DESIGUALDAD y HAMBRE

Pobreza y desigualdades

No es fácil ser joven en América Latina

Uno de cada cuatro jóvenes latinoamericanos de 15 a 29 años está fuera del sistema educativo y del mercado de trabajo. En Argentina en el 2002, más de 400.000 niños y adolescentes abandonaban anualmente sus estudios, y un millón de jóvenes de 15 a 19 años estaba fuera de la escuela.

Se los llama jóvenes marginales, pero el nombre correcto es jóvenes excluidos: la sociedad no les hace lugar. La pobreza incide en su abandono escolar. Con baja instrucción en un continente con tanta desocupación, no consiguen un primer empleo. Al no tener trabajo, no logran forjar un capital de relaciones ni integrarse socialmente. Acorralados injustamente, están en alta tensión.

Entre el 90 y el 2000 el número de jóvenes pobres subió en 7.600.000 en Latinoamérica. En el 2003, en Argentina, el 54% de todos los jóvenes entre 14 y 22 años eran pobres.

Los jóvenes tienen ventajas naturales para absorber las nuevas tecnologías; sin embargo, les va muy mal en el mercado de trabajo. Su desempleo multiplica por 2,5 el general. De cada 100 nuevos contratos, 93 son para adultos. Sólo el 34% de los jóvenes latinoamericanos termina la secundaria; en los países desarrollados es el 85%. Un tercio no completa siquiera la primaria. Sólo el 6,5% la universidad. Entre el 20% más pobre de la población, sólo uno de cada diez acaba la secundaria.

El resultado es una trampa intergeneracional. De cada cinco jóvenes con padres con primaria incompleta, cuatro no logran superar ese nivel educativo. Las consecuencias son graves. La Cepal señala que para no ser pobre en América Latina un prerrequisito es tener por lo menos 12 años de escolaridad.

Para muchos, juventud no significa oportunidades, sino estrecheces, deserción escolar y exclusión social. El aumento de la criminalidad juvenil tiene claramente una raíz estructural en estas realidades. Como ha destacado Unicef, este problema no se puede abordar sólo desde la perspectiva de la seguridad pública.

Los jóvenes tienen motivos para sentirse inquietos en una región y un país como Argentina donde en los 90 casi desapareció la movilidad social. Sin embargo, tienen un potencial enorme. Han demostrado una vocación natural para el trabajo voluntario y la solidaridad (...)

 

Bernardo Klisberg

Publicado en Clarin (11.04.05)

17 de agosto de 2005

 

 

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