En agosto pasado,
Suárez Carrera dejó el Parlamento mexicano y volvió a
actuar en los movimientos sociales campesinos de México.
Al frente de la Asociación Nacional de Empresas
Comercializadoras de Productores de Campo, Víctor
promueve la organización entre los campesinos para
lograr competitividad en el mercado mexicano de granos.
Suárez criticó la actuación de la FAO y habló de la
seguridad alimentaria en México. El ex diputado hizo
también una evaluación acerca de la reciente III
Conferencia Nacional de Seguridad Alimentaria y
Nutricional de Brasil, en la cual fue panelista.
-¿Qué es la Asociación Nacional de Empresas
Comercializadoras del Campo? ¿Cómo funciona?
-Nosotros organizamos productores de granos básicos (maíz,
poroto, trigo, arroz) y empresas comercializadoras
campesinas a nivel local, regional, controlando bodegas
y almacenes para desarrollar estrategias de compactación
de la oferta y tener mayor capacidad de participación en
los mercados, defensa de precios, búsqueda de
financiamiento, capacitación. También ayudamos a
elaborar propuestas de políticas en el sector de un modo
general.
-Son
habituales las denuncias en contra de las violaciones de
los derechos de los trabajadores de América Latina, pero
en México es muy fuerte y frecuente. ¿Cómo ve esta
situación?
-En México hay un retroceso respecto de los
trabajadores. Existe la idea de flexibilización de las
condiciones de contratación de trabajadores de empresas
con la idea de que van ser más competitivos. Hay
presiones para hacer una reforma laboral que les dé más
derechos a los patrones y que quite los pocos derechos
que todavía se tienen en México, hay reformas que
buscan modificar los sistemas de prohibición social a
los trabajadores, privatizarlos, como una forma de
lograr eficiencia del capital financiero para movilizar
recursos. En el sector del agronegocio se utiliza mucha
mano de obra infantil, trabajadores que están expuestos
a condiciones laborales inadecuadas por contaminación
con agrotóxicos. Nada que se quiera hacer por los
derechos de los trabajadores avanza porque eso promueve
que la inversión se desaliente. Tenemos una situación
precaria no solamente con los trabajadores
sindicalizados. Más del 55 por ciento de los
trabajadores está en el sector informal de la economía y
no tiene sindicato, no tiene seguro social ni derechos.
Es un proceso de informalización de la economía,
desregulación y flexibilización de las condiciones
laborales. Esto hace que la migración a Estados
Unidos sea un fenómeno creciente. Cada año, 600 mil
mexicanos se ven obligados a emigrar a Estados Unidos
definitivamente. Los que tratan de hacerlo son muchos
más, pero los que logran salir son esos.
-¿Qué ve como más positivo en Brasil?
-Que la sociedad civil y plural está deliberando, proponiendo
e insertando orientaciones para la política de seguridad
alimentaria y nutricional en Brasil, y que esta
sociedad civil es muy vigorosa, activa, propositiva y
que tiene un fuerte empuje que es lo que permite que las
decisiones gubernamentales y parlamentarias en favor de
la seguridad alimentaria no se queden solamente como
decisiones de carácter formal y burocrático.
-¿Cuál es su evaluación acerca de la seguridad
alimentaria en México?
-En México estamos viviendo una crisis de inseguridad
y de vulnerabilidad alimentarias. Un 15 por ciento de la
población de 105 millones de mexicanos vive en situación
de desnutrición, pero este promedio se incrementa si
hablamos de la población rural donde hay 32 por ciento
de desnutridos. En la población indígena, el 44 por
ciento está en situación de desnutrición. La seguridad
alimentaria también tiene otra dimensión que es la
malnutrición por exceso, lo que ha dado lugar al
fenómeno de la obesidad en México como un
problema de salud pública. México se ha impuesto
un sistema de alimentación que viene de las grandes
corporaciones alimentarias mexicanas e internacionales
donde predominan los refrescos, las sopas instantáneas,
comida "chatarra", lo que hace que México sea el
segundo país en obesidad y en consumo de refrescos. Ha
disminuido el consumo de verdura, de leche, de carne y
ha aumentado el consumo de refrescos y otros productos
con alto contenido de carbohidratos. Tenemos una
población desnutrida en la etapa infantil que es
consecuencia de la pobreza, de la falta de empleos, de
ingresos, de la poca capacidad adquisitiva de la moneda,
y esta población en etapa de infancia, adolescencia y
adultez empieza también a consumir estos alimentos que
proporcionan gran satisfacción energética en el momento,
a bajo costo, pero que no alimenta. Es un sistema de
mala nutrición que ya ha colocado el problema también
entre los pobres, que en una etapa fueron desnutridos y
ahora son obesos.
-¿Cómo se llegó a esto?
-Hace 25 años los gobiernos mexicanos impulsaron la política
de defender la importación de alimentos desde Estados
Unidos y Canadá con la falsa idea de que son
más baratos que los que se producen en México.
Hoy, el 40 por ciento de los alimentos que se consumen en
México son importados, y con el incremento de los
precios internacionales por el uso creciente de
alimentos para producir combustible, las reservas de
alimentos se han agotado demasiado y las importaciones
se han encarecido, por lo tanto, los precios de los
alimentos básicos en México son hoy muy altos. Se
vive una escalada de precios, que afecta a la población
de más bajos ingresos, que ya tiene problemas de
malnutrición y deficiencias. Es la situación que hoy
padece México en términos de inseguridad y
vulnerabilidad alimentarias, derivada de más de 25 años
de política neoliberal y del control del sistema
alimentario por 20 grandes empresas oligopólicas que
establecen las condiciones del consumo de alimentos.
-¿Qué tipo de experiencias en seguridad alimentaria se
desarrollan hoy en México?
-Hay una fuerte corriente por la producción orgánica de
alimentos a partir de pequeños y medianos productores, y
también producción en la lógica del comercio justo. Se
tiene experiencia en influir en políticas públicas a
nivel del Congreso para asignar un mayor presupuesto al
sector agroalimentario, al de pequeños agricultores, al
de programas de seguridad alimentario como la
distribución de leche a precios subsidiados. Son
acciones que la sociedad civil ha emprendido, y con
ellas ha frenado un poco la política de privatización y
de liberalización del sector agroalimentario.
-¿Qué evaluación puede hacer de la actuación de la FAO
en América Latina?
-Con toda confianza puedo decir que es una actuación de muy
bajo perfil. La FAO ha estado prácticamente
subordinada a las políticas globales de libre comercio,
de privatización, de libre mercado, y ha sido muy
complaciente con los gobiernos de América Latina
y el Caribe, con excepciones, por supuesto. La
FAO no ha jugado el papel más activo que debería, es
un organismo de gobiernos, no hay muchas posibilidades
de que vaya en contra de los propios gobiernos. Debemos
exigir un accionar más riguroso de la FAO. Ha
estado muy funcional con las políticas neoliberales y no
ha jugado el papel de promoción y defensa de los
agricultores y de las personas.
-En
su conferencia, ha comentado la contradicción de si la
agricultura debe enfocarse hacia la producción de
comestibles o combustibles. Teniendo en consideración la
postura de diferentes líderes de América Latina, ¿cuáles
son los riesgos de esta dicotomía? ¿Es posible alcanzar
una producción sustentable ambiental y alimentariamente
por medio de los agrocombustibles?
-En este punto no debemos tener dudas: la prioridad de la
agricultura es la producción de alimentos para las
personas; mientras haya gente con hambre, con
desnutrición, no puede dedicarse un kilo de alimento
para la producción de combustibles para automóviles y
sólo tener un modelo de acotación y de desarrollo que
favorezca a una minoría de personas. Segundo, una vez
que esto sea satisfecho, es posible pensar en la
utilización de alimentos para producir combustibles,
pero mas allá, tenemos que pensar quién los produce y
cómo se producen. Si pensamos en producir
agrocombustibles con la misma lógica que la de las
grandes empresas latifundistas que concentran la tierra
e impiden el acceso, eso no es correcto. Si al producir
el máximo rendimiento, no importa que se contamine la
tierra con agrotóxicos, insecticidas, eso es una falacia
cuando estamos hablando de energías limpias. No tiene
sentido hablar de energía limpia con la sobreexplotación
de los trabajadores agrícolas como sucede aquí en
Brasil con los cortadores de caña. Si vamos a
producir agrocombustibles, importa mucho que sea a
partir de pequeñas y medianas explotaciones, a partir de
la agricultura familiar y de una forma sustentable y
para el consumo local y regional, no para exportación.
-¿Qué evaluación hace de la III Conferencia Nacional de
Seguridad Alimentaria y Nutricional de Fortaleza,
Brasil?
-Ha reflejado el hecho de que en Brasil el combate al
hambre y por la seguridad alimentaria está en el centro
de la agenda de la política nacional, de las
preocupaciones de los movimientos sociales brasileros y
del gobierno de Lula. Esto permite esperar que a
corto plazo se podría erradicar en Brasil la
desnutrición y el hambre y dar paso a un ejercicio pleno
del derecho a la alimentación para todos.
Tomado
de Adital
9 de
julio de 2007