Uruguay es un país
chico, envejecido y de escaso crecimiento vegetativo. Su población casi no
aumenta, los nacimientos anuales no llegan a compensar debidamente el número
de defunciones y, como si fuera poco, sufre una sangría incontenible de
jóvenes que emigran en busca de mejores condiciones de vida.
En el decenio transcurrido desde el último censo de de
población, en 1996, hasta 2006, año de la Encuesta Nacional de Hogares
Ampliada, por primera vez la fecundidad atraviesa el mínimo necesario para
el reemplazo de la población. Nacen 47.000 niños, mueren 32.000 personas y
emigran 12.500 uruguayos y uruguayas por año. Si bien el descenso de la
fecundidad comenzó paulatinamente en 1998, el
promedio del número de hijos por mujer se ubicó en 2,08 en 2004. En 2006, la
tasa global de fecundidad llegó a 2,04, ambas inferiores al valor de 2,1
hijos por mujer, requerido para garantizar el reemplazo poblacional.
En el período 1996-2006 el número de nacimientos se redujo en
19 por ciento. En la actualidad, nacen en Uruguay 47.000 niños. El
país cuenta con 3.314.466 habitantes dispersos en una superficie cercana a
los 187.000 kilómetros cuadrados. Estos datos integran el informe
"Demografía de una sociedad en transición. La población uruguaya a inicios
del siglo XXI," realizado por investigadores del Programa de Población de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (UDELAR),
con apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas, divulgado el martes
15 de julio en Montevideo.
"El descenso de la fecundidad y la natalidad en el Uruguay
constituye una tendencia histórica. Sin embargo, este último ajuste genera
preocupación en distintos ámbitos sociales y políticos del país. Ello se
debe a que la permanencia de estos niveles en el mediano plazo, unido a las
tendencias de la emigración, pone en cuestión la viabilidad del país",
sostienen las investigadoras Carmen Varela, Raquel Pollero y
Ana Fostik. Ellas son las autoras del capítulo dedicado al análisis
de "La fecundidad: evolución y diferenciales en el comportamiento
reproductivo". Destacan que el descenso del índice promedio de partos ocurre
en todas las generaciones, aunque
los cambios más relevantes se
verifican en los grupos más jóvenes, sobre todo en quienes tienen entre 15 y
34 años de edad y, en especial, en las adolescentes de las clases más
desfavorecidas y con menor nivel de educación.
En opinión de estas especialistas, Uruguay está
atravesando una "segunda transición demográfica", caracterizada por la
autonomía individual y la
emancipación de la mujer, fenómenos que generan cambios en la familia y en
el significado de la maternidad.
En forma concomitante, el porcentaje de matrimonios formales disminuye,
aumentan los divorcios y las uniones libres y se eleva la edad del
matrimonio. Tal vez debido a este último factor,
11 por ciento de las mujeres llega a los 45 años, ya en el límite de su
ciclo vital reproductivo, sin tener hijos.
País
de ancianos y de jóvenes que emigran
“El
descenso de la fecundidad y la natalidad en el Uruguay
constituye una tendencia histórica. Sin embargo, este último
ajuste genera preocupación en distintos ámbitos sociales y
políticos del país” |
Desde hace más de 40 años, Uruguay se ha acostumbrado
a los flujos emigratorios de su población más joven. En la década de los
sesenta, la causa que originó la huida de jóvenes al exterior fue netamente
económica. Ya a mediados de los setenta, instaurada la dictadura militar, la
salida del país tuvo motivos políticos. Ni el mejoramiento de los
indicadores económicos ni la restauración democrática, a fines de 1984,
lograron recuperar a la población migrante. Según la demógrafa
Adela Pellegrino,
otra de las autoras del estudio, "la emigración se instaló
como un componente estructural de la sociedad uruguaya: con la crisis de
comienzos del siglo XXI, la población reaccionó con un nuevo flujo
emigratorio, con un saldo negativo que se puede estimar en 126.000 personas,
alrededor del 3,7 por ciento de la población media total del país en
1996-2006".
Sólo 25 por ciento de los que se fueron retornan al país y
apenas 0,3 de las familias de los emigrantes salen de la pobreza gracias a
las remesas enviadas por quienes partieron. En 1996, Uruguay contaba
con 3.163.763 habitantes. En 2006, la población ascendía a 3.314.466. Así,
agrega Pellegrino, esta nación figura entre las de mayor porcentaje
de emigrantes sobre la población total. Sumado a esta realidad, Uruguay es el
país más envejecido de América Latina.
Para 2040, los mayores de 64 años serán más
que los menores de 15, con las consiguientes repercusiones en la carga de la
seguridad social. Ya en la actualidad, 17,5 por ciento de la población tiene
más de 60 años.
Por cada 100
personas menores de 15 años, hay 72 adultos mayores de 60. El envejecimiento
afecta principalmente a la población femenina, debido a una mayor esperanza
de vida. Según las cifras presentadas en el reciente estudio, en Uruguay
existen, a nivel de la población total, 94 hombres por cada 100 mujeres. En
edades avanzadas esa cifra baja a 67. Es la capital, Montevideo, el
sitio del país "más feminizado". En la población general existen 89 varones
por cada 100 mujeres, pero en la población mayor de 65 años, por cada 100 de
ellas hay 58 hombres.
"Estamos en
situación de emergencia demográfica",
reconoció el ex senador Enrique Rubio, actual director de la Oficina
de Planeamiento y Presupuesto de la nación, durante la presentación del
trabajo "Demografía de una sociedad en transición. La población uruguaya a
inicios del siglo XXI". Ante la contundencia de los datos presentados,
Rubio reconoció que las políticas públicas uruguayas fueron "omisas" y
que es preciso adoptar medidas con urgencia. En ese sentido, anunció la
formación de una Comisión de población, integrada por representantes de
diferentes sectores de la vida nacional "con el fin de que se definan
políticas de mediano y largo plazo".