México

DESIGUALDAD y HAMBRE

 Con Víctor Suárez Carrera

El 15 por ciento de los mexicanos vive sufre desnutrición

 

En agosto pasado, Suárez Carrera dejó el Parlamento mexicano y volvió a actuar en los movimientos sociales campesinos de México. Al frente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores de Campo, Víctor promueve la organización entre los campesinos para lograr competitividad en el mercado mexicano de granos. Suárez criticó la actuación de la FAO y habló de la seguridad alimentaria en México. El ex diputado hizo también una evaluación acerca de la reciente III Conferencia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Brasil, en la cual fue panelista.

 

-¿Qué es la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo? ¿Cómo funciona?

-Nosotros organizamos productores de granos básicos (maíz, poroto, trigo, arroz) y empresas comercializadoras campesinas a nivel local, regional, controlando bodegas y almacenes para desarrollar estrategias de compactación de la oferta y tener mayor capacidad de participación en los mercados, defensa de precios, búsqueda de financiamiento, capacitación. También ayudamos a elaborar propuestas de políticas en el sector de un modo general.

 

-Son habituales las denuncias en contra de las violaciones de los derechos de los trabajadores de América Latina, pero en México es muy fuerte y frecuente. ¿Cómo ve esta situación?

-En México hay un retroceso respecto de los trabajadores. Existe la idea de flexibilización de las condiciones de contratación de trabajadores de empresas con la idea de que van ser más competitivos. Hay presiones para hacer una reforma laboral que les dé más derechos a los patrones y que quite los pocos derechos que todavía se tienen en México, hay reformas que buscan modificar los sistemas de prohibición social a los trabajadores, privatizarlos, como una forma de lograr eficiencia del capital financiero para movilizar recursos. En el sector del agronegocio se utiliza mucha mano de obra infantil, trabajadores que están expuestos a condiciones laborales inadecuadas por contaminación con agrotóxicos. Nada que se quiera hacer por los derechos de los trabajadores avanza porque eso promueve que la inversión se desaliente. Tenemos una situación precaria no solamente con los trabajadores sindicalizados. Más del 55 por ciento de los trabajadores está en el sector informal de la economía y no tiene sindicato, no tiene seguro social ni derechos. Es un proceso de informalización de la economía, desregulación y flexibilización de las condiciones laborales. Esto hace que la migración a Estados Unidos sea un fenómeno creciente. Cada año, 600 mil mexicanos se ven obligados a emigrar a Estados Unidos definitivamente. Los que tratan de hacerlo son muchos más, pero los que logran salir son esos.

 

-¿Qué ve como más positivo en Brasil?

-Que la sociedad civil y plural está deliberando, proponiendo e insertando orientaciones para la política de seguridad alimentaria y nutricional en Brasil, y que esta sociedad civil es muy vigorosa, activa, propositiva y que tiene un fuerte empuje que es lo que permite que las decisiones gubernamentales y parlamentarias en favor de la seguridad alimentaria no se queden solamente como decisiones de carácter formal y burocrático.

 

-¿Cuál es su evaluación acerca de la seguridad alimentaria en México?

-En México estamos viviendo una crisis de inseguridad y de vulnerabilidad alimentarias. Un 15 por ciento de la población de 105 millones de mexicanos vive en situación de desnutrición, pero este promedio se incrementa si hablamos de la población rural donde hay 32 por ciento de desnutridos. En la población indígena, el 44 por ciento está en situación de desnutrición. La seguridad alimentaria también tiene otra dimensión que es la malnutrición por exceso, lo que ha dado lugar al fenómeno de la obesidad en México como un problema de salud pública. México se ha impuesto un sistema de alimentación que viene de las grandes corporaciones alimentarias mexicanas e internacionales donde predominan los refrescos, las sopas instantáneas, comida "chatarra", lo que hace que México sea el segundo país en obesidad y en consumo de refrescos. Ha disminuido el consumo de verdura, de leche, de carne y ha aumentado el consumo de refrescos y otros productos con alto contenido de carbohidratos. Tenemos una población desnutrida en la etapa infantil que es consecuencia de la pobreza, de la falta de empleos, de ingresos, de la poca capacidad adquisitiva de la moneda, y esta población en etapa de infancia, adolescencia y adultez empieza también a consumir estos alimentos que proporcionan gran satisfacción energética en el momento, a bajo costo, pero que no alimenta. Es un sistema de mala nutrición que ya ha colocado el problema también entre los pobres, que en una etapa fueron desnutridos y ahora son obesos.

 

-¿Cómo se llegó a esto?

-Hace 25 años los gobiernos mexicanos impulsaron la política de defender la importación de alimentos desde Estados Unidos y Canadá con la falsa idea de que son más baratos que los que se producen en México.

Hoy, el 40 por ciento de los alimentos que se consumen en México son importados, y con el incremento de los precios internacionales por el uso creciente de alimentos para producir combustible, las reservas de alimentos se han agotado demasiado y las importaciones se han encarecido, por lo tanto, los precios de los alimentos básicos en México son hoy muy altos. Se vive una escalada de precios, que afecta a la población de más bajos ingresos, que ya tiene problemas de malnutrición y deficiencias. Es la situación que hoy padece México en términos de inseguridad y vulnerabilidad alimentarias, derivada de más de 25 años de política neoliberal y del control del sistema alimentario por 20 grandes empresas oligopólicas que establecen las condiciones del consumo de alimentos.

 

-¿Qué tipo de experiencias en seguridad alimentaria se desarrollan hoy en México?

-Hay una fuerte corriente por la producción orgánica de alimentos a partir de pequeños y medianos productores, y también producción en la lógica del comercio justo. Se tiene experiencia en influir en políticas públicas a nivel del Congreso para asignar un mayor presupuesto al sector agroalimentario, al de pequeños agricultores, al de programas de seguridad alimentario como la distribución de leche a precios subsidiados. Son acciones que la sociedad civil ha emprendido, y con ellas ha frenado un poco la política de privatización y de liberalización del sector agroalimentario.

 

-¿Qué evaluación puede hacer de la actuación de la FAO en América Latina?

-Con toda confianza puedo decir que es una actuación de muy bajo perfil. La FAO ha estado prácticamente subordinada a las políticas globales de libre comercio, de privatización, de libre mercado, y ha sido muy complaciente con los gobiernos de América Latina y el Caribe, con excepciones, por supuesto. La FAO no ha jugado el papel más activo que debería, es un organismo de gobiernos, no hay muchas posibilidades de que vaya en contra de los propios gobiernos. Debemos exigir un accionar más riguroso de la FAO. Ha estado muy funcional con las políticas neoliberales y no ha jugado el papel de promoción y defensa de los agricultores y de las personas.

 

-En su conferencia, ha comentado la contradicción de si la agricultura debe enfocarse hacia la producción de comestibles o combustibles. Teniendo en consideración la postura de diferentes líderes de América Latina, ¿cuáles son los riesgos de esta dicotomía? ¿Es posible alcanzar una producción sustentable ambiental y alimentariamente por medio de los agrocombustibles?

-En este punto no debemos tener dudas: la prioridad de la agricultura es la producción de alimentos para las personas; mientras haya gente con hambre, con desnutrición, no puede dedicarse un kilo de alimento para la producción de combustibles para automóviles y sólo tener un modelo de acotación y de desarrollo que favorezca a una minoría de personas. Segundo, una vez que esto sea satisfecho, es posible pensar en la utilización de alimentos para producir combustibles, pero mas allá, tenemos que pensar quién los produce y cómo se producen. Si pensamos en producir agrocombustibles con la misma lógica que la de las grandes empresas latifundistas que concentran la tierra e impiden el acceso, eso no es correcto. Si al producir el máximo rendimiento, no importa que se contamine la tierra con agrotóxicos, insecticidas, eso es una falacia cuando estamos hablando de energías limpias. No tiene sentido hablar de energía limpia con la sobreexplotación de los trabajadores agrícolas como sucede aquí en Brasil con los cortadores de caña. Si vamos a producir agrocombustibles, importa mucho que sea a partir de pequeñas y medianas explotaciones, a partir de la agricultura familiar y de una forma sustentable y para el consumo local y regional, no para exportación.

 

-¿Qué evaluación hace de la III Conferencia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Fortaleza, Brasil?

-Ha reflejado el hecho de que en Brasil el combate al hambre y por la seguridad alimentaria está en el centro de la agenda de la política nacional, de las preocupaciones de los movimientos sociales brasileros y del gobierno de Lula. Esto permite esperar que a corto plazo se podría erradicar en Brasil la desnutrición y el hambre y dar paso a un ejercicio pleno del derecho a la alimentación para todos.

 

Tomado de Adital

9 de julio de 2007

 

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