España
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G8
un acuerdo
demasiado corto |
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La decisión del G8 de condonar la deuda de 18 países es
positiva, pero inadecuada y, sobre todo, muy corta. No
representa más que el 13% de la deuda Africana. Además, el
G8 se ha olvidado por completo de América Latina y no ha
querido hablar de las reglas del comercio internacional.
El relator de la ONU para el Derecho a Alimentación, Jean
Ziegler, ha advertido de que la falta de alimentos en
Níger (África central sahariana) llevará a la hambruna a más
de tres millones y medio de personas, un tercio del país.
Sucede días después de que el G8 (países más ricos y Rusia)
acordara en Escocia la condonación de la deuda de 18 países
pobres (40.000 millones de dólares), de los que 14 son
africanos y cuatro, latinoamericanos. Además, el G-8 ha
prometido 50.000 millones de dólares más en ayuda al
desarrollo para África, y, en un plazo de año y medio,
condonarán la deuda a otros nueve países.
La decisión del G8, en sintonía con los Objetivos del Milenio
de la ONU (reducir a la mitad en 2015 el hambre, la pobreza,
el sida…) es positiva, pero inadecuada, por no decir injusta
y, sobre todo, corta, muy corta. Veamos. El total de la
deuda externa africana asciende a 300.000 millones de
dólares, es decir, la condonación sólo alcanza a algo más
del 13% de la deuda de África. Pero, además, la condonación
se hará efectiva en tanto que los países de deuda perdonada
pasen por las horcas caudinas de aplicar el dogma neoliberal
(privatización de empresas públicas y servicios,
desregulación financiera y “liberalización” del comercio, es
decir, apertura a productos extranjeros).
Si se quería dar un empujón al maltrecho camino hacia los
Objetivos del Milenio, según el Movimiento Mundial para el
Desarrollo, se tendría que haber cancelado la deuda de 62
países empobrecidos. Según Pobreza Cero, una entidad que
agrupa a más de 1.000 organizaciones solidarias españolas,
la condonación es “escasa, excesivamente condicionada, sin
garantía y claramente insuficiente”. Y el profesor Eric Berr,
de la Universidad Montesquieu Bordeaux IV, ha recordado que
“entre 1997 y 2003, los países empobrecidos pagaron 323.000
millones de dólares más de lo que obtuvieron en préstamos y
han reembolsado largamente su deuda, puesto que, a partir de
1980, han devuelto a sus prestamistas nueve veces el monto
de la deuda. No obstante, hoy están cuatro veces más
endeudados”. ¿No les recuerda ciertas escenas de películas
de mafiosos en las que el deudor nunca acaba de pagar el
préstamo gansteril?
Pero, además, el G8 se ha olvidado por completo de América
Latina. Los únicos países latinoamericanos a los que se
condona la deuda son Nicaragua, Guayana, Honduras y Bolivia.
Haití, el país más pobre del mundo, no está en la lista y
Guatemala, con un 50% de su población sufriendo desnutrición
o El Salvador con un 20%, tampoco figuran. ¿No merecía
América Latina la atención del G8? Según Pedro Medrano,
director regional del Programa Mundial de Alimentos de
Naciones Unidas, la tercera parte de todos los niños
latinoamericanos sufren desnutrición y añade que “no es
cierto que el problema de la pobreza sea sólo de África,
América Latina es el continente con los mayores niveles de
desigualdad del mundo”. Según datos de Naciones Unidas, el
40% de la población de América Latina vive –si se le puede
llamar vivir- bajo el umbral de la pobreza.
Más allá de la cicatería y la cortedad de miras del G8, habrá
pobreza mientras persistan las tramposas prácticas actuales
de comercio internacional. Para la mayoría de los analistas,
poner fin a la pobreza en África, pero también en América
Latina y en Asia, depende de levantar de una vez las
barreras comerciales que los países ricos alzan frente a los
productos de los empobrecidos. Como ha escrito el analista
económico español Joaquín Estefanía, al comentar los
acuerdos del G8 y los discursos bien intencionados de sus
líderes, “habrá que ver si esas medidas adquieren el
compromiso de obligado cumplimiento para reformar las reglas
internacionales del comercio”.
La pobreza no son cifras frías, material impersonal de
demógrafos, estadísticos, sociólogos y políticos
profesionales. Los mil millones de hombres, mujeres, niños y
niñas que sufren pobreza extrema, los tres mil millones que
malviven con menos de dos dólares diarios –cuando lo
consiguen- o los más de ochocientos millones de habitantes
del planeta que pasan hambre día tras día, suman un volumen
indescriptible, inenarrable, de sufrimiento, angustia,
incertidumbre, temor e infelicidad ante el que debería
caérsenos la cara de vergüenza en los países desarrollados.
Y porque intentamos meternos en su piel, en la piel de
quienes sufren hambre, son pobres severos y no vislumbran
hoy horizonte alguno de esperanza, denunciamos que el G8 se
ha quedado penosamente corto.
Xavier Caño
CCS - España
20 de julio de 2005
Foto:
www.iucn.org
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