considerando además las diferencias regionales y la
educación como parte de un conjunto de variables
relevantes que permiten caracterizar la capacidad
generadora de ingresos. La antigua ficha CAS, en
cambio, se enfocaba demasiado en la tenencia de ciertos
bienes (refrigerador, lavadora, televisor, etc.),
situando a la educación como un elemento aislado,
careciendo de un enfoque regional.
El porcentaje de personas que no logra
cubrir adecuadamente sus necesidades
ascendería a más del 70% de la población. |
Pese a que esto es un avance significativo, tomará mucho
tiempo llevarla a la práctica. Por ello se hace
necesario adoptar medidas de emergencia para paliar la
grave situación que atraviesa el 80% de los chilenos, y
los excedentes del cobre aparecen como una buena
alternativa para implementar un programa de inversión
social que vaya en beneficio directo de los más
desposeídos.
Además, aún queda pendiente sincerar las cifras de pobreza en
nuestro país, producto de una forma metodológica que
subestima sistemáticamente el número de pobres. Según la
actual línea de pobreza, con dos veces el valor de una
canasta básica de alimentos, es decir, con 43 mil pesos
al mes una persona deja de ser considerada pobre en
Chile. A nuestro juicio, este método para definir la
pobreza está lejos de ser medianamente realista; es como
tomar la temperatura con la palma de la mano: puede ser
muy certero para definir si el enfermo tiene o no
fiebre, pero difícilmente puede determinar la magnitud.
En otras palabras, y al menos para el Chile de hoy, este
método para cuantificar la pobreza tiene graves
problemas para describir apropiadamente la realidad y
situarla en los parámetros adecuados.
Si se considera una
cifra más realista para medir la pobreza, una persona
necesita por lo menos 131.000 pesos al mes para
satisfacer sus necesidades básicas. De acuerdo con este
parámetro, el porcentaje de personas que no logra cubrir
adecuadamente sus necesidades en la sociedad moderna y
compleja de hoy ascendería a más del 70% de la
población. Por lo tanto, las cifras oficiales esconden
una realidad enormemente preocupante que nos muestra un
país con una población en creciente estado de
precariedad.
Marcel Claude *
Convenio La Insignia
/ Rel-UITA
31 de mayo de 2006
* Economista y
director de Oceana