DESIGUALDAD y HAMBRE

La brecha aumenta

Naciones Unidas denuncia en un reciente informe que el crecimiento económico durante los últimos diez años ha venido acompañado de un aumento en la brecha entre ricos y pobres.

 

Sigue creándose riqueza, pero sigue repartiéndose mal. Naciones Unidas denuncia en un informe reciente, “La Situación Social Mundial del 2005”, que a pesar del crecimiento económico sin precedentes y la mejora de las condiciones de vida en muchos países, el reparto desigual ha distanciado aún más a los ricos de los pobres.

 

La denuncia de Naciones Unidas no se refiere sólo a la desigualdad entre los países ricos y pobres, sino también a la que existe entre habitantes de un mismo país. El estudio examina las causas del distanciamiento y se centra en aspectos concretos: el abismo que se abre entre la economía formal y la informal, entre los trabajadores cualificados y los que no lo son y el desigual acceso a derechos y oportunidades.

 

El estudio revela que la gran mayoría de los trabajadores pobres pertenecen a la economía informal o economía sumergida, es decir, la que no está controlada legalmente. En este grupo entran tanto las actividades ilegales como las que por su naturaleza no pueden ser reguladas. Son más vulnerables puesto que, aprovechándose de su condición clandestina y con el fin de aumentar los beneficios, sus contratadores les pagan salarios bajos, en condiciones de salud y seguridad laboral muy precarias y con jornadas abusivas. La fuerte competitividad global y los cambios en el mercado laboral son algunas de las causas que, según la ONU, contribuyen a alimentar la economía sumergida. El resultado: un cuarto de la población trabajadora no puede manteneter a sus familias, puesto que apenas gana un dólar al día.

Un cuarto de la población trabajadora no puede mantener a sus familias, puesto que apenas gana un dólar al día.

 

Superar la situación de desigualdad es un elemento esencial en este cometido. Si apenas tienen dinero para comer, mucho menos para ofrecer a sus hijos una educación que les cualifique para desempeñar trabajos mejor pagados y en mejores condiciones, de forma que la pobreza se perpetúa entre generaciones. Educación para todos, uno de los ocho Objetivos del Milenio, supone la diferencia: igualdad de oportunidades sin importar la clase social a la que se pertenezca.

 

El incremento de los ingresos de un país no ayuda, por sí solo, a superar la situación de desigualdad. Al contrario, contribuye a que las disparidades salariales se extremen: los salarios mínimos bajan mientras que los altos suben todavía más. China y la India, cuyo despertar económico en la última década sacude con fuerza el panorama internacional, son algunos de los países donde las diferencias son más sensibles. Sin embargo, este no es un problema exclusivo de los países en vías de desarrollo, ya que las disparidades salariales más acentuadas se producen en países industrializados como EEUU, Reino Unido y Canadá.

 

La ONU también aborda en su informe el problema del desempleo, que continúa siendo muy alto, y afecta sobre todo a la población juvenil: el 47% del total de los 186 millones de desempleados en el mundo son jóvenes. Existe, además, una enorme desigualdad en el acceso a la salud, especialmente en los países del África subsahariana y en algunas zonas de Asia. La desigualdad se hace patente también en la diferencia entre las esperanzas de vida, que varían en casi 30 años, por factores como el sida, la falta de acceso a vacunas, así como la salud infantil y la maternal.

 

"Las brechas sociales de algunas décadas de antigüedad se ampliaron, particularmente las disparidades de género", señala el subsecretario general de la ONU a cargo del Departamento de Asuntos Sociales y Económicos. Los pueblos indígenas, los discapacitados, los ancianos y los jovenes, encuentran muy difícil tomar las riendas de su propia vida, puesto que se les excluye de las tomas de decisión que afectan a su bienestar, y la mayoría de las veces se les niegan sus derechos básicos. Otra de las causas de la desintegración y la exclusión es la violencia, especialmente cuando se trata de luchas políticas para lograr poder, tierras y recursos.

 

Es importante que los gobiernos se comprometan con la igualdad de oportunidades y un desarrollo equilibrado para acabar con el problema del reparto de la riqueza. No es una carrera económica en la que los pobres deben alcanzar a los ricos, basta con que los ricos dejen de pasar por encima de ellos. No se trata, en definitiva, de generar más riqueza, sino de repartirla mejor.

 

 

Laura Blanco

Centro de Colaboraciones Solidarias

3 de octubre de 2005

 

  UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905